UNA LEY PARA DESTRUIR LA CONSTITUCIÓN
Uno de los métodos analíticos que tiene la ventaja de ser considerado empático, aunque, en rigor, no tiene por qué serlo, es el de ponerse en lugar del otro. Sin embargo, para aumentar la capacidad analítica, además de ponerse en lugar de alguien o de algunos, parece imprescindible el uso de la mayéutica. Por lo cual, voy a intentar aplicar el mencionado método combinado para analizar los objetivos de la camarilla que ha redactado y aprobado el proyecto de Ley de Memoria Democrática.
Poner en perspectiva histórica los partidos políticos que han redactado y/o apoyado este proyecto de ley, es imprescindible para buscar sus motivos y raíces: PSOE, Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común, Más País, Euskal Herria Bildu, Partido Nacionalista Vasco (PNV), Izquierda (Esquerra) Republicana de Cataluña (ERC)—negociando para obtener más de lo suyo—, Candidatura d’Unitat Popular·Països Catalans (CUP), Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT), Coalición Canaria, Partido Regionalista de Cantabria y Teruel Existe. Ahora, repasemos los partidos que promovieron el NO y la abstención en el referéndum para la ratificación de la Carta Magna en diciembre de 1978.
El NO rotundo a la Constitución lo impulsaron: Izquierda (Esquerra) Republicana de Cataluña (ERC), Euskadiko Ezkerra (EE), Herri Batasuna (HB), Partit Socialista d’Alliberament Nacional dels Països Catalans (PSAN), Asemblea Nacional-Popular Galega (AN-PG –BNPG), Unión del Pueblo Gallego (UPG), Partido Socialista de Aragón (PSA), Organización Cuarta Internacional (OCI), Partido Obrero Revolucionario de España (PORE), Liga Comunista Revolucionaria (LCR), Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), Partido del Trabajo de España (PTE), Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), Partido Comunista de España marxista-leninista (PCE (m-l)-FRAP -CRPE), Acción Democrática Española (ADE), Falange Española de las JONS (FE-JONS), Fuerza Nueva (FN), Unión Nacional Española (UNE), Comunión Tradicionalista (CT). Promovieron la abstención: Partido Nacionalista Vasco PNV, Fuerza para la Unidad de los Socialistas Vascos-Euskal Sozialistak Elkartzeko Indarra (ESEI), Partido Socialista de Andalucía (PSA), Partido Comunista Obrero Español (PCOE), Movimiento Comunista (MC), Organización de Izquierda Comunista (OIC), Organización Comunista de España-Bandera Roja (OCE-BR), Unificación Comunista de España (UCE), Partido Comunista de los Trabajadores (PCT), Partido de Unificación Comunista de Canarias (PUCC), Partido Comunista de Unificación (PCU), Partido de los socialistas de Cataluña-Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC-PSOE), Acción Republicana Democrática Española (ARDE), Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y Falange Auténtica (FA).
Con el fin de mejorar la información, he escrito los nombres completos de los partidos, en vez de solo las siglas. Asimismo, los he ordenado en función de la ideología que defendían y defienden, para intentar aclarar un poco el pesquis de esta retahíla de organizaciones. Para empezar, se evidencia claramente que excepto los 4 partidos residuales franquistas colocados en los últimos lugares de los dos listados, los partidos contrarios a la Constitución en 1978, excepto el PSOE, son los mismos que apoyan hoy la Ley de Memoria Democrática, aunque algunos hayan cambiado de nombre o se hayan fusionado en otros partidos y coaliciones con la misma ideología.
Asimismo, es comprobable la preponderancia de dos ideologías contrarias a la Constitución ayer y hoy; el nacionalismo supremacista y el marxismo-leninismo. En no pocos casos, ambas ideologías se entremezclaron y entremezclan. Claramente lo hacen en ERC, CUP, En Comú Podem-Galicia en Común, Más País y Euskal Herria Bildu. También es evidente que la inmensa mayoría de los partidos que se opusieron frontalmente a la Constitución en 1978, no combatieron al franquismo con el objetivo de conseguir una democracia liberal, al contrario, pretendían imponer “democracias populares” similares a la URSS, China, Albania o Cuba. No pocos practicaron el pistolerismo y el terrorismo como estrategia política. Sus herederos actuales han condimentado el marxismo-leninismo primitivo con chorros de gramscismo pasado de fecha, epatantes deconstrucciones y alteridades mezcladas con nauseabundas identidades flotantes, un coctel fernet y descangallao heredado de la Guardia de Hierro peronista firmado por el trio Laclau, Mouffe y Bergoglio, más las correspondientes gotas de “posthumanismo al alcance de todos los presupuestos” (ver “Transgénero: Un posthumanismo al alcance de todos los presupuestos” de Denis Collin). Aunque lo disimulan por razones tácticas y electorales, los partidos aliados con el PSOE hoy, mantienen una continuidad ideológica y estratégica, no pocos también orgánica, con los partidos que en 1978 se opusieron a la Constitución.
Dictaminadas las ideologías que anidan y soportan a los partidos actuales contrarios a la Constitución vigente, parece adecuado ponerse en su lugar, con el fin de comprender la estrategia que les guía para coligarse y aprobar leyes como la de memoria que nos ocupa. Recurro a su fuente ideológica original, para indicar que es el materialismo histórico marxista quien establece que el tiempo tiene dueños, que la narración del pasado (la historia) es una propiedad, un medio de producción del presente e incluso del futuro que detentan la clase dominante y los intelectuales a su servicio. Que esa propiedad; la historia, está en permanente disputa debido a la lucha de clases. Sin embargo, los partidos contrarios a la constitución española vigente, como marxistas posmodernos que son, hace tiempo que no identifican la lucha de clases con el enfrentamiento entre proletariado y burguesía, ni cuestionan la propiedad de los medios de producción. De hecho, el posmarxismo ha determinado que el proletariado es un sector subalterno del Bloque Hegemónico, bloque conformado por una visión del mundo especifica (hegemonía cultural) que, al imponerla en la sociedad, logra el poder exclusivo del Estado pantagruélico, siendo secundario, aunque sujeto de su agitación y propaganda, si ese Estado es plurinacional, confederal o nacional propio. En consecuencia, para los partidos que conforman el contubernio que les permite gobernar hoy en España, la historia les pertenece o debe pertenecerles, pues constituye el medio de producción que les facilita borrar las huellas indeseables de su pasado y deslegitimar la Constitución y la Transición, con el fin de proceder al desmantelamiento del régimen constitucional vigente. Porque la Constitución es el único valladar actual que frena que estos partidos logren imponer sus delirios ideológicos.
Pocas veces en mi vida he sentido tanta desazón leyendo un documento oficial. Desde la primera página de su extensísima exposición de motivos, permeada de medias verdades y falsedades descaradas, percibí un grado de manipulación insoportable. La manipulación es tan desahogada respecto a la Segunda República, que asocié su contenido a los once principios de la propaganda nazi de Joseph Goebbels. Su cinismo rancio rezuma en la reiteración de “los valores democráticos”. Mientras que la condición de víctima solo se obtiene si fue causada por la Dictadura, por supuesto la franquista porque, según este documento, la Segunda República fue un régimen ejemplar. El “derecho a la verdad de las víctimas” no se establece sobre el principio de la búsqueda de la verdad histórica, sino sobre la verdad oficial de Estado. Conociendo a la promotora de esta ley; la ínclita Carmen Calvo, no es extraño que algunos artículos requieran revisión psiquiátrica, por ejemplo, el Artículo 33 que concede (la ley de Memoria Histórica vigente de Zapatero también lo hace) la nacionalidad española a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales. La obsesión de santificar a unos mercenarios reclutados por la Comintern de Stalin, debe obedecer a un trastorno obsesivo culpable derivado de la derrota. ¿Qué otra explicación tiene conceder la nacionalidad española a personas que, en el caso de la más joven hoy tendría 106 años? La misma que si se concediera la nacionalidad española a Amílcar Barca.
El pasado 8 de julio, Pedro de Tena alertaba sobre las consecuencias de la aprobación de la Ley de Memoria Democrática en Libertad Digital. Su rotundos título y subtítulo: “La guerra fría civil” «En España ha dado comienzo la guerra fría civil, cuya mecha fue encendida por José Luis Rodríguez Zapatero y su ley de Memoria Histórica» conforman la antesala de su pronóstico: «el propósito de este largo caballero llamado Pedro Sánchez es continuar hurgando en aquella herida civil y, ahora abiertamente, liquidar la generosa Transición democrática y reventar la convivencia nacional de una inmensa mayoría de españoles liberada del odio y el rencor por familias que perdonaron y por unas instituciones que han sido y deben ser compartidas en un proceso de alternancia democrática». El sabio enlace que Pedro de Tena hace entre Largo Caballero y Pedro Sánchez es algo más que una referencia al pozo escabroso del PSOE que esta ley pretende tapar. La historia de un partido político que solo respeta o aparenta respetar las reglas de la democracia, cuando le resultan favorables. Datos son amores; huelga general revolucionaria en 1917, intento de golpe de Estado en 1934, las amenazas pronunciadas por Largo Caballero durante la campaña electoral el 10 de febrero de 1936 en el Cinema Europa: «Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos», son indicios de la INQUIETANTE HISTORIA DEL PSOE. Más que deriva, el POSE sanchista-oportunista capaz de pactar con los enemigos de la constitución y los herederos directos del terrorismo, parece una amarga continuidad histórica.
