ESPAÑA, la primera globalización

Quien conoce la historia, construye el futuro

Un documental de José Luis López-Linares producido por López-Li Films

17/10/2021

Resulta singular que un film, aunque sea un documental de 90 minutos, se estrene en Madrid un sábado a las 12,30 de la mañana del vermut. Imagino que será una estrategia requetepensada por los directivos del Cine Yelmo Ideal. El caso es que la sala 2 se llenó de un público variopinto que incluía muchos jóvenes con enormes cajas de palomitas. Con semejante ambiente, José Luis López-Linares hizo una breve pero emotiva presentación del documental, con la que agradeció a los colaboradores y a los participantes del micromecenazgo su contribución a la producción del film.

Es el actor Antonio Valero el narrador principal del documental al que se añaden las intervenciones de 39 historiadores, académicos, filósofos y peritos en diversas materias, entre otros: Carmen Iglesias, Luis Ribot, Elvira Roca Barea, Enriqueta Vila Villar, Fernando García de Cortázar, Jaime Contreras, Miguel Ángel Ladero, Nigel Townson, Marcelo Gullo, Stanley Payne, Manuel Lucena, Luo Huiling, Ramón Tamames, Pedro Insua, Patricio Llons, Fray Carlos Enrique Díaz Urbina, etcétera.

Enseguida se explica el motivo del título del documental, revelando la historia poco conocida por los españoles, originada por la crisis de confianza y una notable inflación en China durante el siglo XVI, cuya consecuencia forzó a la dinastía Ming a tomar la arriesgada decisión, al finalizar el siglo, de establecer el uso obligatorio de monedas de plata para el comercio oficial, sin apenas contar con minas de plata en su territorio. Esta decisión, coincidió con la consolidación de la ruta del Galeón de Manila iniciada en 1566 que sumaba unas 15.000 millas náuticas, conectando Sevilla con Veracruz en su tramo Atlántico, Veracruz y Acapulco a través de la Ciudad de México por tierra y finalmente Acapulco y Manila atravesando la totalidad del Pacífico. Esta formidable ruta comercial y cultural que duró hasta 1821, se basó en la exportación de la plata americana y otros metales a China y la importación de sedas, marfil y porcelana. Este substancial comercio ultramarino, supuso el control monetario de España sobre China y buena parte del mundo, al tiempo que trascendió en aspectos culturales en oriente y occidente que se evidencia en el arte religioso y decorativo.

Tras la introducción, el documental entra de lleno en los temas peliagudos de nuestra historia y en la Leyenda Negra. Se describe someramente el basamento del estado español fundado por los Reyes Católicos, donde el catolicismo fue la argamasa de su unidad al ser la condición indispensable para ser español y tener los derechos civiles derivados del humanismo renacentista. Con el derecho de gentes, plasmado por Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca, se establece el orden jurídico y social del Imperio español que abarcó a todos los españoles, peninsulares e indígenas sin distinción. Desde aquí, el documental entra en el examen de la inquisición, la expulsión-conversión de los judíos, la conquista de América, la política de mestizaje, el formidable sistema político administrativo con instituciones que procuraron la fundación de universidades, hospitales, escuelas e industrias que procuraron un grado de prosperidad notable para la época y una paz que duró cerca de tres siglos en los Virreinatos del Imperio. Son estos datos incontrovertibles, los que ponen en solfa la inferida trapacería de los incultos españoles, la supuesta incompetencia económica del Imperio español y el sambenito de la crueldad genocida contra los nativos.

Con el trascurrir del documental van quedando claros los motivos que han impulsado a José Luis López-Linares a emprender esta arriesgada empresa; responder a la embestida de nacionalistas, populistas de diferente jaez revueltos dentro de la olla podrida posmoderna donde se aglutinan las derivadas reaccionarias del indigenismo marxistoide y su complementaria supremacista. Unos derriban estatuas de Colon en Colombia y otros la de fray Junípero Serra en un lugar tan simbólico como la Universidad de Stanford fundada por el supremacista blanco Leland Stanford. Los de más acá, se apuntan a la ceremonia de la confusión achacando al franquismo el monopolio del patriotismo, para justificar la implantación de una historia oficial que convenga a sus intereses sectarios.

El empeño de José Luis López-Linares de llamar a rebato a los españoles denunciando la propaganda, las mentiras y las medias verdades sobre nuestra historia que intereses espurios han implantado por todo el mundo hasta acomplejarnos, esquiva un tanto la responsabilidad de muchos españoles en lo sucedido. Por cuanto, desde hace siglo y medio, los españoles hemos sido criados y maleducados sobre la vergüenza de pertenecer a una nación decadente y de malvado pasado. Los intentos de desfacer este entuerto, como el protagonizado por el polígrafo regeneracionista liberal y notorio políglota, Julián Juderías en “La leyenda negra y la verdad histórica” (1914), fueron eclipsados por planteamientos derivados de un eugenismo mal digerido que impele a la decadencia de la raza. De ser bajitos, morenos y algo holgazanes derivan los males de la patria para Lucas Mallada, mientras que para Ortega y Gasset el enano Gregorio el botero, pintado por Zuloaga, es un ser deforme, grotesco, símbolo de feria y de España. Incluso el católico conservador Menéndez Pelayo no ayudo mucho en mejorar nuestra autoestima cuando amonestaba, no exento de perspectiva: «España evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, cuna de San Ignacio […]; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectores o de los reinos de taifas». Y aunque fuera el loable deseo de una pronta regeneración, es la generación del 98 la que siente a España como dolor, desventura y anomalía. Son los Unamuno, Menéndez Pidal, Azorín, Machado, Sánchez Albornoz, Marañón y Ortega y Gasset quienes ahondan en la herida cometida por la Leyenda Negra sosteniendo, como en el famoso texto de Ortega que: «el patriotismo en nuestra España de hoy debe partir de una crítica acerba y un valeroso reconocimiento del enorme fracaso español». Hubo que esperar hasta 1985 a que uno de los discípulos más destacados de Ortega y Gasset; Julián Marías Aguilera, pusiera cordura al asunto en “España inteligible. Razón histórica de las Españas”, descartando la decadencia racial, para sostener que España es coherente e inteligible desde el enfoque de la razón histórica.

Opino que el documental “ESPAÑA, la primera globalización” además de defender y divulgar hechos irrefutables de nuestra compleja y emocionante historia, con el noble fin de denunciar imposturas e impostores, nos pone a los españoles en el brete de determinar si nuestra vida en común, en un mundo globalizado que se desquicia con particularismos inventados e imposturas manipuladoras, puede fundamentarse también en la defensa y enriquecimiento de la hispanidad, entendida como tesoro cultural y útil de los pueblos que la conforman.

Enlace al tráiler de España, la primera globalización

MASCOTAS Y ANIMALISMO

Continuación de: “Haciendo amigos. Sobre mascotas y cambio climático”

11/10/2021

Trascurridas varias semanas desde la publicación de «Haciendo amigos. Sobre mascotas y cambio climático» y teniendo en cuenta las críticas recibidas, algunas muy airadas como conjeturé, asumo el error de base cometido cuando, dejándome llevar por el ánimo provocador y evitar extenderme demasiado, desdeñé una parte sustancial del asunto; que el amor recientísimo por los animales de compañía, que hasta no hace tanto era patrimonio de la aristocracia con sus peluches, ahora se plasma en convivencia hogareña estrechísima, prácticamente familiar en los pequeños apartamentos de las ciudades occidentales, no tiene otra explicación que la adopción por parte de la mayoría de la población occidental, de manera más o menos consciente, de una de las ramas del darwinismo ideológico apoyado en la pangénesis. Me refiero al animalismo, ideología derivada del llamado darwinismo social o eugenesia. Trataré de explicar esta aserción con brevedad.

La eugenesia, como pseudociencia desarrollada por Francis Galton, ha sido impugnada radicalmente a partir del final de la Segunda Guerra Mundial al considerarse, con razón, una de las causas que conllevaron al horror del holocausto. No obstante, conviene recordar que los ensayos eugenésicos no solo supusieron la consecución del crimen sistemático de Estado perpetrado por el nacionalsocialismo, también fueron ensayadas unas cuantas atrocidades como las esterilizaciones forzadas en EEUU, los países escandinavos regidos por la socialdemocracia y, no por ocultado menos cierto, en la URSS donde, la pretensión bolchevique de crear el “hombre nuevo soviético” permitió a Trofim Lysenko y al biólogo Nikolai Koltsov, realizar experimentos genéticos hasta llegar a la locura del hombre-mono como soldado sumiso que Stalin permitió ensayar al biólogo Ilya Ivanov. En España, no podemos olvidar el matricidio de Hildegart Rodríguez Carballeira en 1933, como consecuencia del desvarío ideológico eugenésico libertario de su madre, luego defendido por el doctor Félix Martí Ibáñez.

La fuente de la que mana la eugenesia y del darwinismo social, es la extrapolación zoológica que el propio Darwin realiza al subsumir al hombre en una noche zoológica, donde toda diferencia que nos pueda dignificar, es suprimida para hacer del hombre un mono venido a más. Esta animalización como ser, cuya única virtud es haber desarrollado un cerebro más grande que le permite “dominar” a otros o incluso a la naturaleza, conlleva a la humanización de los animales, sobre todo, de los animales domesticados por el hombre o cercanos a su vida.

De los estudios que conozco al respecto, es el filósofo Carlos Javier Alonso Gutiérrez en “La agonía del cientificismo. Una aproximación a la filosofía de la ciencia” (1999) quien mejor expresa el dilema, cuando explica que el hombre es a la vez un animal biológico y biográfico. «En cuanto es biológico, tiene una naturaleza animal. En cuanto es biográfico tiene historia». Por consiguiente, el desamparado homo sapiens ha supervivido, no por ser el más apto, sino porque sus escasos recursos adaptativos han sido mejorados con creces por su inteligencia, inteligencia que le permite obtener estímulos de la realidad cambiante y tomar conciencia de esa realidad y de sus actos. Es la inteligencia humana, generadora de la racionalidad, la autonomía, el lenguaje y la conciencia de la vida y de la muerte de cada individuo, el grandioso atril que nos diferencia del resto de los animales.

Con la crítica del capitalismo como depredador de los recursos naturales del planeta, se activaron las ideologías vegetarianas y animalistas. Desde esa óptica, se desarrolla el “antiespecismo” militante como reacción al llamado “especismo” vigente que, según sus detractores antiespecistas, discrimina a los animales al colocar a la humanidad en la cúspide de la naturaleza. Así, el antiespecismo considera que todos los seres vivos, y no solo los humanos, son sujetos de derecho y su vida tiene el mismo valor. En consecuencia, los animales tienen los mismos derechos que los humanos. De los deberes no comentan nada o dan por supuesto que es la humanidad quien tiene el deber de cuidar del resto de las especies.

Una de las líderes animalistas antiespecista es la francesa Corine Pelluchon, autora del “Manifiesto animalista. Politizar la causa animal” (2018), cuyo perturbador contenido conduce al veganismo radical y al anticapitalismo posmarxista. Claro que hay animalistas antiespecistas que no son veganos ni posmarxistas, pero en buena lógica deberían serlo. Pues si el animalismo antiespecista veda la crianza de animales para ser sacrificados por los humanos para alimentarse, también debería prohibir que los mismos humanos sacrifiquen animales para que perros, gatos y otras mascotas puedan comer lo que precisan. Por supuesto, siguiendo la misma lógica, se deben cerrar los muladares que alimentan las aves rapaces y convertir a leones y tigres al veganismo.

Por otro lado, es evidente que el concepto básico del animalismo que estipula que todos los animales son seres “sintientes” es una hipótesis improbable. No solo porque no todos los animales tienen un sistema nervioso centralizado, también porque las reacciones ante los estímulos en no pocos casos son iguales o inferiores a los de las plantas quienes, como seres vivos mayormente fotosintéticos podrían sentir, ser “sintientes” (algunos estudios parecen confirmarlo) pues no pocas responden a estímulos. Entonces ¿De qué se alimentarán los veganos si las plantas son también “sintientes”?

Con el anteproyecto de ley de Protección y Derechos de los Animales que ha presentado el Ministerio de Derechos Sociales, el Estado español pretende intervenir estableciendo unas normas de obligado cumplimiento, no tanto para proteger a los animales de malos tratos puesto que ya existe legislación al respecto, sino para imponer conductas antiespecistas para urbanitas y propietarios de chalets, al tiempo que se beneficia a la floreciente industria alrededor de las mascotas.

En el totum revolotum de los “wokes” de la penúltima ola, el animalismo antiespecista rezuma por todos los sitios nihilismo y contrición mística. Incluso se evidencia claramente su rechazo hacia una naturaleza donde la depredación es sustancial a la vida, esa vida que se alimenta de vida y constituye las dinámicas de la biodiversidad. Por otro lado, el imperio de la corrección política ha implantado en el lenguaje cotidiano las muletillas animalistas cuando hablan de educar a los perros y gatos como si fueran alumnos de enseñanza general básica. A los perros, gatos, caballos, burros y demás animales domésticos se les doméstica, doma o entrena, además de alimentarlos y cuidarlos.

SECUELAS DE LA INDUSTRIA POLÍTICA

DE LA PARTIDOCRACIA A LA INEPTOCRACIA

07/10/2021

Desde mediados de septiembre las gasolineras del Reino Unido de la Gran Bretaña no pueden atender la demanda normal de combustible. Al mismo tiempo, los anaqueles de los supermercados están casi vacíos de hortalizas, pollo y otras viandas mientras que los precios de los alimentos y la energía se han disparado. Además, faltan productos farmacéuticos y, a pesar de no producirse un aumento de la demanda apreciable, los precios de alquileres y compra de vivienda siguen subiendo. Ante el panorama, el gobierno dirigido por el despeinado campeón del Brexit llamado Boris, aquel que prometió “all-singing, all-dancing” tras la salida de la UE ya que, gracias al formidable montante de dinero que se ahorrarían cubrirían el déficit del Estado y el de la seguridad social, además de controlar la inmigración procedente de países europeos, ahora se dedica a reírse del ingenuo ciudadano declarando quimeras de esta guisa: «Después de décadas de desconcertante negativa, hemos persuadido a los estadounidenses para que importen carne de res británica de primera calidad, un mercado que ya vale 66 millones de libras».

Los británicos están verificando en sus carnes que fuera de la UE también hace frío, sobre todo cuando se juntan el hambre con las ganas de comer de la demagogia y la ineficacia institucional. Pues resulta que, solo en Inglaterra faltan 100.000 camioneros, miles de recogedores de aves vivas en las granjas, operarios especialistas para mataderos y salas de despiece, sexadores de pollitos, cuidadores de ancianos, enfermos y discapacitados, tripulantes de pesca, marineros, etcétera. Tampoco los británicos tienen suficientes veterinarios, fontaneros, electricistas, matriceros, fresadores y torneros. La pregunta del millón para ellos y nosotros es: ¿La migración procedente de países subdesarrollados puede ejercer estos oficios y profesiones?

Al mismo tiempo, la inflación es alimentada por el incremento sideral del gasto público en forma de ayudas a cierto tipo de corporaciones de los amigos plutócratas, calcando el Next Generation de la UE. Esta tormenta de descoordinación y mamoneo se produce como efecto del rebote, que no de la recuperación, económica puesto que más de la mitad de la fuerza laboral del transporte aéreo, de las industrias del arte, el ocio y hostelería se encuentran en “furlough” (sistema similar al ERTE). De hecho, en septiembre, en el Reino Unido había 700.000 personas menos trabajando que antes de la Covid, mientras que cerca de un millón de empleados perderán el furlough (ERTE) a finales de octubre. Por si faltaba alguna incertidumbre, para tapar los agujeros el gobierno británico aumentará los impuestos al trabajo y a los ahorros privados.

¿La alarmante situación del Reino Unido solo es consecuencia del Brexit y su mal gobierno? Solo en parte pues, Polonia, Francia, Grecia, Italia y también España, padecen similares situaciones. Todos sufren carencia de camioneros especializados en conducir vehículos que transportan materias peligrosas y de larga distancia. También escasea la mano de obra para trabajos duros en granjas, mataderos, salas de despiece, cuidado de ancianos, enfermos y discapacitados. Asimismo faltan miles de oficiales y peritos para ramas industriales y de mantenimiento. En el caso concreto de España, con una tasa de desempleo de menores de 25 años superior al 33%, es llamativa la falta de trabajadores para empleos no excesivamente especializados que, sin embargo, son duros por sus condiciones o demandan privaciones considerables para la vida familiar y social.

Porque a pesar de la publicidad pintoresca, la actividad del sector privado en España abarca mucho más que esos «big data, business intelligence, data analyst y machine learning» de una Revolución Digital que arrancó en la década de los setenta del pasado siglo. Precisamente, ha sido durante el confinamiento decretado por el estado de alarma derivado de la COVID-19, cuando comprobamos que junto a los médicos, sanitarios, policías e informáticos, trabajaron con equivalente riesgo y sacrificio millones de trabajadores que nos procuraron los alimentos y servicios imprescindibles. Y es el esfuerzo diario de empresarios y trabajadores lo que oculta la escasez de obreros cualificados en España. De esos oficiales de primera que se formaban en aquellas universidades laborales y se empoderaban profesionalmente con la experiencia del taller y la obra. Pues es evidente que son las abrumadoras cifras de paro las que ocultan la angustiosa escasez de los ahora renombrados expertos en electromecánica: soldadores, matriceros, fresadores, torneros, electricistas, ferrallistas, caravisteros, etcétera, etcétera.

Es innegable que, excepto en Alemania y algún país escandinavo, la prioridad de la enseñanza oficial en Europa y por supuesto en España, no ha sido formar en las profesiones realmente demandadas por las necesidades económicas y sociales. Esta generalizada falta de personal cualificado imprescindible para la buena marcha de la economía, ha llevado a empresas como Dyson a formar su propia escuela de ingenieros basada en la combinación de la práctica de trabajo en la fábrica y la teoría. El resultado ha sido excelente por cuanto los estudiantes reciben un pequeño salario mientras trabajan y adquieren experiencia. Algunas escuelas y universidades del Reino Unido y Alemania han adoptado el syllabus Dyson.

Recordar que fue el PSOE durante el Felipato quien aniquiló en 1989 la excelencia de la formación profesional española, resulta desgarrador por sus consecuencias. Pero esta funesta medida solo anticipó el desastre llamado Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) aprobada en 1990. Claro que antes el gobierno del PSOE implantó la Ley de Reforma Universitaria (LRU) para “flexibilizar” los planes de estudio. Desde entonces, la exuberancia de oferta de cursos de postgrado ha superado las imaginaciones más desquiciadas. La tómbola de títulos contiene todas las especializaciones imaginables, abundan los másteres lugareños y patrioteros para todos los gustos y con el mínimo esfuerzo, al oscilar entre 20 y 500 horas lectivas.

Los vergonzosos resultados de los informes PISA solo señalan la punta del iceberg de la ineficiencia de un sistema educativo costoso e inoperante. Aunque pocos, algunos profesores y observadores se atreven a denunciar que la sociedad está anestesiada ante la magnitud del problema; la destrucción paulatina del mérito y el esfuerzo que genera la plasmación de, en palabras de Marcos Taracido: «ciudadanos sin recursos, irresponsables, inmaduros intelectualmente y sin destrezas para afrontar la crudeza de la vida socio-laboral; una Educación asentada en lo insustancial, la banalidad y la laxitud de la exigencia, y que sigue creciendo en unos despachos empapados, en el mejor de los casos, de buenismo social y utopías tan alejadas de la realidad que no parecen existir amortiguadores para la caída».

Según el Observatorio del Sistema Universitario, en noviembre de 2017 en España existían en el Registro de Universidades, Centros y Títulos (RUCT) un total de 2.713 grados con 560 nombres distintos. En el curso 2017-2018, los centros adscritos a universidades públicas impartieron 222 grados y los adscritos a universidades privadas 44. Las universidades públicas ofrecían el 57,9% de titulaciones en Artes y Humanidades, un 56,2% en Ciencias, un 7,1% en Ciencias de la Salud (7,1 %), un 11,7 % en Ciencias Sociales y Jurídicas y un 28,1 % en Ingeniería, Arquitectura y Física. La oferta de las universidades privadas se concentra en las ramas de Ciencias de la Salud (el 35,7 % de los grados de esta rama se ofrece en la privada) y de Ciencias Sociales y Jurídicas (33,1 %). En cambio, manifiestan menor preferencia por Ingeniería y Arquitectura, Arte y Humanidades y Ciencias, con proporciones del 19,1 %, 18,5 % y 7,9 %, respectivamente.

Para cualquier observador es sencillo dilucidar que la profesión de clase política española es la de político. La aparente perogrullada puede confundir por cuanto, en principio, sus profesiones y oficios se concentran en los ámbitos leguleyos, ecónomos y sociológicos. La inmensa mayoría inicia su profesión en las juventudes del partido, los pocos plurilingües compaginan el español con los castrapos de sus respectivas autonomías y, en general, carecen de experiencia profesional relevante anterior a la dedicación política. Se trata de una casta que, con notoria sagacidad, el economista José María Gay de Liébana y Saludas señaló denominándola industria política y que pocos días antes de su fallecimiento denunciaba de esta guisa: «Hemos de eliminar la gigantesca industria política que se ha generado y que consume cerca de 25.000 millones de euros al año». Sin embargo, Gay de Liébana no añadió las ayudas y subvenciones a partidos políticos, fundaciones afines y sindicatos que multiplican por cuatro su cifra.

Fue el filósofo francés Jean D’Ormesson quien acuño el término ineptocracia para definir la degradación de las democracias occidentales. «La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías, que se sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que sabe que son idiotas».

La inepcia de los mandarines que rigen y configuran la industria política en cada Estado-nación, desde hace tiempo estimula su instinto de supervivencia hasta niveles paranoicos. Entonces, la demagogia no es suficiente y desarrollan estratagemas y alianzas con las plutocracias nacionales y globales hasta el punto de retroalimentarse mutuamente mediante mordidas que llaman “consensos”. Los consensos elaborados por las plutocracias globales, se basan en la consigna del Nuevo Orden Mundial. Así, se ha consensuado la corrección política, el neo-maltusianismo, el cambio climático antropogénico, el océano de liquidez que pagarán nuestros descendientes, la ideología de género, la seudocultura de la cancelación, los derechos a la carta del chef de turno, el indigenismo presentista, la legislación ideológica y el relativismo ético ante la vida. Para lograr la implantación del nuevo orden, es imprescindible contar con instrumentos contundentes, el primero de todos, como experimentaron el comunismo, el fascismo y el nacionalsocialismo, es implantar el miedo, siempre antesala del terror.

Los desmanes que soportamos y la incertidumbre respecto al futuro, parecen consecuencias evidentes de la desincronización de intereses entre plutócratas y mandarines políticos, pues los síndromes ideológicos en que sustentan su estrategia ordenancista son antagónicos de suyo. Quizá el ejemplo más claro de las consecuencias de choques entre síndromes ideológicos cretinoides y relativistas, es la derrota de occidente causada por la vergonzosa, aunque aplaudida y presentada como heroica, huida de los yanquis y nosotros, sus aliados, de Afganistán.

HACIENDO AMIGOS. SOBRE MASCOTAS Y CAMBIO CLIMÁTICO

26/07/2021.

Sé bien que con este suelto me ganaré antipatías y hasta enemigos, pero también sé que algún alma caritativa se comparecerá y atenderá y entenderá mis cuitas.

Abunda la buena gente que está preocupada por el desastroso estado del planeta Tierra, otros dicen Gaia y Pachamama. Máxime ante los lúgubres augurios sobre las consecuencias del calentamiento global que, al parecer, su solución no solo requiere grandes esfuerzos financieros y tecnológicos por parte de la humanidad culpable del problema, también precisa de héroes adolescentes, Herculitos y Herculitas que en «nombre de la justicia climática» nos acongojen gritándonos: «No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico». Y en esas estamos, pues cada gran causa precisa de grandes villanos y en el caso de esta; somos Usted y yo.

De entre los animales domesticados por los crueles humanos (no me digan que no me pongo correctísimo), los rumiantes, a pesar de ser radicalmente vegetarianos, que digo, veganos de suyo, de darnos sin rechistar leche, lana, cuero y carne, no son muy simpáticos ni mucho menos zalameros. Y entre los menos zalameros destaca el ganado vacuno que, para más inri, parece que sus pedos de metano producen hasta el 14% de todas las emisiones de efecto invernadero. Por consiguiente, siguiendo las indicaciones del Ministro Garzón, hay que reducir el número de vacas al mínimo para evitar semejante daño y el no menos peligroso que genera su sabrosa carne y su leche generadora de mantequilla, quesos y yogures malignos.

Mucho más simpáticos, zalameros y obedientes son los cánidos y algo menos los gatos, aunque adorables, suaves al tacto, eróticos sus dulces ronroneos y hasta juegan al escondite. Por estos méritos ambos han pasado en unos decenios de ser ayudantes de caza y severos guardianes de ganado y haciendas, a animales de compañía o mascotas obedientes. Solo tienen un par de pequeños defectos, no terminan de adaptarse a los retretes humanos ni a la alimentación vegana. Es más, siguen comiendo carne como posesos.

En España, la Red Española de Identificación de Animales de Compañía (REIAC), calcula que en 2019 había unas 13 millones de mascotas registradas, aunque admiten que puede haber otros 10 millones sin registrar, en concreto se calculan 15 millones de perros y 2,5 millones de gatos que viven en el 36% de los domicilios particulares. Respecto al gasto medio de cada animal de compañía, calculan que supera los 1.200 euros al año, mientras que deducen que los españoles invierten tres horas diarias en sus mascotas. Poco me parece cuando veo como los cuidan mis amigos, siempre atentos a sus necesidades y alimentados a placer, con pienso envasado en paquetes y latas más relucientes que los de cereales infantiles y las de caviar Beluga Caspian Pearl. ¿Y qué ingredientes contienen esos magníficos alimentos para nuestras obedientes mascotas? Pues principalmente salmón, pollo, cordero, buey, vaca y pavo. Eso si, de alta calidad y super ecológicos, sin soja, trigo ni maíz añadidos, sin colorantes, aromatizantes ni conservantes artificiales.

Teniendo en cuenta que un perro medio adulto puede ingerir 1 kg de pienso al día y un gato 70 gramos. Que en Europa, según la FEDIAF (European pet food industry), en 2019 había 90 millones de perros y 110 millones de gatos. Que estos animalitos consumieron 8,5 millones de toneladas de salmón, pollo, cordero, buey, vaca y pavo ecológicos. Que sus amos gastaron 21.800 millones de euros ese año en alimentarlos. Que si son cívicos, como se supone, los amos europeos para sus mascotas consumen, al menos, 73.000 millones de bolsas de plástico más los correspondientes accesorios de recogida y otros cachivaches cada año (algunas bolsas se anuncian biodegradables y perfumadas), con un costo aproximado de 8.000 millones de euros, para recoger las boñigas que sueltan sus animalitos cada día en las calles y jardines de Europa. Que el incremento anual de piensos para mascotas es del 2.8%. Teniendo estos datos en cuenta, ahora, si les apetece, deduzcan el metano, la energía, los envases y la logística que precisan sus mascotas y luego hablamos del efecto invernadero, la regresión demográfica y el hambre en el mundo.

¿Cambio climático o urbanismo salvaje?

Las riadas en Alemania, Bélgica y Holanda

 

17/07/2021

Los “expertos” en cambios climáticos y otras hecatombes por llegar, aseguran que la catastrófica riada consecuencia de las copiosas lluvias entre el 14 y el 16 de julio en varias regiones de Alemania, Bélgica y Holanda, tienen su principal causa en el calentamiento climático. Al mismo tiempo, los medios de comunicación titulan gregariamente y sin aportar datos: “Alemania registra las peores inundaciones en lo que va de siglo”.

Ciertamente en la zona desbastada ha llovido mucho, nada menos que 148 litros por metro cuadrado en 48 horas, pero es innegable que la historia registra terribles riadas con miles de víctimas en esas regiones de Europa: 1170, 1287, 1304, 1342, 1362, 1634 … La trágica más reciente en la que perecieron 340 personas, se registra en 1962 un poco más al norte de la actual. Así, las riadas en Renania-Palatinado, Renania del Norte-Westfalia, la Valonia belga y el Limburgo de los Países Bajos, son recurrentes cuando el Rin y sus afluentes Mosela, Vesdre, Ourthe, Düssel, etc, incluyendo al casi riachuelo Erft (me recuerda la terrible inundación de Sevilla en 1961 por la inusitada crecida del arroyo Tamarguillo) que está vez ha sido el más destructor, aumentan exponencialmente su caudal cuando acontecen copiosas precipitaciones tormentosas en su cuenca.

Pero hoy los datos contundentes son enemigos del discurso políticamente correcto con que nos inunda cada día, las nomenclaturas archiverdes de la UE. Solo de pasada, algunos medios han dejado caer la posibilidad de que una urbanización masiva y descontrolada en zonas inundables de los cauces de los ríos, pudieran haber aumentado los efectos de las tormentas causadas por el cambio climático que nos quebranta. Porque es archisabido que las tormentas e inundaciones no son nada nuevo en Rhein-Erft-Kreis, un área salpicada de minas a cielo abierto que históricamente se utilizaron para extraer carbón, grava o arena. Y ocurrió que al mismo tiempo que se construían chalets a orillas del bucólico río, los propietarios de la cantera de grava Blessem solicitaron una expansión en 2015, solicitud que fue concedida por las autoridades locales bajo la condición de construir un muro de contención de 1,2 km, con el fin de evitar que la sima de la mina se convirtiera en un embalse incontrolable en caso de riada. Pero el muro protector entre la excavación de grava y el cauce del Erft resultó ineficaz ahora porque el río se desbordó aguas arriba de la mina, desencadenando ríos de agua por las calles de los pueblos, corrimientos de tierra y acumulaciones de agua en las zonas más bajas.

El reputado geógrafo, Matthias Habel ha puesto las cosas en su sitio: «Cuando el Erft rebasa Erftstadt ya no es un río que fluye naturalmente sino una especie de canal enderezado artificialmente. Entonces, fluye mucho más rápido desde aquí y carece de las llanuras de inundación naturales que podrían hacer frente al desbordamiento».En román paladino, minas y urbanizaciones a orillas del río han cubierto las llanuras de inundación naturales creadas por el río.

LA AGENDA DEL PSOE CAMINO DE SERVIDUMBRE

El PSOE dirigido por Pedro Sánchez Pérez-Castejón, tras ganar la moción de censura contra Rajoy gracias a su alianza con Podemos, Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Cataluña, Partido Demócrata Europeo Catalán, Compromís, Partido Nacionalista Vasco y Nueva Canarias el 1 de junio de 2018, logró aumentar su representación parlamentaria convocando dos elecciones generales en pocos meses. La ultima intentona fue el 10 de noviembre de 2019 donde el PSOE logró el 28% de los votos y 120 escaños (tres menos que en la anterior legislatura). Ante el fracaso, Sánchez se desdijo de sus promesas electorales y se abrazó con Pablo Iglesias Turrión después de acordar un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Así, Sánchez Pérez-Castejón fue investido presidente del consejo de ministros del gobierno de España el 8 de enero de 2020, gracias a los votos de PSOE, Unidas Podemos, Partido Nacionalista Vasco, Más País-Compromís, Nueva Canarias, Bloque Nacionalista Gallego y Teruel Existe, junto con las abstenciones de Esquerra Republicana de Cataluña y Euskal Herria Bildu. Un día después Sánchez formó el llamado «gobierno Frankenstein», denominación articulada por el predecesor de Sánchez, Alfredo Pérez Rubalcaba porque: «los socialistas “no pueden” ir a la investidura de la mano de partidos independentistas que quieren romper aquello que ellos quieren gobernar».

Los hechos evidencian el regocijo de Sánchez al frente de su gobierno Frankenstein. Un gobierno que cuenta nada menos que con 22 carteras ministeriales, incluyendo dos ministros comunistas como aquellos gobiernos de Largo Caballero y Juan Negrín López en plena guerra civil, 30 secretarías de estado, 40 direcciones y subdirecciones generales y 740 altos cargos nombrados a dedo. No solo es un gobierno elefantiásico y gravoso, también tenaz, incluso pertinaz.

Desde la gestión de la COVID-19, llena de subterfugios propagandísticos, improvisaciones, grandes negligencias, aberrantes dictámenes, exigua ciencia y falsos o clandestinos expertos, hasta la amnistía camuflada como indultos individuales a los dirigentes separatistas condenados por sedición y malversación por el Tribunal Supremo, el gobierno sanchista ha presentado oblicuamente su agenda autocrática afanándose en someter fieramente a su conveniencia los poderes del Estado, mediante el control de la abogacía del Estado, la Fiscalía, la limitación del Tribunal Constitucional, la crítica grosera al Tribunal de Cuentas por no plegarse a sus designios y la deslegitimación del Tribunal Supremo al revocar de facto la sentencia del procés con la concesión de los indultos de los condenados.

Además de la ocupación y manipulación de órganos e instituciones del Estado y las coacciones descaradas al poder judicial cuando trata de defender su independencia, el gobierno Frankenstein presidido por Sánchez Pérez-Castejón recurre contumaz a los decretazos (van cerca de 100 decretos leyes en esta legislatura) para esquivar a las Cortes. Los decretazos, las leyes aprobadas sin apenas debate parlamentario y los proyectos de ley, tienen el denominador común de ser un reservorio ideológico que comprende un trasnochado antifranquismo sobrevenido, un quimérico republicanismo, un revoltijo de feminismo queer con constructos teóricos tribales y la asunción del neomarxismo posmoderno. Esta amalgama populista al estilo del socialismo del siglo XXI, incluye la fraternidad con el separatismo supremacista al compartir la intención de degradar o enmendar soterradamente la Constitución. Son leyes y proyectos de contenido y redacción glotopolítica netamente orwelliana, donde al lenguaje inclusivo se suman los conocidos constructos lingüísticos posmodernos de manipulación. Paradigmáticas como tratados ideológicos y de seudo-ingeniería social son: la ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE) o ley Celaá de educación y la ley de eutanasia. Estas leyes parecen moderadas si las comparamos con proyectos de ley como el de la garantía integral de la libertad sexual (si es sí) la Trans, LGTBI, la de Memoria Democrática, la reforma de la Ley de Seguridad Nacional, etcétera.

El varapalo sufrido por el PSOE con la apabullante victoria de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, no ha cambiado su hoja de ruta un ápice. Tampoco parece que ha servido de aviso a los merodeadores de Moncloa, por lo que no pocos ciudadanos se han visto sorprendidos por el apoyo explícito de sindicatos, empresarios, banqueros y banqueras hereditarias, obispos fariseos y saduceos, tertulianos y medios dependientes del erario, al discurso sanchista que dice perdonar a los secesionistas catalanes para lograr la concordia porque, en el fondo, todos somos un poco culpables. Por supuesto se daba por descontado el apoyo más o menos entusiasta al gobierno de Sánchez de los lobbies empresariales catalanes: Foment del Treball, Cambra de Barcelona y Cercle d´Economia y gentes por el estilo, pero el implícito apoyo del presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) Antonio Garamendi y otros notables empresarios y banqueros, pone en evidencia el oportunismo sin principios de la élite empresarial.

Porque la elite empresarial española no puede llamarse a engaño tras 4 años de promesas incumplidas y leyes sectarias. Solo la ceguera codiciosa puede obviar que la palabra de Pedro Sánchez Pérez-Castejón es siempre provisional, que la inseguridad jurídica y política es marca de la casa, que su gobierno está incentivando la inflación del precio de la energía a través de los derechos del CO2, que la contrareforma de la reforma laboral que prepara la ministra comunista costará dinero, sangre, sudor, lágrimas y paro, que el déficit de las pensiones aumentará aún más el impuesto al trabajo, en fin, que las subidas de impuestos es bandera y paradigma del PSOE y sus aliados.

Ante los datos, es obvio que para la flor y la nata empresarial que representa al capitalismo clientelar cortoplacista que desde hace tiempo impera en España, la pela es la pela. Es ese cortoplacismo derivado de la caza de subvenciones, ese olor a sardinas que resucita a los gatos, ahora es el Fondo Europeo de Reconstrucción y el Next Generation EU. Una empanada rellena de más de 140.000 millones de euros que repartirá el gobierno entre 2021 y 2026. El postre lo compone las promesas implícitas de la Ley 7/2021 de cambio climático y transición energética. Así, para la CEOE esta ley «crea un marco para cumplir los objetivos de España en la lucha contra el cambio climático en el horizonte 2030-2050. La norma marca la senda de descarbonización de nuestra economía». ¡Olé el desarrollo sostenible, la resiliencia, la condena a la hoguera de huella de carbono y hasta la igualdad entre hombres y mujeres (fallo garrafal por no incluir toda la retahíla de géneros no gramaticales) promete esta ley!

Mientras tanto, la agitación y propaganda desplegada por el posmoderno sucesor de Willi Münzenberg apellidado Redondo, contiene grandes promesas para dentro de 30 años. Un mundo feliz diseñado con la perversión del lenguaje, el abuso de la ventana de Overton y la ocultación de la agenda estratégica del PSOE. Sin embargo, cuando se observa con algo de atención se pueden distinguir algunas pistas. Por ejemplo cuando dicen: «debemos de cambiar el modelo de Estado, dirigirnos hacia una nueva transición». Por supuesto, sus coaligados comunistas de Unidas Podemos no la ocultan y mucho menos los separatistas. Puede ser duro admitirlo, pero mucho más duro será rendirse a la evidencia cuando sea demasiado tarde. Todos ellos son hispanófobos, todos asumen las tesis identitarias más reaccionarias, todos odian a España como los bolcheviques odiaban a Rusia en 1917. Por consiguiente, maquinan para implantar la Unión de Repúblicas Socialistas de los Pueblos Ibéricos. Si lo logran nos meterán en el camino de servidumbre que hoy transitan los venezolanos, argentinos, cubanos, nicaragüenses, coreanos del norte, vietnamitas y chinos.

Plan España 2050

O un camino de servidumbre

22/05/2021.

El “Plan España 2050” tiene un subtítulo revelador: “Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo”. Una estrategia que, por diluida y camuflada, precisa 676 páginas que incluye un prólogo triunfalista firmado por el presidente del consejo de ministros del gobierno de España Pedro Sánchez Pérez-Castejón, con el retorcido título “España: un país con hambre de futuro” donde, por ensalmo, se han borrado los pesares del presente.

Es probable que las circunstancias del momento en que se ha presentado este Plan y la puesta en escena exagerada, haya malogrado el aplauso esperado por sus autores hasta el punto de haberse convertido en tema de chirigota. Pero la farsa derivada de su presentación como “performance” del Presi y la exageración de proyectar unas “estrategias” que conducirán a unos relucientes resultados dentro de tres décadas, me parecen que están despistando bastante al personal respecto a la intencionalidad de este Plan. Por supuesto, su credibilidad es muy endeble por cuanto el gobierno que lo lanza a bombo y platillo, ha demostrado, con creces, su impericia en el manejo de la crisis sanitaria y la consiguiente crisis económica, mientras que tiene serios problemas para calcular el PIB, el déficit y la deuda pública de este año.

Con la gesticulación y el tono vanidoso habitual, Sánchez Pérez Castejón presentó «un ejercicio de prospectiva estratégica» de futuro para «los españoles y españolas», sobre el escenario del Auditorio 400 del Museo Reina Sofía y ante un público conformado por los empresarios que han pedido las subvenciones procedentes del maná europeo. En este acogedor ambiente, apeló Sánchez a la concienciación medioambiental de los españoles, para justificar buena parte del Plan que establece las buenas conductas ciudadanas, las subidas de tasas, los modelos de transporte, consumo y alimentación que nos conviene, hasta el punto de prohibir los vuelos nacionales y subir impuestos a los billetes de avión para salvar el planeta. Y lo dijo un fulano que usa el avión oficial Falcon o el helicóptero hasta para ir a por el pan.

Acepto de antemano el reproche de abusar de lo anecdótico al señalar contradicciones entre el dicho y el hecho del presentador. Si lo hago es para manifestar que estamos ante un documento oficial que ha contado con la colaboración de 104 expertos coordinados por 8 aún más expertos, que han concretado unos objetivos para el Plan (retos los llaman) que son asumidos por el gobierno de la nación. Por lo tanto, me parece evidente que este Plan expresa la vocación del gobierno y los partidos que le apoyan, de intervenir y planificar la vida de los españoles a largo plazo, con el inequívoco fin de meternos en un molde configurado por sus ideologías. Veamos.

Lo de menos de este Plan es la retórica impostada de corrección política, lo sustancial es la utilización de un supuesto prestigio histórico del concepto planificación para el desarrollo. Claro que ese prestigio solo es factible si se borra del mapa histórico a los primeros planes, aquellos planes quinquenales totalitarios y totalizantes implantados manu militari en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por Stalin, cuyos lacerantes resultados deberían ser enseñados en las escuelas secundarias de todos los países democráticos. También parecen obviados los planes derivados de la gran depresión de 1929 anteriores al New Deal norteamericano. Por ejemplo, los que implantaron al estado como amo y señor, (“La nostra formula è questa: tutto nello Stato, niente al di fuori dello Stato, nulla contro lo Stato”) de Benito Mussolini. Adolfo Hitler siguió la senda de Mussolini y de Stalin cuando implantó, de la mano de Hermann Göring, un plan cuatrienal donde la empresa privada estaba obligada a cumplir con los objetivos redactados por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

Todavía se discute si el New Deal plasmado por Franklin Roosevelt entre 1933 y 1939 fue totalmente keynesiano o si el poderoso Harold L. Ickes fue quien escogió en que gastar y las reformas a realizar. No obstante, hoy pocos discuten que la entrada de EEUU en la II Guerra Mundial fue el detonador del paradigma económico norteamericano de posguerra, configurado con la amalgama de un cuarto de Keynes con tres cuartos de liberalismo de Harry D. White. Un sistema que se mantiene hasta el “Nixon Shock” de 1971, cuando Richard Nixon cancela los acuerdos de Bretton Woods y suspende la convertibilidad directa del dólar estadounidense al oro.

Es el célebre Plan Marshall iniciado en 1947 el dador de pátina y esplendor a los planes económicos. Con sus más de 100.000 millones de dólares de 2020, sigue siendo el oráculo de Delfos de la burocracia estatalista occidental. Poco importa que los datos pongan en duda sus éxitos. Así, se suele desdeñar que, mientras Gran Bretaña recibió más del doble que Alemania Occidental, su crecimiento económico fue mucho menor. De hecho, el milagro económico alemán “Wirtschaftswunder” poco tuvo que ver con el Plan Marshall (Las ayudas a Alemania en julio de 1951 sumaban 270 millones de dólares, de los cuales los alemanes devolvieron más de un tercio) y todo a las reformas liberales impulsadas por el ministro Ludwig Erhard a partir de 1949, consistentes en un programa radical de privatización y desregulación que eliminó todos los controles regulatorios y el complejo sistema fiscal impuesto por los nacionalsocialistas. También se puede verificar que Francia e Italia empezaron sus recuperaciones económicas antes de recibir la ayuda del Plan Marshall, mientras que Austria y Grecia recibieron mucha ayuda, pero su recuperación económica se inició mucho más tarde. Pero el «coge buena fama y échate a dormir», junto con el retorno paulatino del estado orondo e intervencionista, ha determinado que la UE sobrepasara su fin y haya abrazado la política de planes de distribución de fondos públicos entre países miembros. Poco a poco, la UE ha implementado planes cada vez más gruesos. De los primeros planes redistributivos hasta el penúltimo y ya olvidado Plan Juncker, con la gran crisis derivada de la pandemia, la UE ha plasmado su Plan Marshall, multiplicándolo por 20. Un “Plan de recuperación para Europa” por un total de 1,8 billones de euros que, junto con la expansión cuantitativa del Banco Central Europeo, alimentan dinero a espuertas que fortalece el capitalismo de amiguetes donde, cada Estado reparte dádivas a unas cuantas empresas y organizaciones amigas, al socaire de las transiciones climáticas y digitales más otros negocios verdes resilientes por subvencionados.

Llegado aquí parece conveniente preguntarse si el Plan España 2050 es un plan y, en el caso de serlo, de que tipo. Obviamente, no es reformista como el Plan Nacional de Estabilización Económica de 1959 o los tres planes de desarrollo del franquismo (1964-1975), basados en reformas estructurales para la liberación de la economía, al eliminar los últimos resortes intervencionistas del Estado derivados del período autárquico. Asimismo, los Pactos de la Moncloa de 1977 fueron forjados en reformas estructurales y de liberalización política. Tampoco contiene medidas de estímulo keynesiano o monetarista, sino que se sustenta en un «análisis diacrónico y prospectivo … realizado desde una perspectiva apartidista que antepone el rigor metodológico y la evidencia empírica a cualquier posición política». Entonces, ¿Cuál es su fin? Pues obviamente lograr que el modelo de régimen político y social explícito en el documento devenga hegemónico: «Creemos que España tiene que mirar más al futuro y que tiene que hacerlo de una forma distinta de la que suele mirar el presente: con menos crispación, más rigor científico, y un mayor optimismo». Entonces, estamos ante un Plan que quiere cambiar la mentalidad de los españoles, una versión posmoderna de los planes de Ernesto Guevara de construir “el Hombre Nuevo” en Cuba: «La Revolución no es únicamente una transformación de las estructuras sociales, de las instituciones del régimen; es además una profunda y radical transformación de los hombres, de su conciencia, costumbres, valores y hábitos, de sus relaciones sociales».

En 1944 se publicó “Camino de Servidumbre” donde Friedrich A. Hayek advierte que la planificación estatal lleva a un Estado omnipotente dirigido por una minoría que dice querer la igualdad, pero que inexorablemente conduce a la tiranía y la consiguiente pérdida de libertad individual. La historia confirmo esta tesis sobradamente.

Que el Plan España 2050 es un ensayo de planificación ideológica tan extenso como poco repasado, se evidencia en el cúmulo de contradicciones que contiene y en las sibilinas imposiciones. Por ejemplo; anuncia que se logrará la bonanza pero prescribe más gasto social y más impuestos verdes y menos consumo, luego la mejora de la educación no parece mejorar la conciencia medioambiental. Pero lo sustancial es preguntarse si queremos que nuestros descendientes vivan coaccionados por impuestos confiscatorios, sean obligados a alimentarse de un surtido salteado de tofu y kale con sésamo, seguido de gusanos ecológicos al dente y hamburguesa de levadura modificada genéticamente con sabor a carne de vaca. Si serán más felices utilizando teléfonos móviles encurtidos, viajando como sus bisabuelos en transportes colectivos, sufriendo la tiránica e inane pirámide laboral perpetuadora del desempleo masivo, pagando en silencio la infame y descomunal deuda del Estado, soportando sin rechistar la inmigración ilegal, la decadencia demográfica, la incertidumbre sobre la seguridad jurídica, la aniquilación de las pensiones públicas, mientras añoran los tiempos pretéritos en que la inquisición de la política de la cancelación y la vorágine identitaria, todavía no habían aniquilado el arte y la libertad.

EL SEGUNDO PLAN E DEL PSOE

O el I Plan Quinquenal del gobierno del Frente Populista y los separatistas

Pablo Rojo. 03/05/2021.

La demagogia andante asegura que hay que imprimir dinero para el pueblo y no para los bancos. Bajo esta consigna aparentemente solidaria, los EEUU de Biden y la UE de las burocracias, se han lanzado a tumba abierta a multiplicar dinero. Ya no les basta con la varita mágica de la expansión monetaria cuantitativa cocinada desde sus respectivos bancos centrales, ahora se endeudan para gastar solidariamente.

En realidad, el Plan de Recuperación para Europa es otra vuelta de tuerca de los planes de incentivación de la UE que subvencionan inversiones supuestamente estratégicas. Por supuesto, se presenta como fórmula excepcional ante una coyuntura difícil, pero resulta que, desde el Programa Eureka de la entonces CEE, la excepción se ha ido convirtiendo en normalidad. De hecho, este plan es el súmmum por la morrocotuda cantidad de dinero que reúne, nada menos que 750.000 millones de euros del paquete “Next Generation”, más 100.000 millones de euros del SURE. Estos 850.000 millones fueron acordados el 21 de julio de 2020, cuando los estragos económicos producidos por la pandemia de coronavirus apenas auguraban lo que vendría después.

Más que un conjunto de estímulos, este Plan parece inspirado en el neocartalismo que establece el dinero como criatura del Estado, pues rebasa, con creces, los estímulos de la expansión monetaria cuantitativa puesta en marcha por el Banco Central Europeo en marzo de 2015, tras los avatares producidos por la crisis del 2008. Recordemos que esta medida fue vendida como provisional para evitar el hundimiento del euro, de los bancos comerciales y, sobre todo, absorber la deuda pública hasta bajar los tipos de interés a 0 con la consiguiente expansión de dinero barato. Ahora se trata de unos fondos obtenidos con la emisión de deuda por parte de la Unión Europea, que serán repartidos a los estados miembros en función de varios parámetros, para que cada Estado los reparta en forma de subvenciones o préstamos, tanto al sector público como al privado, bajo unas condiciones acordes con la corrección política vigente.

En vez de condiciones, el Plan de Recuperación para Europa propone erigir un jardín de rosas sin espinas. Ahí es nada, se trata de estimular la investigación y la innovación, transiciones climática y digital justas, lograr la preparación, recuperación y resiliencia económica, un nuevo programa de salud, modernización de políticas tradicionales, como la de cohesión y la política agrícola común, en fin, esa quijotesca lucha contra el cambio climático al que se concede nada menos que el 30 % de los fondos. Además, el plan atiende a la protección de la biodiversidad y a la igualdad de género. Un auténtico Plan Quinquenal posmoderno que concede a cada estado de la UE la clarividencia de diseñar el futuro económico, la omnipotencia de repartir dádivas y la omnipresencia de controlar los resultados, eso sí, con la aquiescencia de la burocracia bruselense.

El Plan Quinquenal del gobierno del Frente Populista y los separatistas

A estas alturas, tener que advertir que el gasto estatal, ese dinero que “no es de nadie” según la ínclita Carmen Calvo, siempre, siempre y siempre es pagado por aquellos contribuyentes que trabajan en el sector privado de la economía. En el caso de España, en el momento que escribo y según la «Encuesta de Población Activa (EPA) – Primer trimestre de 2021- unos 16 millones de esforzados trabajadores españoles sostienen a 42 millones, es decir: a más de 3 millones de funcionarios, un millón de políticos y asesores adjuntos, a una población envejecida sustentada por cerca de 10 millones de pensiones públicas, 2,5 millones de personas que perciben prestaciones por desempleo, más alrededor de un millón que recibe una o más ayudas públicas (hay 22 partidas). Es decir, entre funcionarios, políticos-asesores, pensionistas y desempleados varios que perciben prestaciones del Estado suman 16,5 millones. O lo que es lo mismo, cada contribuyente real debe sostener a 1,032 compatriotas. Es obvio que esta situación es insostenible, con maná o sin maná de la UE.

Pues bien, al mismo tiempo que Biden presentaba en el Congreso su “Old Deal”, consistente en un paquete de 2.3 billones de dólares de gasto en infraestructuras y otros indefinidos incentivos económicos, el gobierno español presentó a Bruselas el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. De esta suerte, el gobierno español espera conseguir 140.000 millones de euros, entre transferencias y préstamos, desde mediados del 2021 hasta 2026.

Si tienen la paciencia de leer las 348 páginas del Plan Quinquenal, apreciaran que está redactado en la neolengua de madera vigente, pero sin caer en las molestas reiteraciones y paráfrasis de la neolengua inclusiva. Así, propone «inversiones y reformas, con un triple objetivo: apoyar a corto plazo la recuperación tras la crisis sanitaria, impulsar a medio plazo un proceso de transformación estructural, y llevar a largo plazo a un desarrollo más sostenible y resiliente desde el punto de vista económico-financiero, social, territorial y medioambiental». Estupendo, el problema surge al comprobar que el recuento de medidas basadas en los 4 ejes o condiciones del Plan de Recuperación para Europa mencionadas, acompañadas de imágenes de relleno bucólicas, para lograr «crecimiento sostenible e inclusivo mediante una estrategia consistente y coordinada», recuerda demasiado al cuento de la lechera. Nada más y nada menos que 30 propuestas llenas de diseño transversal, gobernanza, hasta llegar al desiderátum de, como Felipe González en 1982, prometer 800.000 puestos de trabajo «en sectores de futuro» indeterminados. Pero el primer reto que ofrece el texto de este plan es encontrar su estrategia. Y es que marea y despista tanto pleonasmo alrededor de las palabras gancho, del cúmulo de ecosistemas resilientes, biodiversidades, sostenibilidades, transiciones justas hacia digitalización, la ecológica, el cambio climático, la cohesión social y territorial, la igualdad de género, vuelta a los pilares transversales, la transición verde, la transformación digital, la cohesión social y territorial e igualdad de género. Y si difícil es encontrar la estrategia, mucho más complicado es hallar concreciones en «un paquete coherente y equilibrado de inversiones y reformas que se implementarán en los próximos 3 años dedicando casi el 40% de las inversiones a la transición verde, el 30% a la transición digital, el 10% a la educación y las habilidades y el 7% a I + D». El caso es que pretenden “movilizar” entre 2021-2023 inversiones públicas por importe aproximado de 70.000 millones de euros, y otros 70.000 millones en los tres años siguientes.

Y todo esto ¿quién lo paga y a quienes beneficia? Los embrolladores y beneficiarios del Plan responderán que la UE para socorrer a todos y todas. La verdad es que los paganos serán los de siempre, trabajadores por cuenta ajena y autónomos y empresarios alejados de las sinecuras otorgadas por los gobernantes. En algún caso y con mucha suerte, es posible que a alguno de entre los mencionados paganos le toque algún reintegro. Por supuesto, los premios gordos están ya repartidos entre la nomenklatura y las empresas cortesanas del erario, ya saben, Endesa, Iberdrola, Repsol, El Corte Inglés, ICL, Naturgy, etcétera. Solamente los proyectos presentados por Endesa e Iberdrola ya suponen uno de cada dos euros de las subvenciones totales de Europa para el conjunto del Estado español.

El abracadabra engañoso está implícito hasta en el título del principal paquete del maná: Next Generation EU (NGEU). Así, parece que se trata de un formidable esfuerzo para mejorar el futuro de la próxima generación, cuando en realidad, les endilgamos una monstruosa deuda que tendrán que pagar. De hecho, la UE tiene previsto emitir 850.000 millones de euros en bonos, durante los próximos 5 años e incrementar su techo de gasto hasta el 2,0% del PIB (unos 70.000 millones de euros adicionales por año). De esta guisa, se aumentarán los derechos de aduana, las contribuciones de los Estados miembros sobre la base del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), las contribuciones basadas en la renta nacional bruta (RNB), el nuevo impuesto sobre los plásticos no reutilizables y, a partir de junio de 2024, el impuesto sobre las transacciones financieras e impuestos a las empresas con una nueva base imponible común del impuesto sobre sociedades.

¿Estamos ante el reinflado de la gran burbuja de liquidez creada en 2009 que apenas ha producido un crecimiento ínfimo?

De momento, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento queda en suspenso sine die. Sin embargo y a pesar de la recesión producida por la pandemia, unos cuantos países, que hasta ahora no eran del grupo de los frugales como Francia e Italia, han decidido reducir las cargas fiscales para relanzar la economía. Justo lo contrario que establece en su plan el gobierno español. En cualquier caso, resulta preocupante que la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) se considere incapaz de calibrar el crecimiento que aportará el Plan de Recuperación a la economía española. No me extraña.

Por otro lado, afirmar que el gobierno español recibirá 140.000 millones de euros limpios es una falsedad. Las cuentas derivadas de nuestros compromisos como miembros de la UE, establecen que nuestra aportación será equivalente a nuestro peso económico.

Incluso aceptando que el dinero previsto llegue en tiempo y forma, es evidente que al Plan Quinquenal gubernamental le sobra palabrería y le falta concreción. Las reformas estructurales son retoques, la frugalidad y la productividad están vedadas, mientras la imprescindible reforma laboral que implante la flexiseguridad es un vade retro para el gobierno del Frente Populista Separatista.

Ante este panorama, conviene armarse de coraje y paciencia para tratar de evitar, en la medida de lo posible y con los ingenios que cada uno pueda tener, que este Plan Quinquenal no sea la repetición en forma de farsa del estéril y despilfarrador Plan E de Zapatero.

P. S. Mientras estaba pasando el texto a formato html para publicarlo en este blog, los medios no adscritos a las indicaciones de Moncloa han activado la primera alarma sobre los propósitos que se esconden entre los recovecos de la verbosidad progre, ya saben, el trampantojo inclusivo, transversal, movilidades sostenibles, seguras y conectadas … a las brechas de género … Efectivamente, en el Anexo IV, página 341, apartado 28. Adaptación del sistema impositivo a la realidad del siglo XXI, subrayan:«Por otro lado, se incluye la paulatina desaparición de la reducción por tributación conjunta mediante el establecimiento de un régimen transitorio, debido a que genera un desincentivo a la participación laboral del segundo perceptor de renta (principalmente mujeres)». Si perpetran esta medida, significará una subida de impuestos de 2.400 millones de euros que pagarán más de 2 millones de familias, es decir, la sustracción de 1.150 euros al año a cada familia o, lo que es lo mismo, más de 4 millones de contribuyentes de todo tipo de renta y condición. Que un día antes de las elecciones de la CAM, la ministra desparpajo matice la medida, solo garantiza que el gobierno tiene el firme propósito de imponerla.

Caminos sobre la mar integra una crónica sobre los principales acontecimientos políticos, económicos y sociales ocurridos en España y el resto del mundo durante buena parte del siglo XX y en las dos primeras décadas del siglo XXI.

EL HETEROPATRIARCADO POSCOMUNISTA

Escribir sobre las maquinaciones y tramoyas que se perpetran en los despachos gubernamentales y anexos mediáticos, con la que nos está cayendo a los españoles, parece una banalidad si no fuera porque el duunvirato Sánchez-Iglesias adoptó, desde el principio de la pandemia hace ya un año, «la guerra de trincheras de los tiempos modernos» contra quien no se pliegue a sus mandatos. Con el estado de excepción como venablo, el gobierno de lo que queda de España, conformado por quienes la cuestionan como nación y sustentado por quienes la quieren desmembrar o destruir, se dedica a imponer leyes ideologizadas y contubernios desbaratadores impasible el ademán ante los datos de la brutal crisis sanitaria/humanitaria, económica y social. Obviamente, son conscientes de los destrozos que están causando, pero confían que atrapando y manejando a su antojo el maná europeo, lograrán perpetuarse reinando en el clientelismo mesocrático. Un patronazgo que teje la tela de araña de lealtades al gobierno de un Estado cada día más orondo, ineficaz, costoso e inerme.

La patética representación de jueguitos de tronos rodeados de muertos, desempleados, arruinados, desahuciados y millones y millones de damnificados, al tiempo que se barrunta un futuro plagado de siniestras incertidumbres, es la prueba inequívoca de las derivas de unos políticos púberos que han enfangado a la sociedad con sus alucinaciones sectarias. Al punto que, con sus ensoñaciones populistas poscomunistas inspiradas en la Escuela de Essex, han infectado la sociedad de emocionalidad, sentimentalismo, simpleza y maniqueísmo.

Mientras que la tesis doctoral de Sánchez Castejón parece un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma, las de Íñigo Errejón Galván y Pablo Iglesias Turrión se basan en el postmarxismo populista de los encumbrados predicadores de la Escuela de Essex: Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Lejos de las profundas indagaciones filosófico-economicistas de Marx, las especulaciones de Laclau y Mouffe se circunscriben en la conquista del poder mediante un arreglillo de la “hegemonía” gramsciana sazonada con peronismo montonero ligero. El truco, según la tesis doctoral de Iglesias Turrión, consiste en ir abrazando, como oso famélico, «movimientos sociales globales: antisistémicos, múltiples y postnacionales como sustitutivo de la clase social y motor del cambio social que han desarrollado sus teorías concretas». Esos movimientos “significantes vacíos y flotantes” de atribulados, son amontonados en un contrato identitario conformado por los míos y las mías, hasta lograr cristalizarlos en un bloque de víctimas acaudilladas por el líder carismático.

El capitalismo, por muy globalizado y mal absoluto que se le otorgue, no es suficientemente virulento para asentar la farsa. Así, las diferentes reivindicaciones de cada movimiento identitario de víctimas, de colonizados, de géneros y trans varios, de nacionalistas, indigenistas, ecologistas y animalistas sin fronteras contra la globalización, guiados por la superioridad moral altiva, pancartista, faltona, acusica y estridente, con una larga cambiada estalinista patentó el trampantojo llamado heteropatriarcado. Entonces, el programa del amado líder establece que; para librar a cada tribu identitaria del conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno llamado heteropatriarcado, es necesario implantar un Estado patrón en cada cultura, nación o estirpe, hasta lograr hacer del mundo una guardería en donde no falte el homicidio a petición del desesperado dolorido, suministrado por la sanidad pública única y verdadera.

En este contexto, que el patriarca rabadán de tribus disparejas situadas en posiciones disímiles sobreactúe colmado de egolatría y belicosidad, es de una lógica aplastante. A él no se le aplica la policía moral del Me Too, ni se le señala y culpa sin juicio. Es él quien señala y condena, quien desdeña su responsabilidad por la hecatombe en las residencias de ancianos, quien se otorga la potestad de designar herederos o proclamarse candidato del lugar que mejor le convenga y plazca.

En fin, recordemos que la historia está llena de iluminados voluntaristas del ¡sí se puede! que destrozaron la vida de muchos de nuestros antepasados. Impedir que la historia se repita, como tragedia o como farsa, es una obligación democrática.