Alquimia Social

De las ideologías totalizantes y totalitarias disfrazadas de ciencia

30/05/2022.

Como Churchill, Benjamin Franklin parece ser una fuente inagotable de frases sentenciosas sobre la libertad. En cualquier caso, la advertencia: “quien sacrifica la libertad para alcanzar la seguridad, acaba por no tener ni una ni otra” ha sido confirmada por la historia. Ocurre que las vicisitudes que atraviesan hoy las sociedades occidentales democráticas, en buena medida consecuencia de graves errores cometidos por sus dirigentes, están reproduciendo reacciones similares a las acaecidas en Europa al final de la I Guerra mundial. A la sazón, el sacrificio de la libertad fue justificada entonces con el objetivo de lograr el igualitarismo social y la prosperidad para la clase oprimida y/o alcanzar la dignidad de la nación aplicando el darwinismo social-racial. A pesar de que el resultado de aquella abdicación de la libertad es bien conocido, parece que Europa ha olvidado la esencia del monstruo tiránico de tres cabezas; comunismo, fascismo y nacionalsocialismo, que produjo la mayor carnicería humana de la historia. Así, hoy en occidente existe una tenaz resistencia por parte de la intelligentsia exquisita, para reconocer al monstruo resultante de la aniquilación de la libertad en la alianza (por el momento tácita) de dos regímenes brutales y oligárquicos como China y Rusia, junto con sus potenciales satélites en Iberoamérica y Asia.

En este contexto, por su posición geográfica como puente entre Europa y el norte de África, puerta hacia el Atlántico por su proyección hacia Iberoamérica y Finisterre de Europa, su entorno geopolítico y membresía en la UE y en la OTAN, ser el puntal occidental del Mediterráneo, atesorar un patrimonio cultural extraordinario y contar con el segundo idioma internacional, España debería tener un peso fundamental en la contribución a la paz y seguridad internacional, dentro del bloque de países democráticos occidentales. Sin embargo, desde hace al menos tres décadas, sufre una constante deconstrucción como nación que reduce ostensiblemente su influencia internacional y el sosiego de sus ciudadanos sobre el presente e inmediato futuro.

Una deconstrucción que desde 2018 en que el Sanchismo tomó el poder del Estado aliado con comunistas de etiquetas diversas y nacionalistas supremacistas vascos y catalanes, se ha disparado con la ocupación irregular de las instituciones y su consiguiente manipulación sectaria. Así, el gobierno de coalición liderado por el PSOE de Sánchez Castejón, prosigue en el empeño letal aprobando leyes ideológicas inconstitucionales que aniquilan la igualdad de los ciudadanos ante la ley e impone desigualdades en función del sexo, además de erradicar el mérito y la ética deontológica en la educación y el trabajo. Asimismo impone por ley un modelo energético costosísimo basado en el climatismo vulgar, practica el privilegio medieval del indulto gubernativo para, contra la opinión de jueces y fiscales, agraciar a golpistas supremacistas y a otros delincuentes condenados por su condición de camaradas de las sectas que proclaman aniquilar el dar vida como proyecto existencial. Además, instaura como derecho el aborto sin permiso parental para menores de 16 años, implanta la inseguridad jurídica dominando la fiscalía, promueve el retorno de aquel proletario de los años 30 republicanos que solo tenía que perder sus cadenas, frente a los trabajadores propietarios de su vivienda propiciado por el franquismo, en fin, posterga a la familia y acelera con ello el hundimiento demográfico, mientras impulsa el animalismo que equipara en derechos a humanos y animales hasta el punto en que; en el momento que escribo estas líneas, en España hay más de siete millones de perros y gatos (perrhijos) y apenas seis millones de niños menores de 14 años.

Todas estas decisiones son aderezadas por un despilfarro del erario inédito en nuestra historia, incluyendo épocas de guerra como la Guerra hispano-estadounidense de 1898. Estos y otros desafueros que no detallo por no alargarme, son perpetrados siguiendo al pie de la letra la estrategia gramsciana de la toma total del poder del Estado donde, el nuevo príncipe: “el partido”, junto con sus aliados los intelectuales orgánicos, imponen la hegemonía cultural, en cualquiera de sus formas y sobre la vida cotidiana de los sujetos, para lograr la conquista del poder político y la construcción de un nuevo Estado. La tarea de materializar la mesiánica y ansiada hegemonía, desde hace unas décadas se la denomina ingeniería social.

La locución ingeniería social fue acuñada por el filósofo de la ciencia Karl Popper para denunciar la “ingeniería” utópica u holística que pretende arreglar «de una vez por todas» el todo social. El propósito es modificar la conducta humana para que se adapte a la ideología del “ingeniero social” que, de hecho, no es más que un chamán. Con ello Popper denuncia el cientificismo de las ideologías políticas basadas en la creencia, al estilo platónico, de un ideal absoluto e inmutable convencido de que existen métodos racionales para determinar, de una vez y para siempre, cuál es ese ideal y cuáles son los mejores medios para la realización del Estado perfecto.

Que Popper utilizará la locución que establece el uso de principios científicos para diseñar y construir máquinas, estructuras, puentes, túneles, caminos, vehículos, edificios, sistemas, procesos, etcétera, para denunciar en “La miseria del historicismo” (1945) «En memoria de los incontables hombres y mujeres de todos los credos, naciones o razas que cayeron víctimas de la creencia fascista y comunista en las Leyes Inexorables del Destino Histórico» la superchería de la pretensión científica del materialismo histórico marxista, es una excelente alegoría que, sin embargo, ha sido banalizada y retorcida hasta la náusea. Porque la contrastación empírica de las hipótesis marxista en todos y cada uno de sus experimentos ha sido falsada claramente.

Si bien el marxismo, en sus diversas ramificaciones, es la ideología que encabeza cronológicamente el cientificismo desde el siglo XIX, otras muchas le siguieron con las mismas pretensiones de ser ciencia. Positivismo, fisicalismo, biologismo evolucionista y antropológico con su derivadas animalistas, el psicologismo conductista, el psicoanálisis, etc. son ideologías cientificistas, meras convicciones fundamentales acerca de la estructura de la realidad y del significado y fines de la acción humana, que proporcionan una visión especifica de la realidad que otorga al creyente una visión del mundo cerrada y excluyente. Todas reclaman estatus de certeza científica y se proclaman como fuente única de la verdad. Todas conforman sistemas cerrados de ideas que se convierten en fuente de toda verdad y de toda rectitud práctica y moral. Todas pretenden transformar la realidad, sobre todo social, prometiendo a sus creyentes una emancipación idealizada. En realidad, todas estas ideologías son sistemas de creencias para legitimar intereses particulares.

Ciertamente, el que individuos que no han cotizado a la SS un sólo día de su vida, pagado un solo sueldo, creado una sola empresa o abonado una sola cuota de autónomos sean Ministros del gobierno de España, incluso ministras de trabajo, es inaudito. Quizá la única explicación a esta anormalidad se obtenga constatando que, trascurridas tres décadas largas desde la implosión de la URSS pervivan y se reinscriban ideas que legitiman la dominación de una parte de la sociedad sobre otra. Que, entretanto, hayan caído en saco roto las sucesivas denuncias contra las imposturas intelectuales de los predicadores posmodernos con ínfulas científicas. Que a pesar de los desastres causados a la humanidad, las ideologías cientificistas redentoristas mantengan prestigio a costa de ocultar y manipular los resultados de su práctica, manipulación ahora vehiculada a través del caos lingüístico y la confusión babélica repleta de armas arrojadizas contra el librepensador. Que, en esencia, sigan siendo totalizantes y totalitarias, fundamentadas en convicciones cerradas sobre la realidad, el significado y los fines de la acción humana. Que persistan en proporcionar una visión del mundo cerrada y excluyente. Que sus estrategias se fundamenten en la defensa de intereses tribales inductores de derivas esquizofrénicas.

Hablo de doctrinas concebidas para legitimar la dominación y el poder, de un cáncer metastásico que están sufriendo las sociedades occidentales aún democráticas que puede aniquilarlas. España está muy enferma.