¿EL CAPITALISMO WOKE SE DEBILITA?

10/12/2022.

El capitalismo woke o «stakeholder Capitalism» (ver: DEL MARXISMO AL CAPITALISMO WOKE. UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA parece que está empezando a perder fuelle, prestigio y, sobre todo, dinero. Como ha denunciado Vivek Ramaswamy en “Woke Inc”, los ejecutivos formados en las universidades wokes, junto con la enorme presión del Partido Demócrata y los lobbies alrededor de los Sanders-Warren, ACLU, etc, etc, han logrado imponer la agenda ESG (en inglés “Environmental, social and corporate governance”- ASG en español así como ISR de inversión sostenible y responsable que integra los criterios ambientales, sociales y de buen gobierno) en todo occidente. Ello implica la falsificación del objetivo principal de la empresa: obtener beneficios para sus accionistas y óptimo servicio a sus clientes, puesto que estos empresarios dedican tiempo y dinero de la empresa que dirigen, en labrarse reputaciones personales como altruistas conscientes de los males del mundo. Con este plan, con el dinero que les confían sus inversores y clientes, se exhiben con no poca insolencia como salvadores de la tierra y bienhechores de la humanidad. Estos “concienciados” directivos quieren cambiarnos copiando en buena parte el guión de ese “hombre nuevo” imaginado por Nietzsche y Guevara; unos vasallos zombis que paguen sin rechistar. Y todo ello en comandita con los activistas wokes que practican la censura y la intolerancia que sintetiza la llamada «cultura de la cancelación«, para eliminar social y laboralmente a todo aquel que ose criticar el juego de monopolio que pretenden imponer.

Por supuesto, estos multimillonarios empresarios cuentan con el apoyo de Naciones Unidas, la UE, la mayoría de los gobiernos occidentales, e innumerables asociaciones con ánimo de lucro no declarado. Al mismo tiempo, la salvación del planeta que proponen les comporta cantidades ingentes de recursos públicos y algunos privados que, en realidad, sufragan los contribuyentes al erario de los países occidentales, a través de todo tipo de impuestos. Sobre esta colchoneta de dinero, se han fundado organizaciones wokes intergubernamentales y privadas, con el fin de guiar y comprometer (y vigilar) el buen comportamiento ESG de las empresas de occidente. Son los poderosos lobbies y conglomerados: Net Zero Asset Managers (NZAM), European CEO Alliance, European Green Deal, EU taxonomy, Global Reporting Initiative (GRI), etc. Más que alentar, estas organizaciones se encargan de imponer y vigilar el cumplimiento por parte de las empresas de los objetivos de diversidad (incluyendo la discriminación positiva), alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050 y mantener el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados.

Además de que la inmensa mayoría de los objetivos ESG-wokes son humo, imponerlos en las empresas privadas constituye un claro incumplimiento fiduciario de los directivos, por cuanto al perpetrarlos, utilizan fondos de sus accionistas y clientes en promover agendas sociales que muchos de esos accionistas y clientes *nunca* aceptaron. Ni que decir tiene que Iberdrola, Santander, BBV, Repsol, CEPSA, Telefónica, Grupo Social Once, Mercadona, Inditex, ESG, Ikea, Mapfre, Mutua Madrileña, Mahou San Miguel, Caixabank, IberCaja, Banco Sabadell, BANKINTER, RENFE, AENA, Pascual, Campo Frío, Sanitas, El Corte Inglés, Naturgy, PRISA, Vocento, Unidad Editorial, Atresmedia, Planeta, Mediaset, Grifols, ACCIONA y unas cuantas más, han pasado por el aro ESG y pertenecen a uno o a varios de los mencionados lobbies y conglomerados vigilantes del ESG. En seguida veremos porqué.

Y sin embargo, desde hace unos meses las grietas empiezan a surgir en las empresas más wokes. Parece que la estrategia ESG no termina de ser rentable y no pocos inversores empiezan a protestar o a irse a empresas menos wokes. El primer signo de cuestionamiento claro de esta estrategia, acaeció a finales de noviembre de este año, cuando Disney estrenó el costosísimo film animado ‘Strange World‘ (Mundo Extraño) y perdió 150 millones de dólares solo durante la primera semana de proyección. El rechazo del público por su radicalismo woke fue contundente cuando el boca a boca difundió que se trataba de un panfleto woke, sustentado en insulsas aventuras de una improbable familia interracial, con un personaje adolescente abiertamente LGBTQ+. Fue la gota que colmó el vaso pues expuso con crudeza la posibilidad del cumplimiento del lema creado por Brandon Smith para Holiwood: «Get Woke, Go Broke«. Solo unos días después del estreno, fue destituido fulminante su CEO Bob Chapeck quien, además de generar pérdidas sustanciales con otros films con mensajes wokes, incitado por los muchos empleados wokes de Disney, fracasó rotundamente cuando se enfrentó al gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, denostando públicamente el proyecto de ley estatal de derechos de los padres en la educación, que prohíbe enseñar ideología de género y orientación sexual en las aulas.

La semana pasada, Vanguard, el segundo administrador de fondos mutuos y cotizados en bolsa más grande del mundo, se retiró de la Net Zero Asset Managers (NZAM), la mencionada alianza del sector financiero comprometida objetivo de cero emisiones netas para 2050 y ayudar a mantener el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados, afirmando que la medida era necesaria para brindar «claridad» a los inversores.

Tras estos acontecimientos, en medios financieros y sectores de la sociedad civil contrarios al wokeismo, ha surgido la expectativa sobre el futuro inmediato de BlackRock Inc. el fondo más grande del mundo en gestión de activos valorados en más de diez billones de dólares, dirigido por el Larry Fink, un auténtico campeador del stakeholder Capitalism que defiende con arrojo que: “el capitalismo stakeholder tiene el poder de transformar la sociedad” y no duda en aplicar en su gestión, solo en los países occidentales, objetivos ambientales y de diversidad radicales, según los cánones wokes y una estricta estrategia ESG. Sin embargo, su práctica ESG empieza a ser puesta en cuestión por inversores y clientes, tanto por injusta como por ineficaz.

En realidad, las fórmulas aplicadas por Flink han sido cuestionadas hace tiempo, aunque solo en agosto de este año se han explicitado con contundencia cuando diecinueve fiscales generales estatales de EEUU, encabezados por el fiscal general de Arizona, Mark Brnovich, escribieron a la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC) demandado abrir una investigación sobre los vínculos de BlackRock con el Partido Comunista de China, además de verificar si estaba priorizando o no su responsabilidad fiduciaria con los inversores. La carta destaca que el gigante inversor encabezado por el multimillonario Larry Fink, invierte y hace negocios con empresas chinas que a menudo ignoran las preocupaciones ambientales, al tiempo que presiona a las empresas estadounidenses para que recorten drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, los fiscales han solicitado a la SEC que examine si los vínculos del grupo con varios grupos climáticos y los objetivos ESG entran en conflicto con sus responsabilidades fiduciarias. «Según los datos disponibles actualmente, BlackRock parece usar el dinero obtenido a través del esfuerzo de muchos ciudadanos, para eludir el mejor retorno de la inversión posible, así como su voto. Asimismo, continúan, los compromisos públicos anteriores de BlackRock indican que ha utilizado los activos de los ciudadanos, para presionar a muchas de las empresas en que participan a cumplir con tratados como el Acuerdo de París, que obligan a eliminar gradualmente los combustibles fósiles, aumentan los precios de la energía, impulsan la inflación y debilitan la seguridad nacional de los Estados Unidos».

El pasado octubre los Estados de Luisiana y Misuri retiraron 500 y 794 millones de dólares respectivamente de sus fondos de pensiones públicas administrados por BlackRock, aduciendo malos rendimientos derivados de las políticas woke. Hace unos días, el Estado de Florida ha retirado 2.000 millones de dólares en activos de BlackRock, por anteponer la sostenibilidad a la rentabilidad. Los motivos de esta acción han sido explicados por el director financiero del Estado de Florida, Jimmy Patronis: «Si Larry, o sus amigos de Wall Street, quieren cambiar el mundo, preséntense como candidatos en las elecciones, funden una organización sin ánimo de lucro, donen a las causas que les importan, pero no jueguen con el dinero de los contribuyentes de Florida. Creo que es antidemocrático que los principales administradores de activos usen su poder para influir en los asuntos políticos y sociales. Usar nuestro dinero para financiar los proyectos de ingeniería social de BlackRock no es algo en lo que Florida se haya apuntado. No tiene nada que ver con maximizar los rendimientos y es lo contrario por lo que se le paga a un administrador de activos».

Teniendo en cuenta los continuos atropellos del Gobierno de Sánchez al orden constitucional, seguramente no pocos de quienes han tenido la paciencia de llegar hasta este párrafo se pregunten ¿en qué concierne a los españoles estos asuntos? La respuesta podría apelar a las tremebundas leyes wokes aprobadas y en tramitación, pero quizá sea más práctico informar que BlackRock es el primer inversor de la bolsa española. Dirige, de hecho, empresas españolas, algunas en apuros como Grifols. Es el primer accionista de Repsol (5,475%), BBVA (5,48%), Banco Santander (5,426%), Telefónica (4,983%) y Amadeus (6,153%). Asimismo, es el segundo accionista de Iberdrola (5,251%). También está presente en otras muchas compañías del Ibex: Enagás (3,833%), Redeia -antigua Red Eléctrica- (3,47%), ACS (5,373%), AENA (3,071%), Colonial (3,595%), Merlin Properties (3,996%), Banco Sabadell (4,610%), Caixabank (3,211%), Cellnex (5,207%), Ferrovial (3,133%), Siemens Gamesa (3,739%) y Solaria (3,821%). Y, al mismo tiempo, en el segundo trimestre del año su beneficio cayó el 22% y los ingresos el 6%. Creo que tras esta información, se comprende mejor el entusiasmo de las grandes empresas españolas respecto a los objetivos ESG.