El Papanatismo imitador de nuestros políticos suele resultar inútil y despilfarrador.
Comprobar, día tras día, como los políticos españoles, de todas las tendencias y colores, copian medidas foráneas que la experiencia ha demostrado ineficaces o contraproducentes es exasperante y muy costoso para los contribuyentes.
Dejo a su criterio calificar el incumplimiento de la promesa electoral de Martínez-Almeida de abolir el Plan de movilidad Urbana Sostenible de Madrid perpetrado por su antecesora, a pesar del conocido fracaso de las zonas de bajas emisiones en otras ciudades europeas como Londres y Paris. Y lo ha hecho obedeciendo sin rechistar las imposiciones de la religión climática establecidas en las leyes y reglamentos sobre el cambio climático y transición energética. Con estos antecedentes, confieso que no me sorprendió, aunque me enfadara, leer ayer el edulcorado reportaje en El Mundo donde se desvela que el Ayuntamiento de Madrid imita planes foráneos archifracasados y archicostosos. Se trata del plan adoptado por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid para ayudar a los “sin techo” o contra la lacra ahora designada con el feo neologismo “sinhogarismo”. «Seguimos la metodología de “housing first”. Su planteamiento es que primero se debe facilitar un alojamiento a esas personas para que puedan trabajar y salir adelante». Como es obvio, el anglicismo housing first, es fácilmente traducible por vivienda primero, pero el Ayuntamiento de Madrid ha preferido hacerlo con un remilgado “Programa Construyendo Hogar”.
Alertado por el artículo, entro en la página del Ayuntamiento y compruebo que el “Programa Construyendo Hogar” se basa en un convenio de colaboración entre la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS – presidida por el concejal del Grupo Municipal del Partido Popular y Portavoz Adjunto del Grupo, Álvaro González López y que cuenta con 300 trabajadores en nómina) y el Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social a cargo del concejal del grupo municipal de Ciudadanos, José Aniorte Rueda. Como podrán comprobar, para este programa la EMVS aporta 98 viviendas que pone a disposición de las Entidades Sociales que lo desarrollan, mientras que el programa cuenta con un total de 175 viviendas municipales. La federación de asociaciones y centros de ayuda a personas sin hogar (FACIAM) estima que en la capital hay al menos 1.600 personas sin hogar, 650 de ellas viviendo en la calle, sin embargo, otros estudios aumentan la cifra a 3000 personas viviendo en las calles de Madrid. En apariencia, parece un programa social compasivo un tanto escaso para las necesidades, pero aunque tuviera más recursos, a estas alturas es inaudito que el Ayuntamiento de la capital de España, copie con indisimulada satisfacción el housing first, uno de los mayores fracasos, si no el mayor, de las políticas sociales de EE.UU.
Por supuesto, las entidades sociales españolas que colaboran en los housing first de Alicante, Avilés, Arona, Barcelona, Córdoba, Coslada, San Sebastian, Granada, Madrid, Móstoles, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla y Zaragoza evalúan muy requetebién estos programas. Asimismo, en la ley de la vivienda que prepara el gobierno de Sánchez y Podemas contiene el housing first.
Fue a principios de la década del 2000 cuando, presionados por ONGs y partidos minoritarios de izquierdas, los demócratas y algunos republicanos asumieron la ingenua propuesta del trabajador social neoyorquino Sam Tsemberis. Sencillo, concluyó Sam, si hay gente sin vivienda es porque faltan viviendas específicas para los sin techo, luego con proporcionar a cada persona crónicamente sin hogar, una «Vivienda de apoyo permanente» (PSH), es decir, gratis total, el problema está resuelto. De esta manera muchas personalidades públicas y privadas anunciaron que estaban dispuestas a apoyar la propuesta de Tsemberis. Así nació hace dos décadas en EE.UU el programa Housing First implantado entre el 2000 y 2004 en la mayoría de las grandes ciudades de EEUU gobernadas por el Partido Demócrata (la inmensa mayoría), destacando por su inversión pública las ciudades con más personas por mil habitantes que vivían en la calle: Washington DC, Boston, San Francisco y Nueva York.
El Housing First fue expandido y aumentado con dinero federal por Obama en 2013. Consiste en dos programas. El primero se conoce como vivienda o alojamiento de apoyo permanente (Permanent supportive housing PSH) y está dirigido a personas y familias con enfermedades crónicas, discapacidades, problemas de salud mental o trastornos por el uso de sustancias psicoactivas que viven en la calle mucho tiempo o permanentemente. El PSH también puede proporcionar a los individuos sintecho un hospedaje llamado single-room occupancy (SRO) habitaciones en una especie de motel o en un bloque de habitáculos que incluye ayuda pecuniaria. El segundo programa es de realojamiento rápido para individuos y familias con urgente necesidad de vivienda, a los que se les proporciona también asistencia y pago del alquiler durante un tiempo.
Oficialmente, en 2022 había 7,754 personas sin hogar “homeless” en San Francisco, ciudad que contaba con 815.201 habitantes. Por supuesto, había muchas más. El presupuesto que dedicó la ciudad el año pasado para atender a los homeless superó los 1.400 millones de dólares, es decir, más de 180.000,00 euros por cada homeless detectado. De esta enorme cifra que pesa como una losa en el importante déficit del ayuntamiento norteamericano, una gran rebanada se gasta en el Housing First. Sin embargo, como viene sucediendo desde que en 2004 se implantó este programa, lejos de disminuir el número de personas sin hogar que viven a salto de mata en esta y otras ciudades norteamericanas, aumenta y con ello aumenta el índice de criminalidad.
Quien afirme que la solución del problema de los sintecho es sencillo es un pánfilo o un demagogo o ambas cosas. Los motivos por los que las personas no tienen donde cobijarse son muchos y de diferente índole. Un estudio reciente de la Universidad de California (UCLA) descubrió que más del 75% de los “homeless” tiene una enfermedad mental grave, otro 75% abusa de sustancias psicoactivas legales e ilegales. Así, estos individuos son reacios a la disciplina y aceptar asistencia con mandatos y requisitos. Por consiguiente, el regalo de una vivienda a quien está preso de la droga o/y tiene una enfermedad mental que le impide vivir con un mínimo de autonomía, implica la necesidad de una custodia hoy imposible de implementar por carecer, en todos los países occidentales, de residencias y hospitales adecuados, además de provocar corrupción. Y es la corrupción, la burocracia y el manejo de estadísticas según el método Tezanos lo que ha producido que el programa Housing First que ha construido millones de viviendas destinadas a los sintecho en las ciudades norteamericanas, sea un fracaso sin paliativos.
Y no por archisabido que el programa Housing First es un fracaso, los demócratas lo cuestionan ¿Por qué será?
En San Francisco hay decenas de estudios que demuestran que tienen que construir 10 alojamientos PSH para sacar de la calle a una sola persona puesto que al final, la gran mayoría de esas viviendas o microviviendas se destinan a personas que no habrían estado permanentemente sin hogar. Incluso la eliminación de las calles de esa única persona sin hogar se desvanece en pocos días por cuanto inmediatamente surgen más homeless procedentes de la emigración ilegal o el consumo desbocado de droga.
Los horrores de las SRO (habitaciones en edificios o moteles) se exhibieron al público en un artículo reciente del San Francisco Chronicle. El reportaje muestra personas que viven en edificios con techos colapsados, moho tóxico, alimañas, olores nocivos, ruido constante, electrodomésticos rotos y violencia descontrolada. También señala que al menos 166 personas sufrieron una sobredosis fatal en estos habitáculos entre 2020 y 2021. Sin embargo, este número oficial es sospechoso por ser tan bajo. Un médico forense de San Francisco informó de, al menos, 1300 muertes por sobredosis de fentanilo ilícito combinado con otras drogas en los últimos dos años. Por si estos problemas no fueran suficientes, la convivencia entre los alojados gratis por el Housing First y los inquilinos que pagan su vivienda con el sudor de su frente suele ser una pesadilla para los segundos.
Que el programa Housing First está basado en una fórmula derivada de ideologías desdeñosas de la experiencia y la razón es evidente. Que además despilfarra y genera burocracia y corrupción es un dato. Las noticias sobre escándalos de corrupción en el manejo de fondos destinados a socorrer a los homeless es una constante. En realidad, quien resume mejor el asunto es la conocida expresión; “San Francisco’s Homeless Industrial Complex”. Efectivamente se trata de una estructura institucional con grandes recursos de la que disfrutan muchos. Algunos, como el director de trabajos públicos, Mohammed Nuru fue sentenciado en agosto de 2022 a 7 años de cárcel por corrupción y manipulación de contratos. En los últimos meses, auditorías internas y del FBI descubren malversaciones de fondos por parte de ONGs. Escandalosa, por los millones sustraídos, es la del Consejo Unido de Servicios Humanos (UCHS).
Entonces Sr. Almeida y demás alcaldes, presidentes y políticos en general ¿pueden explicarnos los motivos por los que sus administraciones copian mansamente el Housing First?