¿Qué hacer con el Estado de las Autonomías?

28 de octubre de 2017.

Pablo Rojo Barreno.

   El intento de golpe de estado perpetrado por los nacionalistas supremacistas catalanes ayer, además de constituir una fragrante traición al Estado Español que justifica y faculta la existencia de la institución que han intentado apropiarse indebidamente, demuestra descarnadamente la deriva del estado de las autonomías y la torpeza con que es disimulada por los partidos políticos españoles de ámbito nacional.

   Tarde o temprano tenía que pasar. No en vano los nacionalistas supremacistas catalanes que controlaban, absolutamente hasta ayer y todavía demasiado hoy, un estado dentro del estado, han tramado su golpe durante los últimos tres decenios. Y lo han hecho con el beneplácito y la estulticia de los dirigentes de los gobiernos de España, cuya apoteosis final fue perpetrada por José Luis Rodríguez Zapatero y José Montilla Aguilera. Con premeditación y alevosía, los supremacistas y sus aliados objetivos y subjetivos fueron desmontado, pieza a pieza, las bases y principios que fijan la Generalidad de Cataluña a través de la Constitución Española de 1978: «la recuperación de la Generalitat con el Estatuto de 1932, su restablecimiento en 1977 y el Estatuto de 1979, nacido con la democracia, la Constitución de 1978 y el Estado de las Autonomías.» (Preámbulo del Estatuto de autonomía de Cataluña vigente). Porque hace falta ser ingenuo, miope y estúpido para creer que un trampantojo institucional que se autocalifica como nación, con sus 121 artículos, quince disposiciones adicionales, dos disposiciones transitorias y cuatro disposiciones finales que conforman el mastodonte institucional establecido por un parlamento de 135 diputados, un presidente cuya honorabilidad le es atribuida al igual que la valentía a los soldados que nunca combatieron, un gobierno y una administración sovietizada, no intentaría, tarde o temprano, asentar sus reales como estado total de un solo pueblo: El Volksgemeinschaft de los Països Catalans.

Pancarta del sindicato de estudiantes de las CUP

   La traición de la burguesía catalana a través de sus hijos haraganes, convertidos en burócratas por incapacidad de mantener la hacienda heredada, no hubiera sido posible sin la alianza con los impostores de la pequeña burguesía disfrazados de revolucionarios anticapitalistas a través de la llamada: Candidatura d’Unitat Popular (CUP) que se proclama nítidamente socialista y capaz de publicar con enorme desenvoltura: “l’alliberament nacional i social dels Països Catalans” junto con: “Internacionalisme com a forma de relació igualitària, anticolonial i fraternal entre pobles, per la gestió comuna dels afers generals i per la superació dels conflictes internacionals”. Estos desvergonzados trileros tienen el desparpajo de pegar el cambiazo del “¡Proletarios del mundo; uníos!” por: “Pueblos auténticos del mundo; respetémonos”. De hecho, el socialismo de esta banda se escribió sintéticamente hace poco más de ocho décadas: “Estamos convencidos de que nuestro socialismo basado en la hermandad de la sangre se difundirá entre los otros pueblos y dará nueva forma también a la relación entre las naciones, ya que este contiene en sí la promesa de una nueva liga de los pueblos, más rica en su sustancia que la actual porque se funda en un socialismo atento al honor de los pueblos”. Me reservo el nombre del autor de esta cita pues sé que un gerifalte de las CUP la transcribió casi literalmente como suya hace unos meses, pero estoy dispuesto a rebelarlo privadamente a quien le interese.

   A pesar de haber cometido tan inmenso error, los partidos políticos españoles de carácter nacional con representación parlamentaria: PP y PSOE (Ciudadanos todavía no ha cometido el pecado, pero de momento tampoco parece sacar consecuencias de la cruda realidad. No menciono al otro trampantojo populista pues apenas se diferencia de las mencionadas CUP) ni siquiera se plantean una reconversión del Estado de las Autonomías. Y creo que no lo hacen porque además de tener que asumir una fuerte autocrítica, saben que debían emprender una dieta de adelgazamiento de chollos bien remunerados para sus correligionarios y amigos, junto con la correspondiente catarsis estratégica que planteara cuál es el papel de los partidos políticos en una democracia del siglo XXI.

   Como los políticos españoles no parecen estar dispuestos a emprender la imprescindible catarsis, los ciudadanos paganos debemos tener claro que, si la deslealtad de los nacionalismos es un cáncer con diecisiete metástasis distribuidas en suntuosos palacios, gobiernos, y parlamentos, no menos mortales son las innumerables células tumorales burocráticas distribuidas en, diputaciones, ayuntamientos, observatorios, minaretes culturales y demás. Una infraestructura de cerca de medio millón de políticos cobrando del Estado. Más que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos. Semejante estamento extractivo ha demostrado ser tan caro como ineficaz. Incapaz de evitar los chantajes de los reyezuelos de cada taifa, poco dado a la sensatez y la sobriedad, siempre tentado a subir los impuestos ya incautatorios para proseguir su preponderancia. Por tanto, es evidente que; o se reduce drásticamente el Estado de las Autonomías a través de la recentralización urgente de la educación, la sanidad, la cultura, las normas de seguridad y comercialización o, más pronto que tarde, por mucho que nos desangren: pensiones y servicios básicos sanitarios se irán reduciendo hasta la mínima expresión, o lo que lo mismo; la quiebra disimulada.

   Por si la situación no fuera lo suficientemente grave, la dialéctica política actual en España está viciada de falso historicismo y lacras decimonónicas que impiden abordar los enormes retos a los que nos enfrentamos. No solo nos desvían de la reflexión y los quehaceres las embestidas de los nacionalistas supremacistas y las burocracias sovietizadas, también las derivadas relativistas postmodernas, la nefasta amalgama conocida como corrección política que, entre sus tantos tabúes, simula la compresión y la tolerancia de cualquier cosa hasta la insensatez. Mientras tanto, el estamento extractivo español reconocido como partidocracia, desdeña o no se entera de los retos y repercusiones de la llamada IV Revolución Industrial («Industrie 4.0») en sus ramales de Nanotecnología, Biología, Informática- big data- Sistema ciberfísico y otras ciencias cognitivas que, casi sin darnos cuenta, están cambiando el mundo a una velocidad desacostumbrada. Temo que cuando se den y nos demos cuenta en donde estamos, el agua nos llegue al cuello.

EL CORPORATIVISMO, MÉDULA DEL NACIONALISMO CATALÁN

Y DEL POPULISMO DE PODEMOS Y SUS MAREAS SUCURSALES

Pablo Rojo Barreno.

   … parece imprescindible denunciar una de las tretas más importantes perpetradas por los nacionalistas etnicistas catalanes para lograr adhesiones y lealtades que, por mor de la descarada manipulación y adoctrinamiento de niños y jóvenes a través de la educación, ha pasado desapercibida. Me refiero a la enorme diferencia salarial a favor de los funcionarios de la Generalidad de Cataluña, con respecto a los funcionarios del gobierno central y de las demás Comunidades Autónomas, excepto Las Vascongadas últimamente llamada País Vasco o Euskadi.

   Todavía no se han disipado las caras desencajadas de la mayoría de dirigentes políticos, politólogos y asesores de todo pelaje, instalados en las administraciones y observatorios de esta España de las Autonomías, ante las peculiaridades sociales de los activistas visibles y ocultos integrantes de las “masas” que, con notable arrogancia y vigor, han protagonizado las algaradas y escraches consiguientes a la puesta en escena de un referéndum ilegalizado y la primera huelga general de la historia organizada por el poder legal constituido en la Generalidad de Cataluña. Pero al menos, ya todos sabemos, o deberíamos saber, en qué consiste el “derecho a decidir”.

   La sorpresa ante la constatación de la mayoritaria procedencia del estamento funcionarial entre los independentistas más acérrimos, por supuesto, incluidos los cientos de asesores y consejeros de cada “Departament, secretarie i direccion general”, las decenas de organismos oficiales y paraoficiales como “Odium Cultural” y el apoyo de empresarios agradecidos a los dirigentes de la Generalidad de Cataluña por sus medidas favorecedoras del “consum responsable i compra selectiva de productes de la terra” o a los contratos por obras y servicios, solo muestra el despiste autista posmoderno de las raleas instaladas en el poder político español repartidas en gobierno central, autonomías, diputaciones, alcaldías, observatorios, organizaciones si gubernamentales y demás negociados e instituciones del elefantiásico estado español. Bien es cierto que la deriva independentista perpetrada en Cataluña nos proporciona un escaparate notablemente esperpéntico, por estruendosamente paradójico, cuando se analiza desde el marco sociopolítico e histórico del tiempo que vivimos marcado por la globalización. Incluso puede resultar delirante cuando se analiza desde las perspectivas de las mutaciones del “materialismo científico” llegadas al relativismo epistemológico y social que la gramscimanía andante apenas puede disimular.

   Trataré de ir al grano fijándome en el desarrollo de la “Vaga General” perpetrada el 3 de octubre pasado por los gobernantes de la Generalidad y apoyada por la mayoría de los alcaldes de Cataluña, incluyendo en el paquete a la Alcaldesa Colau: «Queremos que las calles se desborden», los sindicatos CC OO y UGT en la equidistancia falsaria, pero sobre todo los minoritarios pastoreados por los grupos que conforman la Candidatura de Unidad Popular: CGT, Intersindical Alternativa de Catalunya (IAC), Intersindical-CSC Coordinadora Obrera Sindical-COS (agárrense, estos dicen ser un sindicato independentista y de clase) la Unió de Pagesos y el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC). También exigían la colaboración activa en el desborde de las calles a las patronales que apoyan “El proces” al albur de favores y contratos de la Generalitat y ayuntamientos gobernados por grupos independentistas declarados o colaboracionistas por mor de sinecurias y oportunismos. En consecuencia, estuvieron firmes y en posición de saludo. No solo pararon y alborotaron los estudiantes, profesores y enfermeras de escuelas, universidades y hospitales públicos, también cerraron sus chiringos y paradetes los cofrades botiguers de Pimec, Cecot, FemCat, las joyitas de la corona: Agrolimen, Mediapro, Grifols, Parlem Telecom y, por supuesto, las entidades bien engrasadas con subvenciones de la Generalidad con ánimo de lucro y dedicadas a la Agitprop del golpismo independentista: el periódico Ara, Òmnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana.

   A pesar de la inmensa sopa de letras que aparenta una sociedad consolidada en el objetivo de lograr la Republica de Cataluña, a pesar de los escraches a los comercios y los comandos cortando carreteras para impedir el paso de los transportistas y trabajadores, a pesar de las manifestaciones masivas y demás representaciones goebbelianas al grito proferido por maestras aflequilladas enardeciendo a sus alumnos al grito acusador de “fills de botifler” para los alumnos que no le seguían, estudiantes de universidades públicas y colegios de jesuitas enarbolando esteladas tuneadas de rojinegras cenetistas y sans-culottes barrigudos y calvorotas apellidados Fernàndez protegidos por Mozos de Escuadra que impedían la circulación a quienes querían ir al trabajo, esta huelga no fue secundada por la mayoría de los trabajadores. La huelga general promovida por las autoridades de la Generalidad de Cataluña fue secundada fundamentalmente por el sector público, sobre todo en las comarcas de la Cataluña profunda y caciquil donde gobiernan en comandita IRC y las CUP. De esta realidad, no se puede deducir que; “els treballadors catalans passen olímpicament de la vaga nacionalista” pero si comprobar el cómo se arrea el árbol y quienes recogen o pretenden recoger las nueces.

   Aquella Cataluña que había recuperado su Generalidad apenas padeció el “desencanto” de finales de los setenta y primeros ochenta que buena parte de la sociedad española sintió. Nada más lograr la presidencia de la Generalitat en 1980, Jordi Pujol i Soley se reivindicó como el centésimo vigésimo séptimo Molt Honorable Senyor y genuino sucesor de Berenguer de Crüilles, reinaugurando, con ello, los tópicos del viejo nacionalismo historicista al tiempo que, envuelto en la Senyera, lograba ocultar las sustracciones de la Famiglia Pujol-Ferrusola en la Banca Catalana. Pronto, muy pronto, la máquina de fem país se puso a la máxima potencia; sinecuras y comisiones, agitación y propaganda más tirones a cada gobierno central. Los primeros regalos sustanciosos fueron otorgados por Felipe González Márquez. Además de unas cuantas transferencias de poderes, los Juegos Olímpicos del 92 procuraron sustanciosos contratos públicos y que el franquista Samaranch dejase de llamarse Juan Antonio para convertirse en Joan Antoni y tener una avenida en Barcelona. De famiglia a famiglia, de los Pujol a los Sumarroca, la vaca burocrática fue engordando hasta llegar a la obesidad. Cuando parecía que explotaba, cuando la industria textil moría consumida por los incendios de las fábricas y el rebote de las aseguradoras, al tiempo que surgía en la retirada Galicia Inditex, cuando el clientelismo parecía agotarse al tiempo que la tasa de paro se situaba en cifras tercermundistas en comarcas como la Berguedà, el Ripollés y la Ribera d´Ebre antaño industriales, cuando se evidenciaba que la liberalización económica por la entrada de España en la CEE se le atragantaba a la industria catalana tradicional, al estar acostumbrada a los mercados cautivos otorgados por el Estado español, el 3 de marzo de 1996 ganó las elecciones nacionales, por la mínima, el Partido Popular.

   Pujol socorrió al antipático bigotudo castellano viejo mezclado con linaje vasco navarro Aznar que, de pronto, comenzó a hablar catalán en la intimidad. Y en las elegantes suites del Hotel Majestic del Paseo de Gracia de Barcelona, el 28 de abril de 1996 Aznar concedió a la Generalidad de Cataluña el incremento del 15% al 33% de la recaudación por IRPF, el 35% del IVA (antes cero) y el 40% de los impuestos especiales. Asimismo, le transfirió las competencias de tráfico, justicia, agricultura, cultura, farmacia, sanidad, empleo, puertos, medio ambiente, seguros, vivienda y, por supuesto, educación con el tácito acuerdo de permitir la aprobación de la Ley de Normalización Lingüística que desterró el castellano de las escuelas públicas catalanas e impidió que se recurriera al Tribunal Constitucional y que se aplicara la ley que obligaba a la enseñanza conjunta.

   En 2003 llegó el Tripartito al gobierno de la Generalidad perpetrando, como medida profiláctica contra cualquier atisbo de liberalismo, el acuerdo autocrático repugnante en el Salón del Tinell que hubiera sonrojado a Pedro el Ceremonioso (para leer el texto íntegro enlazar aquí). Como remate, llegó luego al gobierno de España el leonés fantasioso; José Luis Rodríguez Zapatero quien, con su bonhomía impostada, prometió aprobar el estatuto que perpetrara el Tripartito, aunque luego se desdijo sonriente para pactarlo con Arturo Mas.

   Doy fe de que Zapatero gozó de una popularidad y prestigio sin precedentes, para un presidente de consejo de ministros del gobierno central español, entre los independentistas catalanes hasta el final de las vacas gordas. Todo parecía ir mejor que nunca en el País de las Maravillas, pero de pronto, no había un euro en la caja y las Caixas y Cajas entraron en barrena con la crisis financiera y el desmadre hipotecario. Las Caixa d’Estalvis, Unió de Caixes de Manlleu, Sabadell i Terrassa intentaron salvarse integrándose en Unnim Banc que inmediatamente quebró. La antes todopoderosa Caixa Laietana quebrada fue integrada en Bankia. La historia de Caixa Penedès es digna de la casa de la Troya. La de Catalunya Caixa es la de los cleptócratas enmascarados como socialdemócratas nacionalistas. Ni Pedro Solbes Mira ni su homólogo catalán Antoni Castells i Oliveres vieron venir a las subprime ni a Lehman Brothers, o no las quisieron ver.

   Pero la quiebra de la Generalidad de Cataluña, como consecuencia del incremento del gasto contante y la disminución de ingresos, estaba cantada incluso sin crisis financiera global. Porque sobre la cantinela del Estado del Bienestar se esconde la bulimia burocrática y la corrupción clientelar de unos estamentos que se han apropiado del derecho a decidir sobre quién entra en el castillo seguro de la administración pública y quien paga la cuenta. Si en la España actual hay un hecho diferencial no es el de la buena administración pública y desde luego, los gobiernos siempre nacionalistas de Cataluña son ejemplos genuinos de despilfarro y la corrupción con el dinero de todos. Pero como la bulimia burocrática es irrefrenable por constituir la dinámica de retroalimentación del estado clientelar, a las excusas de Castells i Oliveres de no disposición por culpa de la balanza fiscal desfavorable para Cataluña, su sucesor, azuzado por las exigencias de las famiglias que auparon a Arturo Mas, se adhirió al España nos roba.

Llegado aquí, me parece imprescindible denunciar una de las tretas más importantes perpetradas por los nacionalistas etnicistas catalanes para lograr adhesiones y lealtades que, por mor de la descarada manipulación y adoctrinamiento de niños y jóvenes a través de la educación, ha pasado desapercibida. Me refiero a la enorme diferencia salarial a favor de los funcionarios de la Generalidad de Cataluña, con respecto a los funcionarios del gobierno central y de las demás Comunidades Autónomas, excepto Las Vascongadas últimamente llamada País Vasco o Euskadi. Qué casualidad.

   El nacionalista catedrático de economía en la Universidad Pompeu Fabra e influyente miembro del Cercle d’Economia; Andrés Mas-Colell, se encontró en diciembre de 2010 la caja de la Generalidad vacía. Pero en lugar de emprender la austeridad que la crisis exigía, se dejó llevar por los cantos de sirena y la inercia de decenios. Al intentar varias piruetas seudo-keynesianas intervencionistas se pegó un trastazo de mayor cuantía que explican, en gran medida, las vicisitudes económicas posteriores y el doble salto mortal actual. Malgastó Mas-Colell en mantener a Spanair con ingentes cantidades de dinero público. La trama del caso BCN World es más cómica que la de “Un día en la ópera” de los hermanos Marx. Como no había un euro disponible y no se atrevió a desengrasar la administración, intentó vender a empresas privadas unas cuantas empresas de titularidad pública de la Generalidad. Aigües Ter-Llobregat fue adjudica a Acciona por 1.000 millones de euros, sin embargo, las Famiglias alrededor de Sociedad General de Aguas de Barcelona protestaron por el regalo a Acciona y se armó la consiguiente marimorena política y judicial que aún colea. En fin, Mas-Colell había heredado “los bonos patrióticos”, como Spanair, del tripartito, pero como no le quedaba más remedio que lograr liquidez, en 2011 lanzó dos emisiones de 3.200 y 4.223 millones respectivamente. Ya sin crédito y bajo la manta del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) del gobierno central, Mas-Colell lanzó una cuarta emisión de 2.307 millones en 2012. De este modo, la Generalidad de Cataluña quedó dependiendo financieramente del Estado español, al ser clasificada su deuda como bono basura por todas las agencias internacionales de calificación crediticia.

   La reacción ante la cruda realidad por parte de los estamentos asistidos por las arcas públicas fue pasar a una fase de radicalización que obligara al estado español a conceder bula en el gasto. Pero por mucho que Rajoy sea el arquetipo del alto burócrata que pretende gustar a todos sin conseguirlo; de donde no hay no se puede sacar.

Para las aldeas funcionariales que conforman las administraciones públicas y sus ramas y tramas adyacentes, las perspectivas de mantenimiento de su estatus y la conservación o logro de una plaza de trabajo en propiedad, (también es luminoso recordar que la Generalidad de Cataluña es generosísima con relación a los salarios en sus puestos directivos designados por el político de turno) en un mundo globalizado cada día más arriesgado al tiempo que abierto, es un objetivo prioritario que desprecia cualquier atisbo de respeto a los principios de mérito y capacidad.

   Entonces, la tentación de instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista, sobre la base de la sumisión de la razón a la voluntad y la acción de conseguir la homogenización de la nación soñada, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas y revanchistas, es fortísima. Tanto que desprecia el raciocinio y la realidad económica hasta el punto de imaginar una autarquía basada en una hispanofobia y una germanofilia muy escondida pero evidente en cuanto se rasca un poco el relato xenófobo del separatismo catalán. Recordemos, por mucho que sea recurrente, que así se erigió el fascismo y el nacionalsindicalismo.

   Y si acordamos que la psicología posmoderna se adhiere a la frase adjudicada a Oscar Wilde que la única manera de liberarse de la tentación es ceder ante ella, parece evidente que la masa funcionarial y los empresarios que obtienen su condumio del erario de la Generalidad de Cataluña, nada menos que el primer sector económico por encima del sector turístico e industrial, con más de seiscientos mil asalariados (muchos son alistados en servicios y cultura para disimular) están subsumidos en la ideología nacional-corporativista.

   Que la caída en la tentación corporativista del nacionalismo separatista catalán responda a las condiciones implantadas con el tiempo por sus élites políticas extractivas, no puede hacernos olvidar que el Estado de las Autonomías ha producido las condiciones objetivas y subjetivas que han activado las tentaciones corporativas. No me parece casual que Podemos y sus mareas sucursales nacieran en las zahurdas de las universidades públicas españolas arrasadas por la arbitrariedad más descarnada, producida por la endogamia y la “omertá”. Los Comités de Defensa de la Revolución (bandas de chivatos al servicio de la dictadura Castrista de Cuba que en Cataluña han sido rebautizados como Comités de Defensa de la Nación) también pululan impunemente por esos lares.

   Aunque el reto independentista hoy no permita despistes ni juegos florales, no debemos olvidar sus causas y ponernos a reflexionar cómo renovar la España de las autonomías. De lo contrario, más pronto que tarde gimotearemos en su entierro.

AL DESVÁN DE LA HISTORIA

    Marzo de 2016.

Enlace a la nota redactada tras la candidatura a las primarias por la secretaría general del PSOE de Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Para actualizar la cuestión y verificar los argumentos que escribí hace unos cuantos meses, les proporciono el enlace al vídeo del Debate entre los candidatos a la Secretaría General del PSOE.

   Una de las frases, luego muy utilizada como metáfora por la izquierda acodada en la doctrina marxista, es la escrita por Karl Marx al principio de “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” (1852) al completar la aseveración de Hegel sobre la repetición de los grandes hechos y personajes en la historia universal, indicando que el filósofo: «se olvidó de agregar: la primera, como tragedia, y la segunda, como farsa». Sin embargo, pese a las apariencias de repetición de algunos hechos históricos, la historia realmente no se repite aunque constatemos a diario que sus lecciones, apenas son consideradas por quienes; por su vocación o posición política, deberían prestar mayor atención.

   La refriega acaecida en el seno del Comité Federal del PSOE el pasado primero de octubre de 2016, si la amnesia selectiva de tantos fuera menos descarada, podría rememorarnos la división acaecida durante el tercer Congreso Extraordinario del PSOE celebrado en 1921, entre los “segundistas” (a favor de seguir en la segunda internacional) y los “terceristas” (los que estaban a favor del ingreso en la tercera internacional comunista KOMINTERN fundada en 1919 por Lenin). Ganaron los “segundistas” pero el PSOE sufrió su primera gran escisión de quienes fundaron el Partido Comunista Obrero Español. Y las tensiones siguieron entre quienes defendían el modelo democrático burgués, que tras la segunda guerra mundial se definió como socialdemocracia, frente a los “revolucionarios” tentados por la dictadura más o menos proletaria. El PSOE se fracturó pero resistió el envite hasta la siguiente encrucijada entre lealtad democrática o asalto revolucionario al poder.

   El dilema surgió cuando el PSOE perdió el poder tras las primeras elecciones democráticas del 19 de noviembre de 1933, en las que votaron las mujeres en España por primera vez. Ante la evidencia del retorno al poder de la derecha, los dirigentes del PSOE UGT y las Juventudes Socialistas se lanzaron a la insurrección contra la República que habían patrocinado. El editorial de «El Socialista» del 27 de septiembre de 1934, indicaba el itinerario de la inmediata insurrección: «Las nubes van cargadas camino de octubre. El mes próximo puede ser nuestro octubre. Nos aguardan días de pruebas, jornadas duras…Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado…». El 3 de octubre, El Socialista arengó a sus lectores de esta manera: «Camaradas en guardia. En guardia… Nuestra apelación a los trabajadores de España es concreta e imperiosa: en guardia». PSOE, UGT y las Juventudes Socialistas encabezadas por Largo Caballero, Indalecio Prieto, Ramón González Peña y Santiago Carrillo, prepararon con apoyo del Komintern y tras sellar la alianza con la anarquista CNT y el Partido Comunista de España que incluía el aprovisionamiento de armas, la convocatoria de una huelga general revolucionaria el 5 de octubre de 1934. La huelga revolucionaria solo triunfó en la cuenca minera asturiano-leonesa donde se declaró una República Socialista con capital en Mieres, con el conocido trágico final coronado con la proclamación oportunista por Lluys Companys del Estat Catalá de la República Federal Espanyola.

   Con la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, tras viajar a la URSS, el delfín de Largo Caballero; Santiago Carrillo Solares, integró a la profusa organización juvenil del PSOE que encabezaba como secretario general en la exigua del PCE, en una maniobra que recuerda a la reciente de Pablo Iglesias con Izquierda Unida. Solo cuatro meses después de la unificación de las dos organizaciones juveniles, en noviembre de 1936 mientras que Franco rodeaba la Ciudad Universitaria madrileña, Carrillo y sus Juventudes Unificadas se pasaron al Partido Comunista en bloque.

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   Desmantelado de jóvenes y en plena guerra civil, las grandes grescas en el PSOE siguieron la misma dinámica. Y así continuaron durante el exilio, siempre identificadas con el nombre de sus caudillos: “caballeristas”, “prietistas”, “negrinistas” y “besteiristas”. En octubre de 1974 los “llopistas” fueron sobrepasados en Suresnes por los “renovadores” luego “felipistas” y el PSOE se partió en dos una vez más. Enseguida apareció la consigna recurrente e inocua; “Por el cambio” y el joven Felipe Gonzalez Márquez con su escudero Alfonso Guerra, apoyados por la por entonces potentísima y opulenta Internacional Socialista de los Willy Brandt, Helmut Schmidt, Pietro Nenni, Michael Foot, Androsch Hans, François Mitterrand y Olof Palme, se hicieron con los mandos del desvencijado PSOE, haciéndolo resurgir de las cenizas cuan Ave Fénix tras cuarenta años de ausencia, gracias a los suculentos fondos aportados por la fundación alemana Friedrich Ebert. Todo parecía estar atado y bien atado tras el Congreso Extraordinario de septiembre de 1979 por Felipe, pero tras los terribles atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, el por entonces flamante secretario general del PSOE; José Luis Rodríguez Zapatero, logró la presidencia del gobierno español.

   El filósofo Gustavo Bueno calificó como “pensamiento Alicia” la ensoñación ideológica del PSOE encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero y sus rasputines menores; Alfredo Pérez Rubalcaba y María Teresa Fernández de la Vega. El pensamiento Alicia es resumido por Bueno como: «capaz de llamar personas humanas a los simios; progenitores A y B a los miembros de las parejas homosexuales a los que se les ha concedido un niño en adopción; o fascistas a quienes vencieron en la Guerra Civil española; de equivocar el alcance del término solidaridad –que puede aplicarse también al comportamiento de una banda de ladrones o terroristas–; y de plantear una Alianza de Civilizaciones sin delimitar antes lo que son éstas, encubriendo así los problemas reales de la gente bajo una nebulosa fantasiosa y carente de contenido».

   Lógicamente, el pensamiento Alicia fue degenerando en maniqueísmo simple con la oficialización de la memoria histórica, al tiempo que asumía la desmemoria reciente que incluía la tabla rasa a las referencias éticas históricas respecto a la deontología del político profesional y los límites en la obtención y el ejercicio del poder. El “spoil system” quedaba consagrado durante las vacas gordas de la especulación inmobiliaria, mediante el reclutamiento de diletantes plutocráticos en el partido y el reparto de canonjías a través de la redes clientelares.

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Con el reventón de la negada crisis y la caída estrepitosa de los palos del sombrajo del bienestar impostado, llegó la desastrosa gestión del zapaterismo o zapaterazo y los cantos de sirena de Hessel con coros de Sampedro. Resultó entonces que la indignación ciudadana fue desviada hacia los males provenientes de una transición sin ruptura catártica con el franquismo, principio y fin de todos los males habidos y por haber. Así, ZP y su Alicia quedaron desbordados por los antifranquistas sobrevenidos cuatro décadas después de enterrado Franco en Cuelgamuros. Eran los jóvenes campeadores anticasta abducidos por la pareja Ernesto Laclau – Chantal Mouffe, dúo mucho más «posh» que post, pues la mercadotecnia ha demostrado que rebelarse vende y si la bicha es el neoliberalismo y su medicina el NO LOGO, las superventas están garantizadas.

   Al verse señalados como casta, la nomenclatura del PSOE procuró disimular su primer desconcierto hasta que, al llegar la derechona al poder central, resucitó el Pacto del Tinell para abrazarse al poder autonómico y local con los nuevos del cambio y el gobierno de progreso y demás consignas celestiales. Total, no suena tan mal, incluso parece hasta heroica la confrontación de una lucha de clases invertebrada; “Nosotros frente a un Ellos” o “casta contra gente” donde el sujeto histórico ya no es el proletariado sino “la gente”; un trampantojo del populismo de izquierda neoperonista marca: Laclau-Mouffe, donde los descamisados son ahora todos los desheredados por la globalización, cuya cuantía es incontable por inabarcablemente etérea. Llegados a este punto, Alicia parecía encontrar su país maravilloso con esta atrayente doctrina, donde solo la globalización capitalista es el impedimento para la proliferación de los estados paternales y naturalmente hegemónicos que representa el socialismo del siglo XXI. Así, sin solución de continuidad y gracias al inconsciente lacaniano del posh-post se encuentran en el significante viaje a la ultratumba; Antonio Gramsci, Benito Mussolini, Juan Domingo Perón y Hugo Chávez, pasando por la reciente de Fidel de los Castro de toda la vida.

   Si la competencia posh-post populista lograba tal éxito mediático y electoral, el adanismo ideológico del PSOE post-Alicia se lanzó a apropiarse de los nuevos discursos y sobre todo de la estética de la nueva política. No quedaba más remedio que sustituir al viejo conspirador Pérez Rubalcaba por un joven lindo que despertara emociones amorosas en la “gente”, camisa blanca de mi esperanza sin corbata, soñada encarnación del carisma del líder mediático atonal posmoderno. Bella figura para representar los arco iris y unicornios que trascendieran la mala leche de los millones frustrados por la inclemencia de la crisis, con objeto de convertir esa emoción producida por el discurso embaucador del joven y apuesto líder en votos y poder. Sin embargo, los platós ya estaban ocupados por vendedores de emociones mucho más duchos y efébicos.

   ¿Que hemos hecho para merecer tanta desestima de la gente a pesar de lo mucho que la consentimos? Al fin y al cabo el PSOE puede ser rojo aquí, verde acá y amarillo allá. Jacobino en el Bernabéu, nacionalista en el Camp Nou y confederal en el Mestalla.

   En realidad, el travestismo muestra la desnudez ideológica y estratégica de un oportunismo sin principios, balbuceante cuando señala los paradigmas escandinavos, al ocultar que fue el innombrable Gerhard Schröder quien hizo las reformas neoliberales en Alemania que inspiraron las reformas idem en Suecia y Dinamarca. Por tanto, la historia no se repite en el PSOE puesto que no hay encrucijada reforma o revolución entre el susanismo y el pedrismo, tan solo regates tácticos para intentar sobrevivir en un mundo interdependiente que destroza los mecanismos de un poder basado en la expansión insostenible de la funcionariocracia.

   Tras años de demonización de la derecha y la globalización y conchabeo con las tesis nacionalistas y populistas, al PSOE no le queda un ápice de socialdemocracia. El desesperado intento de salvar los viejos muebles apolillados, repintado sus blasones y hablando de las tradiciones de la casa, ciertamente provocan conmiseración hasta que se comprueba la complicidad con que acogieron y acogen como aliados a los asesores de Chávez y Maduro. Retozar con el transversalismo, la autogestión, la contracultura, el colectivismo de birras y canutos, comprender la “okupación” de la casa del vecino y la crianza en tribu es querer abarcar demasiado, rebuscar con contumacia las zahúrdas antisistema. Cuando la vieja guardia del PSOE ha tocado a rebato ante la deriva, los antisistema ya son sistema. Su referente griego Syriza con su amado líder Alexis Tsipras, tras cargarse el PASOK, ha iniciado los escarceos para entrar en el redil de la Internacional Socialista y los pensionistas y parados griegos que van atrás, que arreen.

  A los propensos a rasgarse las vestiduras por un quítame allá esos partidos políticos históricos, según ellos imprescindibles para la democracia española, partidos a los que tanto debemos por habernos arruinado y endeudado, habrá que recordarles que un partido trocado en lastre «acabe arrumbado en el desván de los trastos viejos, junto al hacha de piedra y al telar de pedal», puede ser un proceso natural y benéfico para la vida en general y la de los españoles en particular.

     Nota posterior 21/12/2016.

   En uno de los actos de escaqueo típicos de Rajoy, en la anterior legislatura el Partido Popular perpetró una reforma exprés ampliando las competencias del Tribunal Constitucional para que pudiese suspender en sus funciones, a las autoridades o funcionarios, que incumplan sus resoluciones. Así, colocaba al tribunal como colchón que le evitara tomar las decisiones políticas desagradables como, por ejemplo, la aplicación del artículo 155 de la constitución española. Pero el desnortado PSOE ha entrado en pánico ante el intento del duunvirato Rajoy-Santamaría de mantenerle a flote, sin entender que más que una táctica perversa, es un acto reflejo de supervivencia de régimen poco meditado, dignos de los añejos tecnócratas demócrata-cristianos que son. En un intento de diferenciarse en algo, la dirección colegiada y sus adláteres se colocan en el bando del PNV para derogar las competencias sancionadoras del Tribunal Constitucional. Ya son incapaces de conjeturar un mañana donde ellos se verían en el brete de aplicar el 155.

   Es duro ir al basurero de la historia, pero el agotamiento del régimen (de los regímenes democráticos aparentemente consolidados tras la II guerra mundial) son consecuencia de la elefantiasis estatal hoy insostenible sin dieta de adelgazamiento, dieta que los burócratas y sus aspirantes no están dispuestos a asumir. Si aguantamos todavía es gracias a los malos ejemplos de Grecia y ahora Italia. ¿Por cuánto tiempo?

Nota del 31/01/2017.

   El pasado 28 de enero de 2016, D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón anunció en un mitin en Dos Hermanas (Sevilla, 120.000 habitantes) su candidatura a las primarias para la secretaría general del PSOE. Aunque anunciada, la mayoría de los medios y generadores de opinión profesionales, que en algún caso son periodistas, han vuelto al lamento sobre el peligro de escisión en el PSOE y la consiguiente hecatombe, ante las intrépidas frases pronunciadas por el exsecretario y ahora candidato: «La nuestra (se refiere a su candidatura pero pluraliza para que la arrobada militancia que le escucha la haga suya) representa un partido autónomo y de izquierda donde la militancia decide, frente a la que se abstuvo ante Rajoy y dejó al PSOE en tierra de nadie. Lo que hoy emprendemos es unir al PSOE para después unir a la izquierda y derrotar al PP». Más claro; agua. No es no, manque pierda. La dicotomía es presentada por Sánchez como enfrentamiento ideológico que deberán resolver los militantes del PSOE. Sin embargo, es un planteamiento que esconde unas cuantas imposturas.

   La principal impostura de Sánchez es presentarse como campeador del desiderátum «unidad de la izquierda» encabezado por un PSOE dinástico y sistema hasta el tuétano, pero cuyo líder no solo sería capaz de unir a las banderías internas sino que embelesaría a los ya antiguos antisistema con su carisma. Nada más, ni una gota de reflexión o compromiso sobre los graves y urgentes problemas políticos y sociales de los españoles. En cualquier caso, conviene recordar que la gestora del PSOE no ha cambiado un ápice las alianzas con populistas y separatistas (perdón por el pleonasmo) en ayuntamientos y autonomías en puro toma y daca de poder.

   No menor superchería es exhibirse como paladín de un socialismo «de izquierda». Sobre todo porque primero tendría que explicar esa demasía a través de una elaboración teórica e ideológica. Pero ni quiere ni puede.

   En realidad, la confrontación y el guirigay actual se concentra en nombres propios: Susana Díaz, Pedro Sánchez, Francisco Javier López Álvarez alias; Patxi López, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, etcétera. Nada de bolcheviques frente a mencheviques ni de segundistas contra terceristas. Es el queso, el cómo llegar al poder y luego veremos para qué. Los históricos enfrentamientos entre caballeristas, prietistas, negrinistas, besteiristas, llopistas y felipistas son tristes por inútiles y cruentos. Empero, hay una diferencia notable entre la trayectoria vital de Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto Tuero, Julián Besteiro Fernández, Rodolfo Llopis Ferrándiz e incluso Felipe González Márquez pues; todos sin excepción, antes de llegar a políticos profesionales, ejercieron por cuenta ajena o propia los honorables oficios de albañil, taquígrafo, profesores de instituto por oposición, periodista y abogado laboralista. Por el contrario, ninguno de los «amados líderes» actuales resucitadores del guerracivilismo lo han hecho. Todos estos jóvenes y «jóvenas», sin excepción, han crecido amantados en la guardería apparatchik del PSOE o en la endogámica mediterraneidad universitaria, donde el reclutamiento funcionarial se inspira en La Cosa Nostra. Así se entiende mejor su vade retro a la competitividad y la meritocracia, pues son valores incompatibles con el redentorismo populista y con sus experiencias vitales. Por tanto, las actuales trifulcas entre “susanistas”, “sanchistas”, “pablistas”, “errejonistas” “patxistas”, etcétera, serían risibles, una de galgos o podencos, si no percibiéramos los inquietantes seísmos previos a la erupción vulcaniana en el nordeste de España.