EL GRAN HERMANO REINA EN CHINA

25/09/2022

Ayer, varios medios informaban de la purga perpetrada por el autócrata Xi Jinping sobre varios gerifaltes del Partido Comunista de China (PCC) como el exministro de Justicia, Fu Zhenghua y exviceministro de Seguridad, Sun Lijun. A nadie se le escapa que se trata de un aviso a navegantes para que su reelección como Secretario General esté expedita en el XX Congreso del PCC que se celebrará el próximo octubre. De hecho, la noticia no me ha sorprendido en absoluto pues desde la observación in situ hace 8 años, hasta la constatación posterior muy cercana de cómo el régimen espía y castiga cualquier opinión por inocua que sea, incluso a los extranjeros, además de los innumerables datos históricos y recientes testimonios lóbregos, demuestran que la purga actual es solo el pan nuestro de cada día del régimen chino.

Es innegable que hubo momentos donde pareció que el régimen parecía democratizarse, que el Partido Comunista de China aflojaba la cincha un poco, por ejemplo antes de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008. Sin embargo, hechos y datos indican que el régimen chino persiste en la autocracia e incluso la refuerza. En realidad, unos años antes ya se había consolidado la corrupta oligarquía multimillonaria, la aristocracia roja que maneja el PCC cuan martillo pilón e instrumento de su enriquecimiento. Así, la cleptocracia sistémica fue generando conflictos de intereses, guerras internas entre bandas que, ante la falta total de justicia independiente vinculada estrictamente al bien general, son zanjadas mediante purgas al mejor estilo estalinista. Las purgas son el constante desenlace de la lucha de clanes en el seno del PCC desde su creación, si bien se materializan con mayor desgarro desde la fundación de la República Popular China en 1949.

El suma y sigue de muerte y calamidades en China desde 1949 es aterrador, aunque los constantes lavados de cara y los éxitos económicos los ocultan sistemáticamente. El Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, fueron desastres humanitarios provocados por aquel Mao Gran Timonel, dueño y señor tan despiadado o más que el padercito sanguinario de la URSS; su camarada Stalin. Entre 1949 y 1975 calamidades y desastres produjeron millones de muertos, purgados, desaparecidos y encarcelados. Con la muerte de Mao y la purga del grupo de desalmados a la sombra de Mao compuesto por su viuda, Jiang Qing junto con Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen, conocido como la “Banda de los Cuatro” y la consiguiente resolución del XI Comité Central del PCC en diciembre de 1978 que repudió con contundencia la práctica política y el legado económico de Mao, se inició un periodo de reformas económicas que incluyeron la legalización de la propiedad privada de los medios de producción y el final de la autarquía. En definitiva, el camino hacia un capitalismo de corte corporativo, según la fórmula del nuevo jefe Deng Xiaoping “gato negro o gato blanco, lo importante es que cace ratones”. Pero de esta reforma económica no surgió, como algunos supusimos ingenuamente entonces, una reforma política similar a la ocurrida durante el tardofranquismo, que democratizara China.

Los motivos por los que ningún régimen controlado por un partido comunista de corte leninista progresa hacia la democracia merecen estudiarse. Lo indudable es que solo China y Vietnam han avanzado hacia un capitalismo vigilado por una aristocracia organizada en el partido que se ha convertido en oligarquía financiera. En China, cualquier intento de progreso hacia una democracia liberal ha sido aplastado a sangre y fuego. El ejemplo más doloroso sucedió en 1989, cuando el primer ministro Li Peng (luego purgado por corrupción), ordenó al Ejército Popular de Liberación disparar a discreción sobre los estudiantes que protestaban en la plaza de Tiananmen.

Trabajando como chinos en fábricas de corporaciones multinacionales o en fábricas propiedad de la aristocracia roja del PCC, los obreros y campesinos de la República Popular China lograron una gran hazaña económica entre 1980 y 2010. Fueron las multinacionales occidentales obnubiladas por la productividad, los bajos salarios y el potencial de consumo de los miles de millones de chinos, quienes invirtieron ingentes capitales acompañados de descomunales mordidas a los altos funcionarios miembros del PCC. No les importó ni la corrupción sistémica ni la inseguridad jurídica. Solo los beneficios cortoplacistas contaron. Así, la enorme riqueza generada derivada de la multiplicación por diez del Producto Interior Bruto (PIB) entre 1997 y 2016, no se ha repartido como teóricamente debía hacerse en un país “socialista” dirigido por un partido comunista. Todo lo contrario, el índice Gini fue subiendo desde el 16 del reparto de la miseria de finales de los 70 hasta el 49 en 2008 (España 32,4).

La diferencia de salarios y condiciones de trabajo y vida se fueron agrandando entre los trabajadores de Shanghái o Pekín y los de las zonas rurales donde reside aún el 60% de la población china.

El famoso bloguero Pan Caifu establece siete clases sociales en la RPC. Sin contradecirle en absoluto, recojo su clasificación agregando algunos matices captados desde diferentes fuentes y datos.

EN LA REPUBLICA POPULAR CHINA HAY CLASES

I.        La clase de los poderosos funcionarios (权贵阶层) o aristocracia roja. Esta oligarquía está formada por los dirigentes del PCC y sus familias. Además de los miembros del Comité Central y el Politburó, pertenecen a esta estirpe los prominentes miembros del Congreso Nacional del Pueblo y el Consejo de Estado. Sus vástagos pertenecen al Cuerpo de Jóvenes Pioneros de China y a la Liga de la Juventud Comunista de China. Según varias fuentes, esta oligarquía la conforman alrededor de 50.000 individuos, cuya riqueza individual suele sobrepasar los miles de millones de dólares. Esta opulencia es adquirida a través del tráfico de influencias que los chinos llaman “guanzi”. Según una encuesta de Net Ease, sólo el 3% de los chinos cree posible hacer negocios sin guanxi.

II.      Los altos funcionarios o cuadros del PCC (官僚阶层) que ocupan altos puestos en las estructuras del Estado: jueces, fiscales, presidentes de asociaciones, rectores de universidad y directores de empresas estatales. La mayoría son miembros del PCC. Además de sus altos salarios, son premiados con esplendidos gajes como automóviles con chofer, amplia vivienda en barrios residenciales específicamente construidos para ellos, pagos por favores conocidos como “sobres rojos” (hongbao). Además, como derivada de su poder en las concesiones de licencias y otros muchos permisos, practican el mencionado tráfico de influencias guanzi remunerado con mordidas que pueden ser en metálico o mediante acciones de empresas cotizadas en bolsa a nombres de sus familiares. Estas prácticas corruptas son descritas con crudeza y precisión por Desmond Shum en: “Red Roulette: An Insider’s Story of Wealth, Power, Corruption, and Vengeance in Today’s China” 2021 (Ruleta Roja: Una historia privilegiada de riqueza, poder, corrupción y venganza en la China de hoy). Con ingresos y patrimonios millonarios, se estima que esta clase la conforman alrededor de 4 millones.

III.       Las elites (精英阶层) constituidas por directores de empresas privadas, personajes famosos de la cultura y el espectáculo, abogados de prestigio o líderes de opinión constituyen un estamento social parcialmente dependiente de los dos estamentos anteriores que controlan el Estado. Aunque algunos gozan de influencia social y tienen abundantes recursos económicos, son constantemente supervisados por las dos clases superiores y se ven en la obligación de cooperar con ellas hasta el punto de afiliarse al PCC. Esta ambivalente situación provoca inseguridad social y financiera. Se estima que a esta clase pertenecen unos 8 millones de individuos.

IV.       Funcionarios y trabajadores contratados por el Estado (国有中产阶层). Tienen el privilegio de tener trabajo fijo con buenos sueldos y sinecuras considerables como vivienda, seguro médico, vacaciones y buenas condiciones laborales. Todos son miembros del PCC y suman alrededor de 15 millones.

V.       Clase media (中产阶层). Compuesta por trabajadores de empresas privadas, pequeños empresarios, autónomos, abogados, profesores universitarios, escritores, artistas, trabajadores para empresas extranjeras, periodistas en los medios comerciales, etc. Según Pan Caifu es “la clase de la esperanza” (希望阶层), al tiempo que confirma que en los últimos años su crecimiento se ha estancando, sus riquezas han disminuido y su espacio social se ha reducido. Es obvio que esta clase no es homogénea ni en recursos ni estatus. Como he mencionado, hay enormes diferencias salariales y condiciones de vida entre los habitantes de Shanghái, Pekín y otras ciudades industriales frente a los residentes de ciudades y pueblos del interior. En todos los casos, no disfrutan de un seguro médico al modelo occidental pues los pacientes están obligados a pagar, de media, más del 30% de los gastos médicos. Para ellos la escuela primaria suele ser gratuita pero la secundaria, la profesional y la universitaria corren a cargo de los parientes exclusivamente. Estamos hablando de unos 50 millones de personas.

VI.       El campesinado (农民阶层) puede vivir en el campo o en la ciudad. En general están sometidos al hukou de su nacimiento (registro censal que opera como un pasaporte interno o permiso de residencia al que se ligan tanto el lugar de residencia como la provisión de servicios sociales). Muchos de ellos han perdido sus tierras, algunos todavía viven de la agricultura o tienen pequeños negocios. Otra de las características de esta clase social es que los políticos no les prestan atención al no contar con representación política real. Son los grandes perjudicados del proceso de urbanización y de la destrucción del medio ambiente. Pan Caifu piensa que son la clase social más numerosa de China: unos 800 millones, sin embargo, teniendo en cuenta que la población activa de la RPC en 2021 era 793 millones, el 35% de campesinos suponen unos 500 millones de personas. Sin embargo, se calcula en unos 200 millones los emigrados a las ciudades de forma clandestina. La gran tragedia del campesinado chino es que carece de derechos laborales, sus condiciones de trabajo son precarias o inexistentes, mientras que el salario es de mera supervivencia. De hecho es el ejército de reserva barato para la industria.

VII.       El proletariado (无产阶层) según Pan Caifu es la clase social más baja, pobre y desprotegida. Aquí entrarían los campesinos más pobres emigrados clandestinamente a las ciudades, los trabajadores que se han quedado en el paro después de trabajar en empresas privadas, las personas sin hogar, los peticionarios o las familias aquejadas de una grave enfermedad, etc. Un grupo extenso que conformaría el lumpen de la sociedad china. Desdeñados por el sistema, no tienen protección social alguna, sobre todo los clandestinos victimas del hukou. De tal manera que si tienen la desgracia de caer enfermos, tienen que pagar de su exiguo bolsillo al médico. Una operación quirúrgica de urgencia es para ellos una tragedia en todos los aspectos. De los 500 millones de campesinos se calcula que hay más de 200 millones de inmigrantes internos que circulan por las ciudades chinas sin derechos de ningún tipo. El proletariado o lumpen del proletariado suma alrededor de 250 millones de personas.

Si el “socialismo con peculiaridades chinas” establecido por el denguismo (Deng Xiaoping) entre 1978 y 2012 supuso un extraordinario avance económico para China, parece obvio que sus mayores beneficiarios no fueron las masas obreras y campesinas sino los integrantes del partido que dice ser la vanguardia del proletariado. Esta obviedad fue aprovechada por Xi Jinping para escalar hasta la cumbre del PCC como Secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China en noviembre de 2012, enarbolando una supuesta reforma igualitaria. Sin embargo, trascurrida prácticamente una década de xiísmo, lejos de mejorar la distribución de la riqueza, se ha seguido concentrando en las manos de la oligarquía roja. Así, el índice Gini sigue rozando el 5 que significa una desigualdad social tercermundista. Entre tanto, el camarada Xi se ha desembarazado de las escasas restricciones de acaparamiento de poder establecidas por Deng como la dirección colegiada, la limitación de mandatos, la concentración del poder o el propio culto a la personalidad.

Antes del coronavirus, la economía China dejó de crecer realmente por diversos motivos. Seguramente el más importante, junto con la crisis inmobiliaria, fue el retorno a una planificación y centralización más firme ordenada por Xi Jinping, que pronto desincentivó a los inversores internacionales. Hong Kong era una ventana amplia que demostraba que el capitalismo funciona mejor con libertad. El principio de “un país, dos sistemas” chocaba con el proyecto recentralizador de Xi. Solución estilo Mao y Stalin; Sometimiento por la fuerza aunque signifique la destrucción de una democracia con una economía boyante. Tras esta demostración de fuerza parece obvio que el próximo bocado de Xi es Taiwan.

Como un Mao redivivo, Xi Jinping se afianza en el poder absoluto justificando sus arbitrariedades y purgas por la lucha contra la corrupción. La realidad es que el guanxi sigue funcionando a toda máquina, al tiempo que el Gran Hermano llamado Partido Comunista de China vigila a cada súbdito chino que no pertenece a la oligarquía del PCC a través de su móvil, de una gran red tecnológica de monitorización, policías con gafas con reconocimiento facial, obligación de llevar chips RFID en todos los coches, más millones de videocámaras por calles y portales. Quien no obedece escrupulosamente las órdenes y reglas del Gran Hermano Partido Comunista de China, se le quitan puntos de crédito social hasta, si persiste, borrarle.

Si la dictadura de Xi constituye una tribulación para la humanidad, el apoyo indisimulado de los Klaus Schwab, Al Gore, Larry Fink, Tim Cook, Reed Hastings, Satya Nadella, Bill Gates y demás CEOs wokes como impulsores del «Gran Reset» o control social para un Nuevo Orden Mundial, estremece a cualquiera que considere la libertad como uno de los bienes más preciados de la humanidad.