Viejas doctrinas resucitadas convertidas en lucro infame
LOS ANTIGUOS ENSUEÑOS DEL GNOSTICISMO
UN MUNDO FELIZ
WOKEISMO O JUSTICIA SOCIAL CRÍTICA
EL PECADO ORIGINAL HETEROPATRIARCAL
DISFORIA DE GÉNERO
TRANSHUMANISMO Y TRANSEXUALISMO
¿CÓMO SE IMPLANTÓ EL WOKEISMO EN OCCIDENTE?
LA NEOLENGUA ORWELLIANA LGBTQIAPN+
EL DESEO COMO DERECHO
EL LUCRO INFAME DEL MUNDO FELIZ CÍBORG POSTGÉNERO
LOS ANTIGUOS ENSUEÑOS DEL GNOSTICISMO
Desde los umbrales de la historia, la humanidad ha pretendido sobrepasar su devenir, trascender lo natural inventando realidades, produciendo, al mismo tiempo que conceptos y artefactos, un mejor devenir, incluida la eternidad. No obstante, esa ambición no está exenta de precauciones realistas que suelen reflejarse en advertencias en forma de mitos. El de Prometeo expone las consecuencias de retar la sabiduría de los dioses inmortales. El de Adán y Eva cuenta las graves secuelas de ingerir los frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal prohibido por Yahvé quien, furioso por la desobediencia, expulsó a Adán y Eva del paraíso condenándoles a la muerte, el dolor, la vergüenza y el trabajo: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás»» (Génesis 3:19) y «parirás a tus hijos con dolor» (Génesis 3:16). Pero la conciencia de la finitud de la condición humana supone una fuerza generadora capaz de propulsar un anhelante deseo de inteligencia infinita, de belleza y superación de las limitaciones biológicas, el ensueño de liberar al fin la chispa divina atrapada en el cuerpo mortal y devenir dioses parejos a los mitológicos griegos.
La RAE define la eugenesia como el “estudio y aplicación de las leyes biológicas de la herencia orientados al perfeccionamiento de la especie humana”. En realidad, la palabra emanada del griego significa buen origen y fue adoptada por el pensador británico Francis Galton en su obra publicada en 1883 con el título: “Investigaciones sobre las facultades humanas y su desarrollo» (Inquiries into Human Faculty and its Development), apoyándose en la teoría darwiniana de la selección natural. Se trata de una tesis cientificista que pretende la mejora del linaje humano. Sin embargo, la primera noticia que tenemos de práctica eugenésica se remonta al siglo V a. C. con la agogé espartana que pretendió conseguir toda una estirpe de seres humanos física e intelectualmente mejores. Más tarde, Platón en “La República” alentó la instauración de matrimonios pactados entre hombres y mujeres con las mejores capacidades físico-intelectuales, con el fin de engendrar a los mejores ciudadanos posibles para su república ideal.
El gnóstico especulativo Carlos Marx, como gran teólogo de la religión secular (Voegelin), cuyo dogma fundamental es que la existencia social determina la conciencia (él lo sabía mejor que nadie pues despilfarró su herencia y la copiosa de su mujer y no trabajó a pesar de que sus hijos pasaron hambre), desliza afirmaciones que implican una transformación de la naturaleza humana, estableciendo al hombre como constructor de sí mismo: «El hombre que sólo ha encontrado su propio reflejo en la fantástica realidad del cielo, donde buscaba un superhombre, ya no estará dispuesto a encontrar sólo la apariencia de sí mismo. Allí donde busca y deberá encontrar su verdadera realidad pues la esencia humana carece de verdadera realidad».
Basándose en la eugenesia de Galton, surgió a principios del siglo XX el «darwinismo social» para mejorar la «higiene racial». El darwinismo social fue aplicado en numerosos países. En 1907 se aprobó en Indiana (EEUU) la primera ley destinada a “prevenir la procreación de criminales confirmados, idiotas, imbéciles y violadores”. La esterilización obligatoria de las personas consideradas ineptas se extendió por países como Japón, Australia, Canadá y los países escandinavos regidos por partidos socialistas. La legislación eugenésica de esterilización involuntaria y coercitiva fue abolida en el Estado de California en 1979. En Suecia, sigilosamente, fue abolida la esterilización forzada de idiotas, indígenas, gitanos y personas vulnerables en 1996. Bajo la inspiración del médico y biólogo, Alfred Ploetz, Hitler culminó la política de higiene racial con las Leyes de Núremberg de 1935.
En la por entonces flamante Unión Soviética, León Trotski en “Literatura y revolución” (1924) escribió: ”La especie humana, el perezoso Homo Sapiens, ingresará otra vez en la etapa de la reconstrucción radical y se convertirá en sus propias manos en el objeto de los más complejos métodos de la selección artificial en oposición a la selección natural darwiniana y del entrenamiento psicofísico. El hombre logrará su meta… para crear un tipo sociobiológico superior, un superhombre si se quiere”. Al mismo tiempo, el primer ensayo de bolchevismo eugenésico desarrollado por Iliá Ivanovich Ivanov consistente en híbridos entre humanos y simios fue un rotundo fracaso que Stalin disimuló con la entelequia del “hombre nuevo soviético” cuya primera figura ejemplar fue el minero Alekséi Stajánov; trabajador hiperproductivo pleno de virtudes socialistas; belleza, fuerza física y moral, un héroe del trabajo socialista tan escaso como los auténticos socialistas. Ernesto Che Guevara, tras su monumental fracaso como ministro de industrias durante los primeros cuatro años de dictadura castrista, consideró que sin gentes como Stajánov no era posible una sociedad socialista y mucho menos comunista, por lo que era imprescindible generar el hombre nuevo socialista desde los inicios de la revolución.
Acabada la Segunda Guerra Mundial y tras la constatación de las terribles consecuencias de la eugenesia nazi y el holocausto, junto con las purgas estalinistas y la institucionalización del Gulag, en 1947 Ludwig von Mises publica: “Caos planificado: Epílogo a Socialismo” en donde señala a la eugenesia o darwinismo social como leitmotiv de los totalitarismos disfrazados de igualitarismo; «El plan nazi era más completo y por lo tanto más pernicioso que el de los marxistas. Su objetivo era abolir el laisser-faire no sólo en la producción de bienes materiales, sino también en la producción de hombres. El Führer no sólo era el director general de todas las industrias; también era el director general de la granja de cría con la intención de formar hombres superiores y eliminar a los inferiores. Un grandioso esquema de eugenesia debía ser puesto en práctica de acuerdo a los principios “científicos”».
UN MUNDO FELIZ
En la magnífica novela distópica “Un mundo feliz” escrita en la década de 1930, Aldous Huxley describe las tecnologías que configuran un modelo social que controla a la mayoría de la población. Es el Estado omnipotente dirigido por la minoría Alpha descendiente de la vanguardia revolucionaria, quien dictamina la reproducción humana en “Centros de Incubación y Condicionamiento”, utilizando la técnica de clonación del método de Bokanowsky en función de su condición genética, previamente alterada, para dividir a la sociedad en castas, desde los Alpha hasta los Epsilon, de mayor a menor inteligencia. Por supuesto en la formación de los infantes se utiliza un método tecno-inductivo a través del sueño, mientras que a los ciudadanos se les imbuye en un sistema de placeres y trabajos predeterminados en función de su casta social. La estabilidad social absoluta se logra estableciendo el hedonismo a través del consumo de ansiolíticos versátiles «soma» que procuran felicidad y despreocupación, al tiempo que se promueve un liberalismo sexual donde «todos son de todos» y las relaciones son consumadas sin celos ni remordimientos; es decir, una suerte de poliamor donde uno puede gozar sin riesgo. Bajo este supuesto estado de libertad, entretenimiento, satisfacción y confort, las personas se convierten en instrumentos al servicio del engranaje técnico-social. «La rueda debe girar continuamente, pero no al azar. Debe haber hombres que la vigilen, hombres tan seguros como las mismas ruedas en sus ejes, hombres cuerdos, obedientes, estables en su felicidad» de un mundo frío y vacío.
La descripción que hace Huxley de la ilusoria democracia estatalista hoy nos resuena muy familiar: «Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros de la que los presos ni siquiera sonarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre».
En 1984, la catedrática de la Universidad de California que se define como feminista-socialista-transhumanista o cibor-feminista, en su “Manifiesto para cyborgs” describe la biopolítica de su admirado Michel Foucault como: “una fláccida premonición de la política cyborg”. Así, la filósofa estableció la imperiosa necesidad de abolir tres fronteras:
1ª: Entre lo humano y lo animal.
2ª Entre organismos y máquinas.
3ª Entre lo físico y lo inmaterial.
Sobre estas premisas, Haraway abrió otra vasija de Pandora a través de un extenso catálogo que pretende «destruir la coartada burguesa, biempensante, banal, que encubre formas de dominación y ocultamiento de lo otro, de lo negado, reprimido, atormentado y sometido a dominación llamada humanismo». De este modo, Haraway establece que el humanismo adolece de dualismos que deben superarse porque entronizan un miembro del binomio mientras degradan y explotan al otro: «Los más importantes de estos turbadores dualismos son: yo/otro, mente/cuerpo, cultura/naturaleza, hombre/mujer, civilizado/primitivo, realidad/apariencia, todo/parte, agente/recurso, constructor/construido, activo/pasivo, bien/mal, verdad/ilusión, total/parcial. Dios/hombre».
En lugar de propiedades esenciales, para Haraway su cyborg convierte los conceptos “eugenesia” y “perfección” en “control de la población” y “optimización”. Si bien los términos «óptimo» y «control de la población» carecen de los matices ideológicos totalizadores de una «raza superior» o de «débiles mentales«, tales categorías obligan a elegir qué tipo de personas debería haber, fragmentadas o no, y por lo tanto qué tipo de personas deberían existir.
WOKEISMO O JUSTICIA SOCIAL CRÍTICA
A finales de la década de 1980, un grupo de académicas norteamericanas, entre ellas la filósofa posestructuralista, Judith Butler, la antropóloga cultural Gayle Rubin, el ingeniero o ingeniera, Sandy Stone y la historiadora devenida luego profesora transgénero de hombre a mujer, Susan Stryker, establecieron las reglas de la “teoría queer” y los “estudios transgénero”. Estas académicas decretaron que el género era una “construcción social” utilizada para oprimir a las minorías raciales y sexuales, y denunciaron las categorías tradicionales de hombre y mujer como un falso binario concebido para apoyar el sistema de “heteronormatividad”: es decir, los hombres blancos con su estructura de poder masculina y heterosexual. Este sistema, argumentaron, debía ser destruido sin piedad. Y la mejor manera de lograrlo es promover el transgénero. Si los hombres pueden convertirse en mujeres y las mujeres en hombres, aventuraban, la estructura natural biológica podría ser derribada.
Con estos mimbres se configuró el Wokeismo o Justicia Social Crítica como enfermedad senil del marxismo. Una doctrina que renuncia abiertamente a los principios de la ilustración como el universalismo y la objetividad, para zambullirse en un fundamentalismo identitario que se ha coronado en poder fáctico intimidatorio en los países anglosajones, para luego instalarse en las instituciones políticas y culturales de las izquierdas de occidente y asumida por las grandes empresas multinacionales como estrategia comercial. En el caso de España, en el momento que redacto este suelto, sus prosélitos están gobernando la nación y legislando según el catecismo woke consistente en la “racialización” de la política y la sociedad (cultura) en los siguientes términos: tu identidad racial, sexual o de género definirá el 100% de tu existencia. Por consiguiente, eres víctima o victimario. Como con el marxismo-leninismo, no hay posibilidad de diálogo pues la dialéctica sigue siendo la oposición explotador-explotado o dominante-dominado.
EL PECADO ORIGINAL HETEROPATRIARCAL
Uno de los aspectos más controvertidos del cristianismo es el pecado original al tratarse de un pecado «contraído» por herencia y, por tanto, no «cometido«. Sin embargo, se trata de un claro aviso contra la tentación de pretender devenir dioses como les prometió el demonio si desobedecían a Dios. Por el contrario, el pecado original que la doctrina woke aliada al transhumanismo, deriva del nihilismo antropológico con su derivada histórico-presentista. El hombre blanco violento y opresor que estableció la esclavitud y el racismo como instrumentos de dominación, es decir, el hombre blanco occidental heteropatriarcal es culpable desde que nace porque hereda el pecado original llamado heteropatriarcado. Poco importa que otras culturas y razas también fueran racistas y esclavistas, por cuanto son presentadas como víctimas. Condenados los varones blancos occidentales cuan manzana plagada de pecados estructurales, sociales y económicos que ha ‘envenenado’ a las minorías, a las mujeres y a la comunidad LGBTQIAPN+, su única posibilidad de perdón y rehabilitación es asumir sin rechistar la doctrina.
DISFORIA DE GÉNERO
En 2008, Susan Stryker radicalizó su tesis ideológica transgénero describiéndola como “sermón secular” que aboga sin contemplaciones abrazar un poder disruptivo y refigurativo de género queer o transgénero como recurso espiritual para la transformación social y ambiental. En el ensayo más conocido de Stryker, “Mis palabras a Victor Frankenstein sobre la aldea de Chamounix: Performing Transgender Rage”, sostiene que el “cuerpo transexual” es una “construcción tecnológica” que representa una guerra contra la sociedad occidental. «Soy transexual y, por tanto, soy un monstruo», escribe Stryker. Y este monstruo, continúa, «está destinado a canalizar su rabia y venganza contra el orden heterosexual naturalizado; contra los valores familiares tradicionales; y contra la opresión hegemónica de la propia naturaleza». Sobre esta tesis se desarrolla el concepto disforia de género que se caracteriza por una incongruencia entre el género experimentado o expresado por un individuo y el género biológico cuando nació.
Recordemos que la eugenesia industrializada de la Alemania nazi, fue dirigida por los médicos alópatas Victor Brack y Joseph Mengele. Ambos realizaron varias cirugías experimentales de «reasignación de género«.
TRANSHUMANISMO Y TRANSEXUALISMO
En el primer punto de la conocida como Declaración Transhumanista, en la última versión promulgada en diciembre de 2017, se manifiesta la convicción sobre la viabilidad de “rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento y nuestro confinamiento al planeta Tierra”.
Aunque existen varias tendencias y derivaciones, el fundamento filosófico y antropológico más característico del transhumanismo es el reduccionismo materialista: el hecho de concebir al ser humano como un conjunto de genes, neuronas, células, que funcionan como una máquina que, en el fondo, es “chatarra biológica” que ha de ser mejorada. Así, la evolución natural ha llevado a que el producto sea defectuoso, por lo que hemos de tomar nosotros las riendas del desarrollo futuro, aplicando la ciencia y la técnica a esa máquina imperfecta para elevarla hasta la perfección. Se mezclan aquí materialismo, reduccionismo y mecanicismo, al concebirse únicamente al ser humano en su dimensión material. Por supuesto, se excluye la espiritual y trascendente. Por el momento, se aprecian tres tipos de transhumanismo:
I. Transhumanismo cultural inspirado en la crítica postmoderna […] contra el humanismo y el proyecto de la modernidad.
II. Transhumanismo biológico reivindicador del ideal ilustrado de la perfectibilidad potencialmente infinita del ser humano […] a través del “biomejoramiento” humano que persiguen las tecnociencias (fundamentalmente la biología y la medicina genética).
III. Transhumanismo cibernético, que sería en realidad un auténtico posthumanismo, en la medida en que pretende crear una nueva especie a partir de la hibridación hombre/máquina y que recurre preferentemente a la robótica y la IA pero sin descartar la biología.
El famoso Yuval Noah Harari, autor de superventas cientificistas como “Sapiens” y “Homo Deus”, plantea un futuro en el que la selección natural sea sustituida por una selección artificial y demográfica, donde la voluntad del hombre sea el único criterio rector para gobernar el rumbo de la vida (posthumana), vida que probablemente será transespecie, exoplanetaria y posgénero. En un hipotético futuro cíborg (Cybernetic + Organism), quien no suscriba y no siga los postulados transhumanistas, corre el riesgo de integrar una subespecie.
¿Una subespecie donde persista el dimorfismo sexual o será al contrario?
¿Cuándo y cómo transhumanismo y transexualismo convergen en una trampa macabra donde caen y se mezclan igualitaristas de toda laya posmarxista y liberales wokes?
¿CÓMO SE IMPLANTÓ EL WOKEISMO EN OCCIDENTE?
Para responder a esta pregunta es imprescindible consultar al teórico marxista-leninista italiano del siglo XX Antonio Gramsci, quien desarrolló el concepto de hegemonía cultural a partir de la teoría de Marx que determina que la ideología dominante de la sociedad refleja las creencias e intereses de la clase dominante. Gramsci argumentó que el consentimiento al gobierno del grupo dominante se logra mediante la difusión de ideologías (creencias, supuestos y valores) a través de instituciones sociales como escuelas, iglesias, tribunales y los medios de comunicación, entre otras. Estas instituciones hacen el trabajo de socializar a las personas en las normas, valores y creencias del grupo social dominante. Como tal, el grupo que controla estas instituciones controla al resto de la sociedad.
De los analistas que conozco, quien considero que ha estudiado con notable rigor la implantación del wokeismo en EEUU (y luego en todo occidente) a través de la estrategia gramsciana es el escritor, cineasta y activista cultural y político, Christopher F. Rufo autor de “America’s Cultural Revolution: How the Radical Left Conquered Everything” (La revolución cultural estadounidense: cómo la izquierda radical lo conquistó todo -2023).
En este ensayo, Rufo describe la larga marcha de la izquierda estadunidense desde la publicación en 1964 de “El hombre unidimensional” del marxista de la Escuela de Frankfurt Herbert Marcuse, hasta la dominación absoluta de las instituciones durante la presidencia de Barack Obama. Se trata de un riguroso relato histórico de cómo los radicales marxistas revolucionarios, a menudo violentos, trasladaron su ideal utópico del proletariado a las minorías raciales primero y más tarde a las sexuales. Rufo hace hincapié en el papel de figuras y organizaciones históricas clave con raíces en el tumulto de los años sesenta desde; Herbert Marcuse y la Weather Underground, Angela Davis y las Panteras Negras, y Paolo Freire y su acólito Henry Giroux, hasta los actuales movimientos Antifa y Black Lives Matter. Y esta, en apariencia, sorprendente victoria del izquierdismo radical reaccionario en la nación capitalista por antonomasia, ha sido posible gracias a que la dispersa doctrina woke o justicia social crítica, ha logrado explotar los viejos demonios de la sociedad norteamericana sacralizando a los grupos sociales históricamente marginados y utilizando etiquetas aparentemente inocuas como «diversidad» o «inclusividad», mientras que los conservadores y liberales estaban en la inopia celebrando su victoria frente a la URSS.
De este modo, la justicia social crítica aliada con el transhumanismo utilizó el entrismo de sus militantes en las universidades como trampolines para controlar escuelas, cultura, arte, medios de comunicación, tribunales de justicia, burocracia estatal, élite política y, al fin, corporaciones capitalistas. La legislación norteamericana sobre acoso consagró la idea de que la libertad de expresión debe suprimirse para eliminar los «entornos hostiles» definidos subjetivamente para los grupos protegidos. El Título IX prohíbe la discriminación por razón de sexo en cualquier programa educativo que reciba ayudas federales. Esto condujo en última instancia a la derogación de los derechos de los hombres al debido proceso en el campus y a la microgestión de las relaciones entre los sexos. Todas estas medidas fueron seguidas por los gobiernos “progresistas” occidentales incluido los del PSOE de Zapatero y Sánchez.
Las leyes posteriores impusieron a las implacables guardianas de la fe woke con elevados sueldo de ejecutivas en todas las instituciones y empresas públicas y privadas bajo el rotulo DEI (diversidad, equidad e inclusión) donde huelgan los millones de graduados en estas doctrinas. Además, las burocracias estatales se llenaron de ministerios de igualdad, departamentos de vigilancia para el cumplimiento de los Programas wokes en los contratos de trabajo, comisiones para la igualdad de oportunidades en el empleo, etc. etc. Una burocracia para vigilar el estricto cumplimento de la doctrina woke. Para asegurar dádivas para los militantes wokes, en la mayoría de los países occidentales, incluida la España sanchista, han aprobado leyes que imponen la llamada discriminación positiva, a menudo denominada acción afirmativa o trato preferencial, destinadas, según sus preámbulos justificativos, a remediar las injusticias históricas y las desigualdades sistémicas brindando trato preferencial u oportunidades a personas o grupos que históricamente han estado en desventaja o subrepresentados. Es decir, si tu tatarbauelo fue esclavo o eres una mujer muy atormentada, tendrás prioridad para ocupar un puesto de trabajo frente a otra persona que sea hombre blanco y tenga los mismos o superiores méritos que tú. Solo un sectario imbuido de doctrina woke no percibe que la discriminación positiva no es otra cosa que discriminación pura y dura al priorizar características físicas o ancestrales sobre el mérito y las calificaciones, lo que al perjudicar a terceros inocentes, destruye el principio de justicia e igualdad de oportunidades.
Naturalmente las enormes burocracias DEI viven muy requetebién gracias a los impuestos del explotado contribuyente occidental. Asimismo, en las instituciones públicas y en las empresas privadas de los países que han impuesto la discriminación positiva por ley, mantienen en puestos de dirección a personas de muy dudosa capacidad, por lo que el eslogan get woke and go broke se comprende perfectamente cuando se estudia la trayectoria de Walt Disney Co.
LA NEOLENGUA ORWELLIANA LGBTQIAPN+
Toda esta enorme superestructura eclesial ha elaborado su metalenguaje, una jerga calcada a la neolengua orwelliana al que llaman lenguaje inclusivo. Es fácilmente detectable que la neolengua de la teoría radical de género fue diseñada siguiendo los criterios descritos por “Los principios de la neolengua” en la novela “1984”, de George Orwell. Para empezar, consideran malditas y eliminan: “hombre”, “mujer”, “mamá”, “papá«, etc.
Aunque profusamente difundidos en leyes y textos oficiales del gobierno social-comunista de Pedro Sánchez, señalo unos cuantos neologismos wokes con abundante carga sexual, quirúrgica y médico-farmaco-química que, en su conjunto, resultan sicalípticos: Agénero, Bigénero, Biespíritu, Bifobia, Cirugía de abajo, Cisgénero, Clitoroplastia (creación de un clítoris), Discriminación múltiple e interseccional, Disforia de género, Escrotoplastia (creación de un escroto y a menudo acompañada de implantes testiculares), Faloplastia (creación de un falo masculino), Familias diversas, Familia LGTBI, Género fluido, Genderqueer, Heteronormatividad, Histerectomía, Homofobia, Infancias trans, Interseccionalidad, Intersexual Labioplastia, LGTBIfobia, Metoidioplastia (creación de un falo masculino mediante tejido del clítoris aumentado con testosterona), No binario, Pangénero, Pansexual, Personas menstruantes, Ooforectomía (extirpación de ovarios), Orquiectomía (extirpación de los testículos), Penectomía (extirpación del pene), Queer, Sexilio, Terfa (feministas que, según otras, son transfóbicas), Transfobia, Transgénero, Tucking (ocultar el pene y los testículos con cinta adhesiva) Vaginectomía (extirpación de la vagina), Vaginoplastia (creación de una neovagina), Vulvoplastia (creación de una vulva)…
EL DESEO COMO DERECHO
La explosión del catálogo de derechos humanos ha llegado al esperpento. Un típico ejemplo del disparate es el derecho a tener novi@ que lleva aparejado la obligación de alguien de ejercer tal papel al respecto de quien no lo haya conseguido por sus medios y, sin embargo, lo desee. Que la izquierda reaccionaria haya inflado de derechos haya donde gobierna, solo responde al paternalismo que esconde su irrefrenable deseo autocrático de controlar a los paisanos mediante supuestas prebendas que son todo menos gratis.
Al consagrar el deseo como derecho (llamándolo empoderamiento y palabros parecidos), no se especifica quien paga, sino que se proclama que es el propio sujeto (o entidades superiores a las que pueda estar adscrito: mutualidades, aseguradoras, compañías experimentales, clínicas, laboratorios farmacéuticos o el Estado) quien decide comprar, implantarse, modificarse o sustituirse cualquier rasgo inherente a su cuerpo o mente para formar parte de su entidad biopsíquica genuina. Así se ha implantado el consentimiento a la esterilización, a la eutanasia, al suicidio asistido para cualquier persona, de cualquier edad y por cualquier motivo y, por supuesto, siguiendo las mismas pautas de propaganda, marketing y publicidad basada en la psicología de Edward L. Bernays para normalizar la esterilización eugenésica, los activistas promotores del transexualismo utilizan su neolengua para confundir y enmarcan el cambio de sexo como un derecho humano, «personas menstruantes», «no binarios», «infancias trans», familias «diversas», utilizadas en charlas afectivosexuales, etc. etc. La plaga de “derechos” wokes incluyen el aborto sin injerencias ni restricciones, la eutanasia sin consentimiento explícito y el cambio de sexo desde la tierna infancia sin que los progenitores tengan nada que objetar.
Nada habla de los derechos de los progenitores la “Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI” de España, donde, en el Artículo 19: Atención a la salud integral de las personas intersexuales, en el párrafo 2 dice: «Se prohíben todas aquellas prácticas de modificación genital en personas menores de doce años, salvo en los casos en que las indicaciones médicas exijan lo contrario en aras de proteger la salud de la persona. En el caso de personas menores entre doce y dieciséis años, solo se permitirán dichas prácticas a solicitud de la persona menor siempre que, por su edad y madurez, pueda consentir de manera informada a la realización de dichas prácticas». Es decir, los menores de 16 años en España no pueden votar, no pueden conducir un automóvil, no pueden jugar a la lotería, no pueden comprar bebidas alcohólicas, pero si modificarse sus atributos congénitos a su gusto sin que los padres tengan nada que objetar. Incluso más jóvenes de 12 años pueden castrarse si un médico lo considera oportuno.
De esta manera el cíborg es la nueva criatura en un mundo postgénero. En particular, el cíborg acaba con la distinción natural entre masculino y femenino. El sexo deja de ser el tirano del cuerpo […] Debemos aceptar la unión cuerpo-máquina como una extensión del cuerpo, de nuestras vidas y de nuestra intimidad.
La filósofa Rodríguez Magda (2019) analiza que, a falta de certezas y garantías, el yo se erige en único juez y rector de su identidad, tomando su deseo y su sentimiento como único peso y medida de su subjetividad. Se trata de “solipsismo sexual” donde «cada cual descubre que yo soy yo, y que ser yo es mi única ley. En estos momentos, hay tantos géneros como personas, o muchas más, puesto que cada persona puede evolucionar en el entendimiento de su subjetividad. En el siguiente momento, las personas podemos unirnos por afinidades voluntarias que hacen de los géneros conjuntos voluntarios y difusos».
La ruta hacia el cíborg postgénero exige sexualizar a los niños destruyendo la inocencia infantil. Implantar la doctrina woke en las escuelas mientras que el Estado reemplaza a los padres. Asimismo, las escuelas deben promover bloqueadores de la pubertad, mastectomías dobles y cualquier experimento médico aunque sea irreversible. Por supuesto el derecho de sexualidad infantil exige que los docentes enseñen prácticas sexuales y hasta compartir su sexualidad con los niños si estos “consienten”.
Lois, Andrea, Daniela, Álvaro y Alejandro han conseguido cambiar su sexo legal en los últimos meses, es decir, el marcador que aparece en documentos como el DNI o el pasaporte. Son menores trans de menos de 12 años que, sin tener que aportar informes patologizantes, han podido modificar la mención registral del sexo sin que sus padres puedan decir ni pio.
EL LUCRO INFAME DEL MUNDO FELIZ CÍBORG POSTGÉNERO
En 1977 los por entonces famosos intelectuales franceses marxistas-postestructuralistas-deconstruccionistas-constructivistas-subjetivistas; Althusser, Barthes, Derrida, Rancière, Sartre, de Beauvoir, Lyotard, Deleuze, Guattari y Dolto firmaron una declaración sobre la sexualidad y el niño donde afirmaban que hay que escuchar al niño y nada más. Posteriormente, Butler y los movimientos LGBTQIAPN+ se sumaron a esa posición y afirmaron que la protección sexual del infante es opresión heteropatriarcal y que solo se debe permitir el libre consentimiento del impúber a tener relaciones sexuales entre ellos o con mayores de edad.
Resulta que los supuestos derechos sexuales del niño y los derechos a cambiar y transfigurar su sexo biológico, han sido perpetrados por adultos que conforman la plutocracia global, esa minoría Alpha que explota lucrativos negocios. Y lo hacen, como hemos visto, legalmente y apoyados por el aparato del Estado y decenas de instituciones públicas y privadas.
El espurio relato que asegura que se puede nacer en un cuerpo equivocado, conlleva a proceder al bloqueo del sano desarrollo natural de los niños, hasta el punto de mutilar órganos sanos, sobre la promesa o expectativa completamente falsa de que con ello se cambia el sexo, causando daños irreversibles y dependencias de por vida de los inmolados niños a los fármacos.
En realidad, estamos ya ante un potente y bien organizado plan de implantar un biopoder mundial sustentado en la doctrina Woke o Justicia Social Crítica. Ya no se trata de lograr mejoras en el origen, funcionamiento y evolución de los seres vivos; ahora se busca su manufactura, su fabricación. Las vías de dicha transformación son químicas (farmacopea), genéticas (bioingeniería eugenésica), quirúrgicas (protésicas, modificativas), cibernéticas (chips reguladores de la fisiología o/y de las hormonas) y nanotecnológicas. Quienes optan o les empujan hacia convertirse en personas transgénero, pueden seguir los mencionados tratamientos, junto con terapias conductuales, terapias hormonales con bloqueadores de la pubertad, hormonas cruzadas y todo tipo de cirugías llamadas de afirmación de género.
Los ilegítimos nuevos derechos sexuales de los infantes y adolescentes son un enorme negocio diseñado para convertirlos es sumisos siervos del Mundo Feliz, donde el SOMA hoy se llama FENTANILO, una droga sintética barata que conduce a la imbecilidad y a la muerte. Y es que les sobra carnaza.
Para la conversión del infante en siervo cíborg postgénero, la plutocracia Alpha pone a su disposición toda la maquinaria clínica, farmacéutica, psicológica, pedagógica, mediática y cultural. Destacan, por su agresividad los siguientes métodos:
Cirugía de la afirmación de Género consistente en intervenciones quirúrgicas “GAS” de mama y tórax, intervenciones faciales y cosméticas y cirugía reconstructiva genital.
Histerectomía consistente en la eliminación de los genitales internos como el útero y los ovarios.
Vaginoplastia robótica con flap peritoneal.
Orquiectomía implica la extracción de los testículos.
Faloplastia es la creación quirúrgica de un falso pene.
En 1818, Mary Shelley escribió la famosa novela Frankenstein; o El Prometeo moderno. La premisa del libro es que la ciencia moderna, despojada de las limitaciones de la ética y la naturaleza, acabará creando monstruos. Los médicos “transafirmantes” son la versión posmoderna del protagonista del libro, el Doctor Frankenstein.
Según datos de la investigación de The Trevor Project, que encuestó a casi 34.000 jóvenes LGBTQ de 13 a 24 años en Estados Unidos en el otoño de 2021, hasta el 80 por ciento de las personas trans sufren psicopatologías graves y una cuarta parte de los jóvenes trans negros intentan suicidarse cada año. La “atención de afirmación del género” en gran medida no logra resolver estos problemas, sin embargo, los médicos utilizan estos fracasos para justificar intervenciones aún más extremas hasta la última: la reconstrucción genital.
En España, el primer estudio a nivel estatal de la realidad trans en 2022 arroja cifras que las feministas clásicas consideran «preocupantes». Un mínimo de 12.205 personas «sanas», entre 2018 y 2021, más mujeres que hombres, con edad de entre 16 y 25 años, habrían iniciado tratamientos con hormonas cruzadas; un mínimo de 1.000 mujeres, entre 2016 y 2021, habrían sido intervenidas quirúrgicamente para la doble amputación de mamas y extracción de sus genitales; y un mínimo de 1.000 menores, entre 2019 y 2021, habrían iniciado tratamientos para detener artificialmente su desarrollo puberal con fármacos no recomendados por la Agencia Española de Medicamentos, «de forma experimental, con efectos dañinos e irreversibles para su salud».