ESPAÑA, la primera globalización

Quien conoce la historia, construye el futuro

Un documental de José Luis López-Linares producido por López-Li Films

17/10/2021

Resulta singular que un film, aunque sea un documental de 90 minutos, se estrene en Madrid un sábado a las 12,30 de la mañana del vermut. Imagino que será una estrategia requetepensada por los directivos del Cine Yelmo Ideal. El caso es que la sala 2 se llenó de un público variopinto que incluía muchos jóvenes con enormes cajas de palomitas. Con semejante ambiente, José Luis López-Linares hizo una breve pero emotiva presentación del documental, con la que agradeció a los colaboradores y a los participantes del micromecenazgo su contribución a la producción del film.

Es el actor Antonio Valero el narrador principal del documental al que se añaden las intervenciones de 39 historiadores, académicos, filósofos y peritos en diversas materias, entre otros: Carmen Iglesias, Luis Ribot, Elvira Roca Barea, Enriqueta Vila Villar, Fernando García de Cortázar, Jaime Contreras, Miguel Ángel Ladero, Nigel Townson, Marcelo Gullo, Stanley Payne, Manuel Lucena, Luo Huiling, Ramón Tamames, Pedro Insua, Patricio Llons, Fray Carlos Enrique Díaz Urbina, etcétera.

Enseguida se explica el motivo del título del documental, revelando la historia poco conocida por los españoles, originada por la crisis de confianza y una notable inflación en China durante el siglo XVI, cuya consecuencia forzó a la dinastía Ming a tomar la arriesgada decisión, al finalizar el siglo, de establecer el uso obligatorio de monedas de plata para el comercio oficial, sin apenas contar con minas de plata en su territorio. Esta decisión, coincidió con la consolidación de la ruta del Galeón de Manila iniciada en 1566 que sumaba unas 15.000 millas náuticas, conectando Sevilla con Veracruz en su tramo Atlántico, Veracruz y Acapulco a través de la Ciudad de México por tierra y finalmente Acapulco y Manila atravesando la totalidad del Pacífico. Esta formidable ruta comercial y cultural que duró hasta 1821, se basó en la exportación de la plata americana y otros metales a China y la importación de sedas, marfil y porcelana. Este substancial comercio ultramarino, supuso el control monetario de España sobre China y buena parte del mundo, al tiempo que trascendió en aspectos culturales en oriente y occidente que se evidencia en el arte religioso y decorativo.

Tras la introducción, el documental entra de lleno en los temas peliagudos de nuestra historia y en la Leyenda Negra. Se describe someramente el basamento del estado español fundado por los Reyes Católicos, donde el catolicismo fue la argamasa de su unidad al ser la condición indispensable para ser español y tener los derechos civiles derivados del humanismo renacentista. Con el derecho de gentes, plasmado por Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca, se establece el orden jurídico y social del Imperio español que abarcó a todos los españoles, peninsulares e indígenas sin distinción. Desde aquí, el documental entra en el examen de la inquisición, la expulsión-conversión de los judíos, la conquista de América, la política de mestizaje, el formidable sistema político administrativo con instituciones que procuraron la fundación de universidades, hospitales, escuelas e industrias que procuraron un grado de prosperidad notable para la época y una paz que duró cerca de tres siglos en los Virreinatos del Imperio. Son estos datos incontrovertibles, los que ponen en solfa la inferida trapacería de los incultos españoles, la supuesta incompetencia económica del Imperio español y el sambenito de la crueldad genocida contra los nativos.

Con el trascurrir del documental van quedando claros los motivos que han impulsado a José Luis López-Linares a emprender esta arriesgada empresa; responder a la embestida de nacionalistas, populistas de diferente jaez revueltos dentro de la olla podrida posmoderna donde se aglutinan las derivadas reaccionarias del indigenismo marxistoide y su complementaria supremacista. Unos derriban estatuas de Colon en Colombia y otros la de fray Junípero Serra en un lugar tan simbólico como la Universidad de Stanford fundada por el supremacista blanco Leland Stanford. Los de más acá, se apuntan a la ceremonia de la confusión achacando al franquismo el monopolio del patriotismo, para justificar la implantación de una historia oficial que convenga a sus intereses sectarios.

El empeño de José Luis López-Linares de llamar a rebato a los españoles denunciando la propaganda, las mentiras y las medias verdades sobre nuestra historia que intereses espurios han implantado por todo el mundo hasta acomplejarnos, esquiva un tanto la responsabilidad de muchos españoles en lo sucedido. Por cuanto, desde hace siglo y medio, los españoles hemos sido criados y maleducados sobre la vergüenza de pertenecer a una nación decadente y de malvado pasado. Los intentos de desfacer este entuerto, como el protagonizado por el polígrafo regeneracionista liberal y notorio políglota, Julián Juderías en “La leyenda negra y la verdad histórica” (1914), fueron eclipsados por planteamientos derivados de un eugenismo mal digerido que impele a la decadencia de la raza. De ser bajitos, morenos y algo holgazanes derivan los males de la patria para Lucas Mallada, mientras que para Ortega y Gasset el enano Gregorio el botero, pintado por Zuloaga, es un ser deforme, grotesco, símbolo de feria y de España. Incluso el católico conservador Menéndez Pelayo no ayudo mucho en mejorar nuestra autoestima cuando amonestaba, no exento de perspectiva: «España evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, cuna de San Ignacio […]; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectores o de los reinos de taifas». Y aunque fuera el loable deseo de una pronta regeneración, es la generación del 98 la que siente a España como dolor, desventura y anomalía. Son los Unamuno, Menéndez Pidal, Azorín, Machado, Sánchez Albornoz, Marañón y Ortega y Gasset quienes ahondan en la herida cometida por la Leyenda Negra sosteniendo, como en el famoso texto de Ortega que: «el patriotismo en nuestra España de hoy debe partir de una crítica acerba y un valeroso reconocimiento del enorme fracaso español». Hubo que esperar hasta 1985 a que uno de los discípulos más destacados de Ortega y Gasset; Julián Marías Aguilera, pusiera cordura al asunto en “España inteligible. Razón histórica de las Españas”, descartando la decadencia racial, para sostener que España es coherente e inteligible desde el enfoque de la razón histórica.

Opino que el documental “ESPAÑA, la primera globalización” además de defender y divulgar hechos irrefutables de nuestra compleja y emocionante historia, con el noble fin de denunciar imposturas e impostores, nos pone a los españoles en el brete de determinar si nuestra vida en común, en un mundo globalizado que se desquicia con particularismos inventados e imposturas manipuladoras, puede fundamentarse también en la defensa y enriquecimiento de la hispanidad, entendida como tesoro cultural y útil de los pueblos que la conforman.

Enlace al tráiler de España, la primera globalización

AL DESVÁN DE LA HISTORIA

    Marzo de 2016.

Enlace a la nota redactada tras la candidatura a las primarias por la secretaría general del PSOE de Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Para actualizar la cuestión y verificar los argumentos que escribí hace unos cuantos meses, les proporciono el enlace al vídeo del Debate entre los candidatos a la Secretaría General del PSOE.

   Una de las frases, luego muy utilizada como metáfora por la izquierda acodada en la doctrina marxista, es la escrita por Karl Marx al principio de “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” (1852) al completar la aseveración de Hegel sobre la repetición de los grandes hechos y personajes en la historia universal, indicando que el filósofo: «se olvidó de agregar: la primera, como tragedia, y la segunda, como farsa». Sin embargo, pese a las apariencias de repetición de algunos hechos históricos, la historia realmente no se repite aunque constatemos a diario que sus lecciones, apenas son consideradas por quienes; por su vocación o posición política, deberían prestar mayor atención.

   La refriega acaecida en el seno del Comité Federal del PSOE el pasado primero de octubre de 2016, si la amnesia selectiva de tantos fuera menos descarada, podría rememorarnos la división acaecida durante el tercer Congreso Extraordinario del PSOE celebrado en 1921, entre los “segundistas” (a favor de seguir en la segunda internacional) y los “terceristas” (los que estaban a favor del ingreso en la tercera internacional comunista KOMINTERN fundada en 1919 por Lenin). Ganaron los “segundistas” pero el PSOE sufrió su primera gran escisión de quienes fundaron el Partido Comunista Obrero Español. Y las tensiones siguieron entre quienes defendían el modelo democrático burgués, que tras la segunda guerra mundial se definió como socialdemocracia, frente a los “revolucionarios” tentados por la dictadura más o menos proletaria. El PSOE se fracturó pero resistió el envite hasta la siguiente encrucijada entre lealtad democrática o asalto revolucionario al poder.

   El dilema surgió cuando el PSOE perdió el poder tras las primeras elecciones democráticas del 19 de noviembre de 1933, en las que votaron las mujeres en España por primera vez. Ante la evidencia del retorno al poder de la derecha, los dirigentes del PSOE UGT y las Juventudes Socialistas se lanzaron a la insurrección contra la República que habían patrocinado. El editorial de «El Socialista» del 27 de septiembre de 1934, indicaba el itinerario de la inmediata insurrección: «Las nubes van cargadas camino de octubre. El mes próximo puede ser nuestro octubre. Nos aguardan días de pruebas, jornadas duras…Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado…». El 3 de octubre, El Socialista arengó a sus lectores de esta manera: «Camaradas en guardia. En guardia… Nuestra apelación a los trabajadores de España es concreta e imperiosa: en guardia». PSOE, UGT y las Juventudes Socialistas encabezadas por Largo Caballero, Indalecio Prieto, Ramón González Peña y Santiago Carrillo, prepararon con apoyo del Komintern y tras sellar la alianza con la anarquista CNT y el Partido Comunista de España que incluía el aprovisionamiento de armas, la convocatoria de una huelga general revolucionaria el 5 de octubre de 1934. La huelga revolucionaria solo triunfó en la cuenca minera asturiano-leonesa donde se declaró una República Socialista con capital en Mieres, con el conocido trágico final coronado con la proclamación oportunista por Lluys Companys del Estat Catalá de la República Federal Espanyola.

   Con la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, tras viajar a la URSS, el delfín de Largo Caballero; Santiago Carrillo Solares, integró a la profusa organización juvenil del PSOE que encabezaba como secretario general en la exigua del PCE, en una maniobra que recuerda a la reciente de Pablo Iglesias con Izquierda Unida. Solo cuatro meses después de la unificación de las dos organizaciones juveniles, en noviembre de 1936 mientras que Franco rodeaba la Ciudad Universitaria madrileña, Carrillo y sus Juventudes Unificadas se pasaron al Partido Comunista en bloque.

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   Desmantelado de jóvenes y en plena guerra civil, las grandes grescas en el PSOE siguieron la misma dinámica. Y así continuaron durante el exilio, siempre identificadas con el nombre de sus caudillos: “caballeristas”, “prietistas”, “negrinistas” y “besteiristas”. En octubre de 1974 los “llopistas” fueron sobrepasados en Suresnes por los “renovadores” luego “felipistas” y el PSOE se partió en dos una vez más. Enseguida apareció la consigna recurrente e inocua; “Por el cambio” y el joven Felipe Gonzalez Márquez con su escudero Alfonso Guerra, apoyados por la por entonces potentísima y opulenta Internacional Socialista de los Willy Brandt, Helmut Schmidt, Pietro Nenni, Michael Foot, Androsch Hans, François Mitterrand y Olof Palme, se hicieron con los mandos del desvencijado PSOE, haciéndolo resurgir de las cenizas cuan Ave Fénix tras cuarenta años de ausencia, gracias a los suculentos fondos aportados por la fundación alemana Friedrich Ebert. Todo parecía estar atado y bien atado tras el Congreso Extraordinario de septiembre de 1979 por Felipe, pero tras los terribles atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, el por entonces flamante secretario general del PSOE; José Luis Rodríguez Zapatero, logró la presidencia del gobierno español.

   El filósofo Gustavo Bueno calificó como “pensamiento Alicia” la ensoñación ideológica del PSOE encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero y sus rasputines menores; Alfredo Pérez Rubalcaba y María Teresa Fernández de la Vega. El pensamiento Alicia es resumido por Bueno como: «capaz de llamar personas humanas a los simios; progenitores A y B a los miembros de las parejas homosexuales a los que se les ha concedido un niño en adopción; o fascistas a quienes vencieron en la Guerra Civil española; de equivocar el alcance del término solidaridad –que puede aplicarse también al comportamiento de una banda de ladrones o terroristas–; y de plantear una Alianza de Civilizaciones sin delimitar antes lo que son éstas, encubriendo así los problemas reales de la gente bajo una nebulosa fantasiosa y carente de contenido».

   Lógicamente, el pensamiento Alicia fue degenerando en maniqueísmo simple con la oficialización de la memoria histórica, al tiempo que asumía la desmemoria reciente que incluía la tabla rasa a las referencias éticas históricas respecto a la deontología del político profesional y los límites en la obtención y el ejercicio del poder. El “spoil system” quedaba consagrado durante las vacas gordas de la especulación inmobiliaria, mediante el reclutamiento de diletantes plutocráticos en el partido y el reparto de canonjías a través de la redes clientelares.

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Con el reventón de la negada crisis y la caída estrepitosa de los palos del sombrajo del bienestar impostado, llegó la desastrosa gestión del zapaterismo o zapaterazo y los cantos de sirena de Hessel con coros de Sampedro. Resultó entonces que la indignación ciudadana fue desviada hacia los males provenientes de una transición sin ruptura catártica con el franquismo, principio y fin de todos los males habidos y por haber. Así, ZP y su Alicia quedaron desbordados por los antifranquistas sobrevenidos cuatro décadas después de enterrado Franco en Cuelgamuros. Eran los jóvenes campeadores anticasta abducidos por la pareja Ernesto Laclau – Chantal Mouffe, dúo mucho más «posh» que post, pues la mercadotecnia ha demostrado que rebelarse vende y si la bicha es el neoliberalismo y su medicina el NO LOGO, las superventas están garantizadas.

   Al verse señalados como casta, la nomenclatura del PSOE procuró disimular su primer desconcierto hasta que, al llegar la derechona al poder central, resucitó el Pacto del Tinell para abrazarse al poder autonómico y local con los nuevos del cambio y el gobierno de progreso y demás consignas celestiales. Total, no suena tan mal, incluso parece hasta heroica la confrontación de una lucha de clases invertebrada; “Nosotros frente a un Ellos” o “casta contra gente” donde el sujeto histórico ya no es el proletariado sino “la gente”; un trampantojo del populismo de izquierda neoperonista marca: Laclau-Mouffe, donde los descamisados son ahora todos los desheredados por la globalización, cuya cuantía es incontable por inabarcablemente etérea. Llegados a este punto, Alicia parecía encontrar su país maravilloso con esta atrayente doctrina, donde solo la globalización capitalista es el impedimento para la proliferación de los estados paternales y naturalmente hegemónicos que representa el socialismo del siglo XXI. Así, sin solución de continuidad y gracias al inconsciente lacaniano del posh-post se encuentran en el significante viaje a la ultratumba; Antonio Gramsci, Benito Mussolini, Juan Domingo Perón y Hugo Chávez, pasando por la reciente de Fidel de los Castro de toda la vida.

   Si la competencia posh-post populista lograba tal éxito mediático y electoral, el adanismo ideológico del PSOE post-Alicia se lanzó a apropiarse de los nuevos discursos y sobre todo de la estética de la nueva política. No quedaba más remedio que sustituir al viejo conspirador Pérez Rubalcaba por un joven lindo que despertara emociones amorosas en la “gente”, camisa blanca de mi esperanza sin corbata, soñada encarnación del carisma del líder mediático atonal posmoderno. Bella figura para representar los arco iris y unicornios que trascendieran la mala leche de los millones frustrados por la inclemencia de la crisis, con objeto de convertir esa emoción producida por el discurso embaucador del joven y apuesto líder en votos y poder. Sin embargo, los platós ya estaban ocupados por vendedores de emociones mucho más duchos y efébicos.

   ¿Que hemos hecho para merecer tanta desestima de la gente a pesar de lo mucho que la consentimos? Al fin y al cabo el PSOE puede ser rojo aquí, verde acá y amarillo allá. Jacobino en el Bernabéu, nacionalista en el Camp Nou y confederal en el Mestalla.

   En realidad, el travestismo muestra la desnudez ideológica y estratégica de un oportunismo sin principios, balbuceante cuando señala los paradigmas escandinavos, al ocultar que fue el innombrable Gerhard Schröder quien hizo las reformas neoliberales en Alemania que inspiraron las reformas idem en Suecia y Dinamarca. Por tanto, la historia no se repite en el PSOE puesto que no hay encrucijada reforma o revolución entre el susanismo y el pedrismo, tan solo regates tácticos para intentar sobrevivir en un mundo interdependiente que destroza los mecanismos de un poder basado en la expansión insostenible de la funcionariocracia.

   Tras años de demonización de la derecha y la globalización y conchabeo con las tesis nacionalistas y populistas, al PSOE no le queda un ápice de socialdemocracia. El desesperado intento de salvar los viejos muebles apolillados, repintado sus blasones y hablando de las tradiciones de la casa, ciertamente provocan conmiseración hasta que se comprueba la complicidad con que acogieron y acogen como aliados a los asesores de Chávez y Maduro. Retozar con el transversalismo, la autogestión, la contracultura, el colectivismo de birras y canutos, comprender la “okupación” de la casa del vecino y la crianza en tribu es querer abarcar demasiado, rebuscar con contumacia las zahúrdas antisistema. Cuando la vieja guardia del PSOE ha tocado a rebato ante la deriva, los antisistema ya son sistema. Su referente griego Syriza con su amado líder Alexis Tsipras, tras cargarse el PASOK, ha iniciado los escarceos para entrar en el redil de la Internacional Socialista y los pensionistas y parados griegos que van atrás, que arreen.

  A los propensos a rasgarse las vestiduras por un quítame allá esos partidos políticos históricos, según ellos imprescindibles para la democracia española, partidos a los que tanto debemos por habernos arruinado y endeudado, habrá que recordarles que un partido trocado en lastre «acabe arrumbado en el desván de los trastos viejos, junto al hacha de piedra y al telar de pedal», puede ser un proceso natural y benéfico para la vida en general y la de los españoles en particular.

     Nota posterior 21/12/2016.

   En uno de los actos de escaqueo típicos de Rajoy, en la anterior legislatura el Partido Popular perpetró una reforma exprés ampliando las competencias del Tribunal Constitucional para que pudiese suspender en sus funciones, a las autoridades o funcionarios, que incumplan sus resoluciones. Así, colocaba al tribunal como colchón que le evitara tomar las decisiones políticas desagradables como, por ejemplo, la aplicación del artículo 155 de la constitución española. Pero el desnortado PSOE ha entrado en pánico ante el intento del duunvirato Rajoy-Santamaría de mantenerle a flote, sin entender que más que una táctica perversa, es un acto reflejo de supervivencia de régimen poco meditado, dignos de los añejos tecnócratas demócrata-cristianos que son. En un intento de diferenciarse en algo, la dirección colegiada y sus adláteres se colocan en el bando del PNV para derogar las competencias sancionadoras del Tribunal Constitucional. Ya son incapaces de conjeturar un mañana donde ellos se verían en el brete de aplicar el 155.

   Es duro ir al basurero de la historia, pero el agotamiento del régimen (de los regímenes democráticos aparentemente consolidados tras la II guerra mundial) son consecuencia de la elefantiasis estatal hoy insostenible sin dieta de adelgazamiento, dieta que los burócratas y sus aspirantes no están dispuestos a asumir. Si aguantamos todavía es gracias a los malos ejemplos de Grecia y ahora Italia. ¿Por cuánto tiempo?

Nota del 31/01/2017.

   El pasado 28 de enero de 2016, D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón anunció en un mitin en Dos Hermanas (Sevilla, 120.000 habitantes) su candidatura a las primarias para la secretaría general del PSOE. Aunque anunciada, la mayoría de los medios y generadores de opinión profesionales, que en algún caso son periodistas, han vuelto al lamento sobre el peligro de escisión en el PSOE y la consiguiente hecatombe, ante las intrépidas frases pronunciadas por el exsecretario y ahora candidato: «La nuestra (se refiere a su candidatura pero pluraliza para que la arrobada militancia que le escucha la haga suya) representa un partido autónomo y de izquierda donde la militancia decide, frente a la que se abstuvo ante Rajoy y dejó al PSOE en tierra de nadie. Lo que hoy emprendemos es unir al PSOE para después unir a la izquierda y derrotar al PP». Más claro; agua. No es no, manque pierda. La dicotomía es presentada por Sánchez como enfrentamiento ideológico que deberán resolver los militantes del PSOE. Sin embargo, es un planteamiento que esconde unas cuantas imposturas.

   La principal impostura de Sánchez es presentarse como campeador del desiderátum «unidad de la izquierda» encabezado por un PSOE dinástico y sistema hasta el tuétano, pero cuyo líder no solo sería capaz de unir a las banderías internas sino que embelesaría a los ya antiguos antisistema con su carisma. Nada más, ni una gota de reflexión o compromiso sobre los graves y urgentes problemas políticos y sociales de los españoles. En cualquier caso, conviene recordar que la gestora del PSOE no ha cambiado un ápice las alianzas con populistas y separatistas (perdón por el pleonasmo) en ayuntamientos y autonomías en puro toma y daca de poder.

   No menor superchería es exhibirse como paladín de un socialismo «de izquierda». Sobre todo porque primero tendría que explicar esa demasía a través de una elaboración teórica e ideológica. Pero ni quiere ni puede.

   En realidad, la confrontación y el guirigay actual se concentra en nombres propios: Susana Díaz, Pedro Sánchez, Francisco Javier López Álvarez alias; Patxi López, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, etcétera. Nada de bolcheviques frente a mencheviques ni de segundistas contra terceristas. Es el queso, el cómo llegar al poder y luego veremos para qué. Los históricos enfrentamientos entre caballeristas, prietistas, negrinistas, besteiristas, llopistas y felipistas son tristes por inútiles y cruentos. Empero, hay una diferencia notable entre la trayectoria vital de Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto Tuero, Julián Besteiro Fernández, Rodolfo Llopis Ferrándiz e incluso Felipe González Márquez pues; todos sin excepción, antes de llegar a políticos profesionales, ejercieron por cuenta ajena o propia los honorables oficios de albañil, taquígrafo, profesores de instituto por oposición, periodista y abogado laboralista. Por el contrario, ninguno de los «amados líderes» actuales resucitadores del guerracivilismo lo han hecho. Todos estos jóvenes y «jóvenas», sin excepción, han crecido amantados en la guardería apparatchik del PSOE o en la endogámica mediterraneidad universitaria, donde el reclutamiento funcionarial se inspira en La Cosa Nostra. Así se entiende mejor su vade retro a la competitividad y la meritocracia, pues son valores incompatibles con el redentorismo populista y con sus experiencias vitales. Por tanto, las actuales trifulcas entre “susanistas”, “sanchistas”, “pablistas”, “errejonistas” “patxistas”, etcétera, serían risibles, una de galgos o podencos, si no percibiéramos los inquietantes seísmos previos a la erupción vulcaniana en el nordeste de España.