EL DIOS ESTADO

Con el Estado Leviatán-Zeus no tendrás nada y … serás siervo

Cuando Thomas Hobbes toma la figura del monstruo marino gigante de la mitología hebrea; el Leviatán, como representación metafórica para revelar alegóricamente la naturaleza del Estado moderno que hacia 1650, tras la guerra civil inglesa y los tratados de Westfalia con los que concluyeron la guerra de los Treinta Años en Alemania y la guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos, expone símbolo y realidad, metáfora y descripción, explicación, advertencia y, sobre todo, presagio. Hobbes presentó entonces al Leviatán como figura alegórica que impone en el flamante estado-nación un poder unitario; eclesiástico y civil; síntesis del acaparamiento del poder religioso y político; un satánico cíclope que concentra todos los poderes en un territorio llamado nación.

El Leviatán descrito por Hobbes fue poco a poco maniatado, que no eliminado, gracias a la sapiencia y rigor moral de liberales como Locke y Montesquieu. Ambos entendieron que solo la libertad política junto con la soberanía del pueblo se podía lograr una república democrática. Y la mejor fórmula que encontraron fue el principio de separación de poderes en el seno del Estado, a través del autocontrol derivado de un sistema de pesos y contrapesos (checks and balances) que disminuyen la probabilidad de un uso despótico o ilegítimo del poder público. Los primeros que establecieron un sistema de pesos y contrapesos para separar poderes del estado fueron los federalistas norteamericanos (James Madison, Alexander Hamilton y John Jay) inspirados en la propuesta de Locke de tres poderes: legislativo, ejecutivo y federativo, del equilibrio de poderes de Bolingbroke y de la balanza de poderes de Montesquieu. Y sobre estos principios John Adams, Benjamin Franklin, Alexander Hamilton, John Jay, Thomas Jefferson, James Madison y George Washington conformaron la Constitución de los Estados Unidos de América, redactada en 1787 y promulgada en 1789. Todas las siguientes constituciones DEMOCRÁTICAS del mundo siguieron la pauta de la división equilibrada de poderes. Sin embargo, es obvio que en muchos países occidentales aparentemente democráticos, esta separación ha sido y es pervertida. El ejemplo claro de perversión de la división de poderes lo tenemos ahora en la España gobernada por Pedro Sánchez.

RECORDATORIO HISTÓRICO:

• Han trascurrido casi cuatro siglos desde el vaticinio de Hobbes, vaticinio que se ha cumplido con creces.

• Dos siglos y medio desde la consolidación de los primeros estados-nación (EEUU y Francia).

• Más de dos siglos desde que el nacionalismo romántico derivado del hegelianismo se impuso en occidente. Y aunque parezca que este idealismo ha menguado, sus preceptos han sido adoptados por las doctrinas derivadas del posmodernismo.

• Otro tanto desde que el discípulo de Hegel, Ludwig Feuerbach, estableció que la creencia en Dios es fruto de la constatación de la finitud y de la impotencia humanas. «No es Dios el que crea al hombre, sino el hombre el que crea a Dios». Los seguidores del ateísmo de Feuerbach fueron Marx, Engels, Nietzsche y Freud.

• Ciento setenta y seis años desde la publicación del Manifiesto Comunista firmado por Marx y Engels que supuso el nacimiento de una ideología disfrazada de ciencia denominada materialismo histórico-dialéctico basada en la lucha de clases (en el resentimiento más que en la justicia y la igualdad).

• Ciento cincuenta y tres años desde la publicación de “El origen del hombre” del naturalista inglés Charles Darwin donde expone la teoría de la evolución y de donde se desprende su apuesta a la selección natural inspirado en el “Ensayo sobre el principio de población” (1798) de Thomas Robert Malthus. Pocos años después, inspirado en la selección natural, el solterón e hipocondríaco, Herbert Spencer promociona el darwinismo social y su derivada la eugenesia.

• Siglo y medio desde el auge del cientificismo psicologista y darwiniano establecido en banderizas conocidas como emergentismo, sociología positivista, conductismo, darwinismo social, psicoanálisis, etc.

• Poco más de un siglo desde la publicación de «El Estado y la revolución» de Vladimir Illich Lenin y la consiguiente Revolución de octubre bolchevique en Rusia, revolución que condujo al Estado totalitario absoluto basado en el terror y la violencia llamado Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS).

• Ochenta y nueve años desde la publicación de “Mein Kampf” de Adolf Hitler en donde el cabo austríaco argumenta que las bases del nacionalsocialismo: antisemitismo racial (los judíos son inferiores en virtud de su raza o conformación genética), del darwinismo social (ciertos individuos o grupos étnicos son dominantes debido a su inherente superioridad genética) y del Lebensraum (la noción de que los alemanes necesitaban un mayor «espacio vital», o sea más territorio, especialmente en Europa oriental), es la medicina que curará su resentimiento y el de todos los verdaderos germánicos que le proclamarán su Führer.

• Ochenta años desde la publicación de “Camino de servidumbre” de Friedrich A. Hayek, correspondiente a cuarta entrega del estudio “Abuso y declinar de la razón”. En este ensayo, el lucido economista de la escuela austriaca denunció las ideologías contrarias a la razón y a la sociedad abierta, y como en cualquier economía sometida a una planificación central, las decisiones de los ciudadanos son sustituidas por una burocracia estatal que controla todos los medios económicos. Así, tras el repaso de experiencias históricas, pero sobre todo la del nacismo por entonces sucumbiendo y la del comunismo soviético del, a la sazón, vencedor Stalin, Hayek demostró que con la planificación económica estatal la democracia deviene imposible.

• Treinta y cinco años desde la caída del Muro de Berlín y la predicción del final de la historia por el norteamericano Francis Fukuyama quien entendió que el triunfo de la democracia liberal era total por falta de alternativas.

Cuando la “teoría crítica” producida por los pensadores de la llamada la Escuela de Fráncfort languidecía en los campus norteamericanos, el posmodernismo parisino denominado por los yanquis como la “French Theory”, sirvió de ungüento amarillo y argamasa para aglutinar a los Horkheimer, Adorno y Marcuse con los Derrida, Foucault, Lyotard, etc, para entronizar el nihilismo ético y el relativismo cognitivo con el consiguiente cuestionamiento de la mayoría de los valores civilizatorios occidentales. Es decir, pusieron en solfa la noción de «verdad» y “razón”, pero continuaron la estela marxista de dividir la sociedad en estamentos estancos irreconciliables sin posibilidad de perdón alguno.

Efectivamente, se puede dudar de todo. Se puede dudar de las tradiciones que se nos han inculcado. Se puede dudar de la existencia de Dios. Se puede dudar incluso de la experiencia sensorial. De lo único de lo que es imposible dudar es del hecho de que se está dudando. Por tanto, «cogito ergo sum»: «Pienso, luego existo» de René Descartes. Sin embargo, la teoría crítica posmoderna en EEUU enseguida derivó en movimiento político conocido como “teoría crítica de la raza” y luego “cultura woke”.

WOKE O EL IMPERIO DEL RESENTIMIENTO

La doctrina woke — ver: “DEL MARXISMO AL CAPITALISMO WOKE”— hoy es una ideología totalizante establecida en la posverdad que sigue varias ramas posmarxistas como el posmarxismo laclausiano, pero desdeña lo económico para enfocarse en los aspectos psicológicos, sociológicos y culturales, asumiendo con ello la estrategia de instrumentalización de la cultura de Antonio Gramsci. Así, woke reemplaza la lucha de clases por la lucha de quienes sufren injusticia y contra todo aquello que entienden sus líderes como social y culturalmente protervo. Esta diluida pero englobadora fórmula, es capaz de abarcar todo tipo de agrupaciones reales o imaginadas de víctimas derivadas de su condición u opción sexual (Queers (raros), color de la piel, etnia, cultura y, cuando conviene, religión. Todos son considerados por la doctrina woke como víctimas de la cultura occidental heteropatriarcal y, por tanto, no tanto sujetos de emancipación como la clase proletaria para el marxismo, sino sujetos políticos a empoderar, con lo que nos encontramos con un matiz sustancial por cuanto empoderamiento implica que las personas desarrollen capacidades para actuar con éxito dentro del sistema y las estructuras de poder existentes, mientras que la emancipación implica analizar críticamente, resistir y desafiar las estructuras de poder.

Por otro lado, la doctrina woke no puede reivindicar calidad científica alguna, al definirse sobre un contexto cultural e histórico en el que la contrastación empírica y la búsqueda de la objetividad son menos relevantes que la creencia en sí misma y las emociones e ilusiones que genera a la hora de crear corrientes de opinión pública. En consecuencia, la doctrina woke establece la IDENTIDAD como palanca para elevar la autoestima personal o de “colectivos históricamente discriminados” para empoderar uno a uno al tiempo que reniega de la búsqueda de la verdad.

Hay que reconocer que los predicadores de la doctrina woke ha superado en capacidad de agitación y propaganda a Goebbels y a Willi Münzenberg, sobre todo inventando símbolos y produciendo eslóganes y gestos simbólicos (hincar la rodilla como protesta), pero son muy mediocres a la hora de presentar medidas de mejora concretas debido a su nulidad epistemológica. En realidad, su éxito propagandístico es relativamente reciente y deriva de la buena utilización de las redes sociales de internet donde descontextualizan el discurso y toman las opiniones como cifras que se van sumando a una causa o sobre un objetivo, al tiempo que se hace imposible la rectificación del que participa o la defensa ante la masa del que es interpelado en las redes. Por consiguiente, sus reivindicaciones son contextualizadas sobre el voluntarismo individual egocentrista del “tu puedes ser lo que quieras ser”.

Anatema es para woke involucrarse con las ciencias naturales y las ciencias físicas. El objetivo primordial de esta doctrina es penetrar en las creencias y sentimientos personales mientras desdeña la biología y la física, al tiempo que extrapola datos a modo cientificista, para imponer los relatos medioambientales que favorecen su relato tal que la aceptación acrítica de la hipótesis del cambio climático antropogénico. Por otro lado, notable es la capacidad woke de inventarse identidades, tipos y grados de opresiones sistémicas e “identidades oprimidas”. Antológico es el acrónimo «QIAPNK» (queer, intersexuales, asexuales, pansexuales, Kink y no binarias…) y sus derivas llamadas “interseccionalidad” de quienes sufren dos o más formas de discriminación fruto de la confluencia de varias “identidades oprimidas”. Con semejante totum revolotum combaten los ismos y fobias malditas del racismo, sexismo, homofobia, transfobia, xenofobia, islamofobia, colonialismo y capitalismo. Perdón, el capitalismo según y cómo.

Como el wokeismo ha establecido que tu identidad (etno-racial, sexual-género, cultural-religiosa, etc.) definirá el 100% de tu existencia, solo pueden existir enmiendas parciales compensatorias de la desigualdad derivada de la identidad. Es el caso del programa impuesto a instituciones y empresas occidentales conocido con el acrónimo DEI (diversidad, equidad e inclusión) —por supuesto ni en China, Rusia, Irán, Venezuela o Cuba hay DEI que valga— para recompensar a la “multitud queer” descrita por la alumna de la marxista-leninista Simone de Beauvoir; Judith Butler. De hecho Butler, en su famoso “El género en disputa” (1990) fundacional de la teoría queer postmoderna y postestructuralista, al relacionar la capacidad “performativa” del lenguaje con la configuración del género, es también la gran impulsora del “lenguaje inclusivo”, ese inflamiento semántico de ciertas palabras que pasan a englobar una serie de fenómenos más expansivos que conforma una calamitosa jerga repleta de neologismos como postfeminismo, transfeminismo, activismo menstrual, implantación de pronombres de género neutro, multiculturalismo selectivo, ambientalismo radical, “justicia reproductiva”, etc, etc, etc, que imita el escabroso argot inventado por Sigmund Freud para su cientificista psicoanálisis. Ya saben, San Freud estableció que el cuerpo humano es una totalidad erógena.

Considero que hay que insistir en que el fundamento doctrinal woke, cuando divide la sociedad entre víctimas buenas hasta por nacimiento y victimarios malos sobre todo por nacimiento, al tiempo que anula la compasión y el consiguiente perdón para los clasificados como malos, es decir, imposibilita la reconciliación y por tanto trastoca perdón por humillación, se establece sobre el nihilismo ético y epistemológico. Y es que sobre tales fundamentos, es obvio que es imposible alcanzar un criterio que defina con carácter universal qué es la verdad o, si hacemos teoría de la praxis, qué es el bien o la justicia. Como bien observa Aron Gurwitsch en “Sobre el nihilismo de nuestro tiempo” el nihilismo ético y epistemológico conforma la otra manifestación del nihilismo epocal: el totalitarismo, al que califica como “la culminación del nihilismo.

En el caso concreto de España, la doctrina woke ha sido asumida y está siendo implantada por la izquierda gobernante fucsia y vocinglera. Fue el gobierno del PSOE dirigido por Rodríguez Zapatero quien, envuelto en una supuesta agenda feminista, legisló contra la violencia de género con claros guiños lingüísticos e ideológicos woke-queer. También perpetró la ley de memoria histórica de parte y la de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo con aborto libre durante las 14 primeras semanas. Asimismo estableció la Ley 13/2005 conocida como Ley del Matrimonio Igualitario, que supuso el reconocimiento de las reivindicaciones LGBTIQ+. No menos woke es la Ley 3/2007, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas.

Pero ha sido con los gobiernos del PSOE-PODEMOS-SUMAR dirigidos por Pedro Sánchez Pérez-Castejón cuando la doctrina woke ha sido el eje principal de sus leyes y normas de obligado cumplimiento. Las menos comentadas pero las más intervencionista ideológicamente son las reformas de la educación secundaria obligatoria (ESO con la Ley orgánica 3/2020 que modificó la LOE de 2006 (LOMLOE); el Real Decreto 157/2022, que establece la “ordenación y las enseñanzas mínimas de la educación primaria”; y el Real Decreto 243/2022, que enumera y describe las “enseñanzas mínimas de la etapa educativa de bachillerato”. Todas ellas son leyes que marginan las humanidades e introducen nuevas asignaturas que potencian conceptos con gran carga ideológica, como la incorporación de la “perspectiva de género” en todas las materias, el “lenguaje inclusivo” y la “memoria democrática”.

Con todo, son las leyes promovidas por el Ministerio de Igualdad dirigido por Irene Montero las que representan la apoteosis woke del gobierno sanchista. Desde la Ley de garantía integral de la libertad sexual, más conocida como ley del “sólo sí es sí” que, además de discriminatoria e intimidatoria para los hombres, resultó un tiro salido por la culata al permitir que miles de presos condenados por agresiones sexuales vieran reducidas sus penas o salieran de la cárcel.

Es obvio que la Ley para la Igualdad y no discriminación, más conocida como «ley Zerolo» es justamente lo contrario de lo que anuncia porque discrimina al tiempo que genera un chiringuito burocrático estatal con el largo y rimbombante nombre: «Autoridad Independiente para la Igualdad de Trato y la No Discriminación” que usurpa a los tribunales de justicia. Con la modificación de la Ley Orgánica de la Salud Sexual y Reproducida y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2023, las niñas menores de 16 años pueden abortar sin el consentimiento de los progenitores.

La ley woke por antonomasia expelida por Montero es la “Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGBTIQ+”, norma que permite la modificación del sexo legal en el Registro Civil sin someterse a condiciones médicas, al tiempo que garantiza el cambio de sexo a través de cirugía y hormonas desde los 16 años y desde los 12 años es “la madurez del menor” —¿Dónde se compra el medidor de madurez de menores?— quien decidirá modificar su sexo, las operaciones de su cambio de sexo y su tratamiento hormonal. Tras aprobarse en 2023, como sucedió con la ley del “sólo sí es sí”, en pocos meses se comprobó que era fuente de fraudes y terribles bestialidades cometidas a los niños.

LA ESTRATEGIA GLOBAL DEL WOKEISMO

Además de su formidable aparato de agitación y propaganda, el wokeismo tiene una estrategia de expansión basada en los contundentes siguientes asertos:

I. Disparidad equivale a discriminación.

II. Tú puedes ser lo que quieras ser a pesar de la biología y la cultura.

III. La expresión debe restringirse con el fin de imponer el programa político.

IV. La crítica de sistemas y sus estructuras y superestructuras deben acompañarse con el establecimiento paralelo de sistemas y estructuras controladas por la superestructura woke con el fin de dominar y subyugar a quienes hayan subyugado o dominado a lo largo de la historia. Se trata de sustituir una hegemonía por otra.

V. Para lograr que la doctrina woke sea hegemónica social, cultural y económicamente, es imprescindible implantar una gran burocracia de activistas en instituciones públicas y privadas a tiempo completo, con las correspondiente infraestructuras.

Sobre esta estrategia la doctrina woke fue implantándose en occidente por falta de oposición estructurada en el liberalismo tras la desaparición de Thatcher y Reagan. En consecuencia, hoy es constatable que ha logrado la hegemonía cultural que Antonio Gramsci proyectó como instrumento de dominio al determinar que las superestructuras son epifenómenos determinados directamente por la infraestructura.

De esta suerte, desde las universidades norteamericanas y británicas una enorme burocracia se fue extendiendo como balsa de aceite por los países occidentales. Agencias de derechos para los millones de víctimas raciales, étnicas, culturales y sexuales. Tribunales especiales para la vigilancia de derechos y discriminaciones positivas. Incalculables agencias y comités de vigilancia y censura contra la incorrección política que ponga en duda la doctrina woke en ministerios, universidades, colegios, empresas públicas y privadas, instituciones culturales públicas y privadas, motores de búsqueda y redes sociales de internet, etc. Infinitas comisiones, academias, facultades y cátedras encargadas de propagar la buena nueva woke y vigilar el cumplimiento de la innumerables normativas y leyes en defensa de los colectivos de víctimas.

Pronto se evidenció que semejante atracón burocrático y las subvenciones asociadas a la imposición de la doctrina woke tenían un coste disparatado y un efecto paralizante pero, como antes en la URSS, la masa inercial y el clientelismo asociado incentivaron a los dirigentes de la casta política a mantenerla y no enmendarla. En consecuencia, esa enorme burocracia lejos de reducirse se amplió y globalizó a través de la ONU, el foro de Davos y demás instituciones internacionales derivando en el CAPITALISMO WOKE – Enlace a: DEL MARXISMO AL CAPITALISMO WOKE UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA-

EL GRAN REINICIO DEL GLOBALISMO CORPORATIVO-MONOPOLISTA (Great Reset)

Los reinventores del término Gran Reinicio (Great Reset en inglés), con el ensayo «COVID-19: the Great Reset» (2020) Klaus Schwab (economista fundador del Foro Económico Mundial de Davos de representantes del capitalismo global, políticos y algunos intelectuales selectos como Yuval Harari) y Thierry Malleret (asesor, en los años ochenta y noventa, del primer ministro socialista francés Michel Rocard) postulan sin recato alguno cambiar los comportamientos sociales, acelerar la cuarta revolución industrial y aumentar la intervención del Estado para imponer la transición ecológica y la economía circular junto con la vigilancia de todos los individuos gracias a Internet y al reconocimiento facial para imponer un sistema parecido al crédito social chino. En realidad, este “Gran Reinicio” es un programa político para implantar un corporativismo mundial basado en el llamado “capitalismo de stakeholders” o capitalismo woke” a través de los estados nacionales.

Debatido en Davos y otros andurriales político-financieros, las propuestas del Gran Reinicio fueron pronto asumidas por la izquierda fucsia frente-populista woke en Europa, Canadá, Australia y EEUU. Que unos ricachos servidores de multibillonarios y de las élites político-culturales del mundo, utilicen los argumentos demagógicos de la doctrina woke para lanzar un programa estratégico global lleno de paternalismo, antiliberalismo y soberbia, con el fin de convertir a la inmensa mayoría de humanidad en siervos de las mencionadas élites, en línea con la Agenda 2030 y otras agendas y grandes negocios derivados de la imposición de la hipótesis del cambio climático antropogénico (enlace a “Del apocalipsis climático”) nos demuestra que la doctrina woke es un regalo para el capitalismo amoral dirigido por oportunistas sin principios.

Este “Gran Reinicio” fue inmediatamente aplaudido, asumido y propagado por los medios «mainstream» progres como The New York Times, Libération, Le Monde, The Guardian, Corriere della Sera y, por supuesto, El País. Al mismo tiempo, estos medios y ONGs del ramo, se confabularon con las multinacionales wokes y los gobiernos de la izquierda fucsia frente-populista woke para acusar de «conspiración» o “negacionismo” cualquier voz que critique las ideas propuestas en el Great Reset y contra cualquier sospecha de que todo este inmenso programa es despótico y supone un pingue negocio para los multibillonarios woke y sus lacayos políticos.

Tras la lectura de unos cuantos ensayos, informes y artículos (hay miles) sobre el Great Reset vendido envuelto en la farfolla woke de la economía sostenible e inclusiva, junto con la observación de los nefastos resultados evidenciados de su aplicación durante más de tres años, no hacen falta grandes dotes en economía política ni en ciencias sociales para comprender que estamos ante la evidencia de que el programa se está cumpliendo como previsto; es decir, que las medidas tomadas benefician a unos pocos en detrimento de la mayoría.

Los datos del Banco Mundial y otros organismos internacionales exponen que desde 2019 la llamada brecha entre ricos y pobres, tanto por países como por individuos, se está ampliando. Lo mismo ocurre con la desigualdad al acceso a la riqueza, la educación y la salud. Por otro lado, las costosísimas medidas contra el cambio climático están deteriorando la industria europea y de otros países industrializados con fracasos contundentes como la imposición del automóvil eléctrico o el desarrollo del hidrógeno verde. Al mismo tiempo, las pocas democracias liberales que quedan que aún se autodenominan “estados del bienestar”, convulsionan social y políticamente ante la confusión generada por la alianza entre la izquierda y el capitalismo woke plasmado en programas que chocan con los intereses y preocupaciones vitales de la mayoría de la población como son el desempleo, la inmigración ilegal, la inseguridad, el descenso del poder adquisitivo, el difícil acceso a la vivienda, el deterioro de la sanidad y la educación junto con la desconfianza en las instituciones y el achicamiento de las libertades individuales.

Poco se habla y menos se escribe sobre la obviedad de que el despótico programa de servidumbre del Gran Reinicio global y agendas como la 2030 impulsados por la mencionada élite mundial, está pretendiendo transmutar al ciudadano que aún consume lo que considera oportuno o lo que bien puede, en siervo dependiente del Estado Leviatán-Zeus como consecuencia de su propósito corporativista monopolista global. De este modo, el Estado a imagen y semejanza del que rige Xi Jinping, impone las agendas mundiales previstas y recolecta, a través de impuestos confiscatorios, el dinero imprescindible para aplicarlas. Asimismo, el Estado Leviatán-Zeus se encarga de vigilar y controlar a cada siervo por su bien cuan padre todopoderoso que ejerce su suprema autoridad. Si todo marcha como previsto por los perpetradores del Gran Reinicio global, el sistema de crédito social de China será una entelequia pues las herramientas de control del Estado Leviatán-Zeus ya son mucho más sofisticadas; desde la Inteligencia Artificial (si es inteligencia no puede ser artificial sino lo que realmente es; un veloz selector de plagios) hasta ese amoral transhumanismo del Sillicon Valey inductor de un tramposo sentimiento de omnipotencia.

Porque la palabra ciudadano en el estado-nación democrático liberal significa derecho de participación política continua y responsable, libertad de expresión y movimiento, de reunión y asociación, de enseñanza y culto, el reconocimiento de su dignidad, al tiempo que estos derechos conllevan un comportamiento digno y responsable, respeto de la ley, solidario y partícipe del bien común. Entonces, en este proyecto de estados paternalistas Leviatán-Zeus confederados ¿Dónde queda el ciudadano igual ante la ley y ante el Estado? ¿Dónde su derecho a la propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa individual, como derecho inalterable que debe ser salvaguardado y protegido por la ley?

A estas preguntas básicas sobre los principios democráticos hay que añadir otra de singular carácter ¿Cuál es el fondo obtenido de la peor psicología de masas en que se sustenta el proyecto de transmutar los estados democráticos liberales en una confederación mundial de estados Leviatán-Zeus? La respuesta no es tan complicada como a primera vista puede parecer.

Si Dios ha muerto, el planeta está en peligro inmediato de cataclismo y el “conócete a ti mismo” es una entelequia ¿Quién nos aplaca el sentimiento trágico de la vida? ¿Quién apacigua la sensación de desamparo frente a leyes naturales y la conciencia constatada de nuestra finitud? ¿Quién establece la esperanza de resurrección final como anhelo de lo infinito que nos empuja al libre albedrío?

En este manipulado juego de pretender ser dioses salvadores del planeta, en medio de un páramo moral, los apóstoles del Gran Reinicio Woke (¿incluimos en el lote woke al catolicismo y otras comunidades cristianas?) nos colocan en una pavorosa encrucijada; aceptar devenir siervos del Estado Leviatán-Zeus padre y patrón sustentado en un capitalismo corporativista y monopolista global o abrazar un islán teocrático medieval.

Estamos ante mucho más que un proyecto de nueva sociedad, se trata de implantar un nuevo modelo de vida, de la versión posmoderna del “hombre nuevo” marxista-leninista. Para lograrlo estorban el cristianismo, la familia natural, los hijos, la heterosexualidad, la propiedad privada de la vivienda y el automóvil, el pensamiento libre, comer carne y pescado, el liberalismo económico, la educación decidida por los padres de familia… «En 2030 no tendrás nada y serás feliz».

Mientras tanto, los estados occidentales en plena conversión en Leviatán-Zeus amplían sus gastos corrientes sin freno real. Así, entre mediados del siglo XX hasta la década actual, los estados occidentales han pasado de gastar una media del 15%-20% de su producto interior bruto (PIB) hasta 50% y algunos más de su PIB. En el caso concreto de España, la ratio gasto público total en relación al PIB pasó del 20% en 1962 al 27% en 1975 hasta llegar en 2023 al 46,4% del PIB y subiendo sin freno. Al mismo tiempo, la deuda pública española en 1975 era del 7% del PIB, mientras que el ratio de deuda se situó en el 107,7% del PIB a finales de 2023. La misma o parecida senda mantienen otros estados occidentales y Japón.

Efectivamente, parece que 2030 no tendremos nada pero estaremos endeudadísimos sin comerlo ni beberlo.

WOKE O LA CICUTA DE LA CANCELACIÓN

Segunda parte de “del marxismo al capitalismo woke”

SINOPSIS DE LA TEORÍA DE LA JUSTICIA SOCIAL CRÍTICA

ANTICULTURA DE LA CANCELACIÓN Y PRESENTISMO HISTÓRICO

LA TOMA DE UNIVERSIDADES, ESCUELAS E INSTITUCIONES CON LAS ARMAS WOKE

LA REBELIÓN DE LOS GENTILES

SINOPSIS DE LA TEORÍA DE LA JUSTICIA SOCIAL CRÍTICA

Para quienes con 11 años nos obligaban en segundo de bachillerato a estudiar latín y traducir párrafos incomprensibles de la Guerra de las Galias con Caesar siempre presente, al tiempo que debíamos memorizar las cinco declinaciones, sin que el profesor nos aclarara debidamente que la sustancial diferencia de la estructura gramatical entre el español y el latín, es que en español se añade una proposición delante del sustantivo mientras que en latín se cambia el final del sustantivo, la asignatura era una tortura. Quizá es debido a esta vivencia y el nombre de la institución de la Iglesia Católica “Opus Dei” a la que pertenecieron los ocho famosos ministros de Franco que los despechados falangistas llamaban “tecnócratas” y que entre 1957 a 1975, junto con notables funcionarios favorecieron la plena industrialización de España, por lo que asocio un poco inconscientemente el popularizado acrónimo DEI (diversidad, equidad e inclusión) que representa el tótem de la doctrina woke, con una “obra” cuya misión no es precisamente salvar almas sino implantar la doctrinaria «justicia social crítica» popularizada como “woke” o “wokeness”.

Confieso que esta rebuscada entradilla se me ha ido un poco de las manos debido a la premeditada pretensión de introducir las reminiscencias bíblicas que influyen en la doctrina que integra la llamada “cultura woke”. El bien pensado puede resumirla como ideología que aboga por la igualdad racial y social, el feminismo de género, el movimiento LGTBIQA++, etc. El más puntilloso añadirá que su núcleo doctrinal se establece en el engendro de una neolengua orwelliana de género neutro, mejor dicho en los “giros lingüísticos” con sus “construcciones performativas”, según las identidades derivadas de las construcciones socio-culturales que Judith Butler copió de la teoría del lenguaje del pragmatista norteamericano Richard Rorty. Se trata de una teología del lenguaje derivada de un pragmatismo no lejano al de los teólogos de la Compañía de Jesús, puesto que «si no existe una verdad que esté ahí afuera, independiente de nuestros estados mentales, independiente de nuestro lenguaje y de nuestras prácticas sociales, la verdad sólo es atribuible a nuestras proposiciones sobre el mundo». De este constructo Butler concluye que las palabras, lejos de representar o reflejar una realidad externa, «hacen cosas».

Pero para que las palabras hagan cosas, nada menos que una teoría revolucionaria, además de hacer actos «performativos», es decir, representaciones teatrales no convencionales, no bastan referencias impactantes como la frasecita de Simone de Beauvoir «no se nace mujer: llega una a serlo», por cuanto para una estructurar la “Justicia Social Crítica” basada en que la sociedad occidental ha sido construida sobre una estructura opresiva que discrimina por identidades grupales de raza, clase, género, sexualidad, capacidades, etc. hasta configurar las impugnaciones en el feminismo interseccional, los derechos de los transexuales, las historias críticas del colonialismo (del imperialismo británico, de la conquista española y otras), se necesita algo más que inventar un léxico, se necesitan referencias teleológicas e históricas, aunque luego siempre sean distorsionadas. Y esas referencias no solo se remontan al marxismo, también y en ocasiones es mucho más evidente, a la encíclica del papa León XIII llamada “Rerum Novarum” inspirada en “El Sermón de la Montaña” y la famosa frase que el Evangelio de San Mateo pone en boca de Jesucristo: «Así que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros».

La implantación de la Teoría de la Justicia Social Crítica ((TJSC) o doctrina woke primero en las universidades y luego en instituciones públicas y privadas de EEUU y Canadá, constituyó un éxito de la estrategia de la hegemonía cultural, económica y social inspirada por el marxista-leninista Antonio Gramsci. Ese «Great Awokening» (Gran Despertar) sustituyó al proletariado marxista como sujeto revolucionario, por las minorías raciales, culturales y “sexuales”. La consigna «Proletarios del mundo, uníos» fue sustituida por: «Stay angry, stay woke» (Permanece enfadado, permanece despierto).

En “The Origins of Woke: Civil Rights Law, Corporate America, and the Triumph of Identity Politics” (2023), el investigador estadunidense, Richard Hanania, ahonda en la base de la teoría de género, el movimiento trans y el nuevo racismo basado en medir el tono de piel o las costumbres sexuales para distinguir entre explotadores y explotados. Pero sobre su origen discrepa de la versión oficial que se remonta al posmarxismo de Herbert Marcuse con su “El hombre unidimensional”, la “New Left”, la hipótesis Sapir‑Whorf de la relatividad lingüística mezclado con el relativismo posmoderno de la French Theory (ver DEL MARXISMO AL CAPITALISMO WOKE). Por el contrario, Hanania sostiene que la explosión de la doctrina woke en Estados Unidos (y, desde allí, en todo el mundo) ha estado lejos de ser un fenómeno meramente orgánico. De hecho, señala como una paulatina imposición orquestada desde la élite política norteamericana quien, a través del gobierno federal, ha implantado leyes y regulaciones laborales en comandita con burócratas, administradores de recursos humanos y poder judicial.

Según Hanania, la doctrina woke se ha implantado sobre tres pilares categóricos. El primero en el dogma de que todas las disparidades son evidencia ipso facto de discriminación. El segundo el que afirma que «para superar estas disparidades problemáticas, es necesario restringir la expresión». Finalmente, dogmatizan que «con el fin de superar las disparidades y regular el discurso, se necesita una burocracia de tiempo completo (comités DEI: diversidad, equidad e inclusión y normativas-criterios ESG: Medio Ambiente (Environmental), Social (Social) y Gobernanza (Governance)) para imponer el pensamiento y la acción correctos»”. Por consiguiente estos pilares han conformado la hipersensibilidad hacia la raza, el género y la sexualidad de los grupos de víctimas del “sistema capitalista del hombre blanco heterosexual occidental”. Nada, por tanto, de fenómeno surgido desde la base ni provocado por los discursos de ensueño de Martin Luther King, ni acontecimientos que derivaron en los movimientos Me Too, Black Lives Matter, etc, sino de un sumergido proceso de más de medio siglo de legislación por parte de la burocracia federal estadounidense izquierdista, formada por las universidades más elitistas que se remonta hasta la Ley de Derechos Civiles (CRA) de 1964.

Por otro lado, Heather Mac Donald planteó en su libro “When Race Trumps Merit: How the Pursuit of Equity Sacrifices Excellence, Destroys Beauty, and Threatens Lives” (2023 – Cuando la raza triunfa sobre el mérito: cómo la búsqueda de la equidad sacrifica la excelencia, destruye la belleza y amenaza vidas) como la administración Obama «hizo todo lo posible para acosar a las escuelas por las diferencias en el castigo entre estudiantes blancos y negros» con el argumento explícito de que las políticas racialmente neutrales que crean un impacto dispar podrían ser ilegales. De manera similar, «las localidades que contratan policías, bomberos y funcionarios penitenciarios ahora se ven obligadas a reducir los estándares físicos para poder contratar a más mujeres» … «Incluso las pruebas de alfabetización para profesores han sido objeto de demandas por derechos civiles»” lo que a menudo ha dado lugar a enormes indemnizaciones.

El caso de la ley contra el acoso en el trabajo “Harassment at work” (en España esta ley se llama “ley de garantía integral de la libertad sexual”) basada en la idea, sin duda bien intencionada, de que las mujeres o las minorías no deberían sentirse “incómodas” en el trabajo. Sin embargo, Hanania señala que «se ha desarrollado para garantizar que los empresarios tengan que restringir su propia expresión y también vigilar a sus empleados según la ley federal». La definición de “acoso sexual”, por ejemplo, fue ampliada drásticamente por los tribunales: pasó de prohibir, con razón, a los jefes exigir favores sexuales a sus subordinados, a cualquier cosa que pudiera contribuir a un “ambiente de trabajo hostil”. Este estándar vago está muy abierto a la interpretación. El resultado es un entorno laboral en el que los empleados están predispuestos a ofenderse y a ser extremadamente litigiosos, una actitud que inevitablemente se propaga a la cultura en general.

La práctica de la Teoría de la Justicia Social Crítica Woke se basa en lo que Althusser llamaba «ideología práctica» y, por consiguiente, envuelve ilación y unidad. Su ilación se establece sobre el único de sus principios: la imposibilidad del conocimiento objetivo de la realidad. Con ello, reniega de la búsqueda de la verdad porque, aseguran sus líderes, solo existen opiniones impuestas por los más poderosos. Y como los últimos (las víctimas del sistema) se convierten en primeros, lógicamente imponen SU VERDAD hasta convertirla en hegemónica. Y como lograr la unidad de acción de tantas víctimas distintas es tarea que supera lo complejo, no queda otra que enmarañar deseos, sentimientos, sensaciones e ideas, y armarse con toneladas de cicuta para ser administradas a todo aquel que por activa o por pasiva cuestione los mandamientos woke. Así, las huestes woke transfiguran cualquier debate plural y tolerante en una dialéctica unidimensional y totalitaria, destruyen la hermandad compasiva de la “Rerum Novarum” y devienen opresores.

ANTICULTURA DE LA CANCELACIÓN Y PRESENTISMO HISTÓRICO

En la cultura y las artes, la evidencia del carácter estrictamente punitivo de la «cultura de la cancelación» y la falta de garantías mínimas (básicamente, la ausencia de la presunción de inocencia y del principio de contradicción), generó alarma en notables círculos académicos y artísticos que se explicitó en una carta suscrita por más de un centenar de intelectuales publicada en Harper’s Magazine el 7 de julio de 2020 (entre otros, Fernando Savater, César Antonio Molina, Óscar Tusquets, Carmen Posadas, Sergi Pàmies, Zoe Valdés, Mark Illa, Francis Fukuyama, Noam Chomsky, Gloria Steinem, Margaret Atwood, Martin Amis, etc), denunciando que esta seudocultura suponía un quebranto para la libertad de expresión en general y específicamente, para la libertad propia del ámbito académico en unas universidades que están dejando de ser espacios de argumentación, discrepancia informada y discusión racional, para convertirse en castillos medievales atravesados de un peligroso y nuevo dogmatismo. Un dogmatismo que se ha convertido en revisionismo basado en el presentismo histórico donde personajes tan distintos como Colón, Shakespeare, Voltaire, Nabokov o Picasso son estigmatizados junto a sus obras, porque esta esquizofrenia presentista es incapaz de separar autor y obra e imaginar otro contexto de vida que el que sus meninges guardan.

En España, el presentismo histórico del gobierno presidido por Pedro Sánchez conformado por una coalición entre PSOE y el consorcio de extrema izquierda Sumar, sobrepasa con creces cualquier rigor histórico en la persona del ministro de cultura, Ernest Urtasun, quien asume sin reparo alguno la leyenda negra contra España escrita por sus enemigos; Inglaterra y Francia, y se suma con denuedo digno de mejor causa al discurso victimista anticolonialista woke trufado de presentismo histórico. Así, Urtasum reniega de sus antepasados y se dedica a “descolonizar” los museos porque «perpetúan los discursos coloniales». Por si esta arenga no fuera suficiente para demostrar su adhesión a la causa woke, este ministro ultraizquierdista asegura que «la descolonización de los museos y otras instituciones y documentos suponen la desactivación de las relaciones de poder colonial en el día a día, la comprensión de cómo se construye nuestro racismo y poder crear herramientas de reparación, tanto dentro como fuera de estas instituciones». Con estas declaraciones y acciones Urtasum demuestra su categoría moral y sus conocimientos culturales e históricos.

Esta pulsión retrógrada y astigmática de la doctrina woke, como reacción anti-ilustrada y pulsión regresiva contraria a la parcelación y autonomía de ámbitos como el derecho, el arte y la política, es incapaz de comprender que Caravaggio era un asesino que pintó cuadros maravillosos, que el “Viaje al final de la noche” de Céline es de un primor literario antológico aunque su autor comulgara con el nazismo, que Baudelaire escribió poesía excelsa a pesar de ser un hedonista drogadicto. Y esta pulsión regresiva e inquisitorial de la doctrina woke preñada de presentismo histórico, ha supuesto que obras maestras del arte, la literatura, el teatro y la danza estén siendo “canceladas”. La película “Lo que el viento se llevó” o el ballet “La Bayadera” no pueden representarse por políticamente incorrectos, mientras que el antaño conservador Disney ahora es alabado por perpetrar obras propagandísticas LGTBIQA++ mientras la pornografía es uno de los negocios más boyantes del planeta.

LA TOMA DE UNIVERSIDADES, ESCUELAS E INSTITUCIONES CON LAS ARMAS WOKE

Con la victoria de Joe Biden en enero de 2021, parecía que la estrategia de los cabecillas wokes de obtención de la hegemonía cultural, económica y social gramsciana, marchaba viento en popa a toda vela en todo occidente. Por supuesto, en EEUU y Canadá las órdenes emanadas en los campus universitarios y las élites político-burocráticas para la implantación doctrinal woke eran obedecidas sin crítica alguna por los ámbitos culturales, artísticos y empresariales. Así, los “Comités DEI” para la implantación y vigilancia de la diversidad, equidad e Inclusión no solo se impusieron en las universidades e instituciones estatales, sino que como se puede comprobar en un artículo fechado el 6 de enero de 2022 en la página del World Economic Forum ((WEF) – Foro Económico Mundial, también llamado Foro de Davos), titulado: Why the road to stakeholder capitalism begins with diverse boards” (Por qué el camino hacia el capitalismo de partes interesadas (woke) comienza con comité de diversidad) las élites financieras, en un oportunismo diabólico asumieron la doctrina woke como herramienta de subyugación de la población mundial embozándose en criterios de apariencia redentorista llamados factores «ESG» (Environmental, Social, Governance – ambientales, sociales y de gobierno corporativo) que conforman supuestas políticas de responsabilidad ambiental, social y de gobernanza corporativa.

Las iniciativas de cambio climático y la eliminación de los combustibles fósiles son los programas más visibles relacionados con ESG. Algunos de los marcos de desarrollo y planeamiento ESG más populares además del Foro Económico Mundial (WEF), destacan Global Reporting Initiative (GRI), Sustainability Accounting Standards Board (SASB), International Integrated Reporting Council (IIRC), Carbon Disclosure Project (CDP) y Task Force on Climate Related Disclosures (TCFD).

ESG y DEI son los acrónimos que integran las armas de la doctrina woke. Se materializan con la implantación de comités burocráticos DEI en todas las corporaciones privadas del mundo. Por otra parte, la estrategia prevista por la élite mundial representada en Davos, derivada del discurso de la catástrofe climática producida por la humanidad, daba excelentes resultados porque los ciudadanos contribuyentes, al sentirse culpables del desastre, no protestaban por los nuevos abusivos impuestos para salvar el planeta ni los sacrificios derivados por la Agenda 2030 y similares.

Con estas armas, en las universidades norteamericanas se generó y expandió la doctrina woke rompiendo el pacto entre el ciudadano y la república. Un pacto consistente en que el ciudadano financia la universidad para formar a los jóvenes más sobresalientes y voluntariosos de cada generación, para impulsar un futuro basado en el interés público y el bien común. Dicha ruptura se consolidó con la implantación en todas las facultades y también en cada escuela y jardín de infancia, comités y burocracias ejecutadoras y vigilantes de la diversidad, equidad e inclusión (DEI). Al principio y gracias a la hábil propaganda, estos comités concertaban simpatías generalizadas por su aparente loable fin de facilitar la igualdad de oportunidades, sin embargo, enseguida los comités DEI se comportaron como comisarías políticas y tribunales del Santo Oficio de la doctrina woke.

De la «diversidad» sugerente de pluralidad de personas, pensamientos, experiencias y conocimientos, los comités y burócratas del DEI la utilizan para justificar una política de discriminación racial a veces explícita, a veces implícita: una inversión total de los principios de igualdad daltónica y el mérito individual.

La «inclusión» es utilizada por los comités DEI, como justificación para excluir a personas e ideas que se consideran una amenaza para su doctrina y situar a sus acólitos en puestos de responsabilidad sin tener la preparación y experiencia adecuada.

Finalmente, para los comités DEI la «equidad» nada tiene que ver con el principio de que cada hombre o mujer debe ser juzgado como individuo, no castigado ni recompensado en función de su ascendencia. Al contrario, la equidad woke exige categorizar a los individuos en identidades grupales y asignar un trato desigual a los miembros de esos grupos, buscando “igualar” lo que de otro modo se consideraría resultados injustos.

En su labor de comisarios políticos e inquisidores, los comités DEI imponen sus criterios y discursos mientras vigilan el comportamiento de los profesores, estudiantes y personal. Todo ello esquivando la búsqueda de la verdad, que debería ser el mayor compromiso de una universidad, a los dogmas de su doctrina.

Relevante de las prácticas de los comités DEI ha sido la profusión en las redes y algunos medios de los materiales de capacitación del programa DEI de la Universidad de Colorado Boulder.

El predicado básico del programa DEI de CU Boulder es que los estudiantes “negros, indígenas y de color” (BIPOC) están fracasando debido a la “cultura de supremacía blanca” ¿Y Qué es la cultura de la supremacía blanca? Según la documentación DEI de CU Boulder, incluye “individualismo”, “perfeccionismo”, “sentido de urgencia”, “adoración de la palabra escrita” y “objetividad”. Estos rasgos son supuestamente vestigios de “blancura” y no están disponibles para las minorías raciales.

Si tiene la desgracia de ser hombre blanco y además heterosexual, los comisarios del DEI CU Boulder le exigirán que participe en un “Desafío de creación de hábitos de equidad racial” de 21 días. Un desafío que incluye una guía sobre «Cómo ser una mejor persona blanca«. Así, se estipula un protocolo de diferentes etapas. Paso uno: «Date cuenta de que eres blanco«. Paso dos: «Reconoce tu privilegio«. Paso tres: «Saber cosas«. Finalmente, de un recurso relacionado, instrucciones sobre cómo ser un “aliado” de las minorías raciales: “Transfiere los beneficios de tu privilegio a quienes carecen de él”; “amplifica la voz de los oprimidos antes que la tuya propia”; “Reconoce que, aunque sientas dolor, la conversación no se trata de ti”.

Bien es cierto que en la historia de la humanidad abundan más las brutalidades que las compasiones y las injusticias que las ecuanimidades. Pero convertir a un grupo de población, los blancos europeos, en el chivo expiatorio como la esencia del mal no es más que fruto de una doctrina sostenida por la asimilación de que la idea contenida tanto en el milenarismo de la biblia como en el marxismo. Así, para llegar al paraíso antes hay que pasar por el apocalipsis, por la batalla final entre el bien y el mal, entre Cristo y el Anticristo. El marxismo es aún más concreto, por cuanto Marx y Engels, en el Manifiesto de Partido Comunista escriben: «Los comunistas no tienen por qué ocultar sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios no tienen en ella nada que perder, salvo sus cadenas. Tienen, en cambio, todo un mundo que ganar».

Pero mientras que se llega al paraíso DEI-WOKE, el poder obtenido en las universidades, escuelas y empresas, sirve para algo más que proclamar la buena nueva, por ejemplo como justificación para contratar académicos, personal y ejecutivos adictos a la causa. Cuotas raciales, de género, de minorías sexuales tanto explícitas como implícitas han llenado claustros y despachos por todo el mundo occidental, al tiempo que se limpiaba de “opresores” por competentes que fueran.

LA REBELIÓN DE LOS GENTILES

Empero, a pesar de la radical censura en los medios sistémicos y redes sociales, desde mediados de 2023 empezaron a detectarse no pocos signos de hartura y desengaño entre los sectores sociales que estaban pagando las facturas y sufriendo las viles discriminaciones derivadas de la doctrina woke. A esta rebeldía se sumó la percepción de que la inmigración masiva proveniente de África y países musulmanes, (en EEUU la masiva inmigración procedente de Hispanoamérica no genera tantos problemas como los persistentes originados por la esclavitud de los que hoy se conocen como afroamericanos) era parte de la ingeniería social que abocaba a la servidumbre y la aniquilación de su cultura. Entonces, sectores de las clases medias y trabajadoras que hasta entonces habían colaborado algo forzados o se mantenían neutrales, empezaron a comprender que esas caritativas burocracias surgidas de las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) y Ambiental, Social y de Gobernanza (ESG) estaban reduciendo sus derechos y perjudicando su cartera. A esta lógica percepción y el consiguiente rechazo a la corrección política se la bautizó como polarización socio-política.

La utilización del término polarización es engañoso porque sugiere un enfrentamiento radical entre iguales, cuando en realidad estamos ante una rebelión de los paganos del banquete que quieren recuperar lo que se les ha robado: su dignidad y su peculio. Sus reivindicaciones, tildadas de populistas y de extrema derecha por los activistas y medios wokes, son sencillas: priorizar el mérito sobre la ascendencia y gobernar según el principio de igualdad daltónica, en lugar del racialismo de izquierda. Ser juzgados como individuos, y no como avatares del “opresor” y del “oprimido”. Asimismo, respetar la búsqueda de la verdad, del conocimiento sin prejuicios, fomentar una diversidad genuina (una variedad de opiniones, de una variedad de personas). Abolir los DEI y restaurar el mérito.

MANIFIESTO LIBERAL

El manifiesto de un español liberal cualquiera, es una propuesta para la reflexión y la acción política, ante el crítico momento que atraviesan los españoles y la nación.

1. Respetar y proteger la propiedad privada.

2. Respetar el comercio y sustentarlo con leyes que no lo corrompan ni distorsionen.

3. Justicia como equidad, como sistema de cooperación social a lo largo del tiempo, de una generación a la siguiente, entre ciudadanos libres e iguales. Una justicia poder del estado independiente que pueda juzgar con rigor y encarcelar a los criminales.

4. Igualdad formal de oportunidades que sea equitativa pero eficiente. Nadie talentoso y esforzado debe quedar excluido.

5. Que la libre circulación de personas no sea permitir inmigración febril e ilegal.

6. Libertad de expresión con todas las consecuencias pero con el debido respeto a la intimidad e integridad de las personas.

7. No amedrentar ni adoctrinar a la población con anuncios de inmediatos cataclismos climáticos basados en hipótesis cientificistas.

8. Libertad de emprendimiento e investigación científica sin otra cortapisa que la moral que evoluciona bajo axiomas ensayo-error, sin por ello despreciar las heredadas del cristianismo.

9. Impulsar la familia y la conveniencia de tener hijos.

10. Prohibición de adoctrinamiento sexual de los niños y de cualquier credo pederasta. Reintegración del derecho de los padres a que sus hijos no reciban formación moral contraria a sus convicciones.

11. Abolición de la inconstitucional inmersión lingüística en la enseñanza en las CCAA que lo han decretado y la restitución de la educación en español. Restableciendo el vulnerado Artículo 3 de la Constitución española que estable que «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla».

12. Abolición en la enseñanza de la ideología de género en escuelas y libros para niños y adolescentes.

13. Prohibición de cambios de sexo en niños y adolescentes.

14. Oposición a las doctrinas “woke” y sus derivadas: Ambiental-Social-Gobernanza (ASG), diversidad, equidad e inclusión (DEI), etc. por constituir fundamentalismo identitario y hostilidad racial derivadas del globalismo tiránico inspirado en el posmarxismo relativista.

15. Establecer una ley de mecenazgo según el modelo liberal, con deducciones totales de las aportaciones, tanto para las personas físicas como jurídicas, que impulsen la libre creatividad en la cultura y el arte.

16. Abolir las leyes de género y la de Memoria Histórica Democrática.

17. Establecer el estudio de la historia de España como ciencia rigurosa en primaria secundaria y bachillerato.

18. Mejorar el estatus social y económico de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y eliminar las policías autonómicas.

19. Preservar la cultura/identidad nacional de España e Hispanoamérica.

20. Denunciar las doctrinas falsamente igualitaristas como el comunismo.

21. Promover la soberanía nacional.

22. Restablecer la unidad legislativa y anular miles de leyes redundantes o extintas.

23. Emprender, construir, desarrollar e innovar para mejorar la vida de la humanidad y de la Tierra.

24. Celebremos la grandeza, la virtud en la mirada, la meritocracia y la cordura.

Redactado en Madrid por Pablo Rojo Barreno.

EL MINISTERIO DE LA VERDAD WOKE

Esta semana ha surgido en EEUU un escándalo en las redes sociales, derivado del nombramiento de Katherine Maher como directora ejecutiva de la National Public Radio (NPR), -el servicio de radiodifusión pública de Estados Unidos que produce programas para una red nacional de más de mil estaciones de radio en los cincuenta estados y el Distrito de Columbia-, cuya trayectoria como Ex directora ejecutiva de Fundación Wikimedia, ha sido denunciada documentalmente por el periodista, Christopher F. Rufo quien, además de publicar decenas de tuits y vídeos en los que Maher muestra su baja catadura moral y su sectarismo izquierdista woke, la describe así: «K. Maher pertenece a una creciente cohorte de directivas adineradas de izquierda que dominan RR.HH. y DEI (Recursos Humanos integrados en Diversidad, Equidad e Inclusión). Es el arquetipo de las matriarcas del American Longhouse woke del Partido Demócrata que valoran su seguridad y estatus por encima de la libertad, la censura por encima del debate y relativismo sobre la verdad». Y continua Rufo: «K. Maher no sólo quiere «eliminar la mala información» en los medios e Internet. Quiere reemplazarla con «buena información» (es decir, narrativas de izquierda) y obligar al público a «sentarse dentro de esa buena información» como «un colectivo»».

La evidencia sectaria de la censura en la Wikipedia ha sido reconocida por su cofundador Larry Sanger, quien asegura que Wikipedia ha sido corrompida ideológicamente, hasta el punto de plantear la posibilidad de que Katherine Maher colaborara con la inteligencia estadounidense para luego apostillar que, si la NPR estuviera comprometida con la verdad, la despediría «de inmediato«.

Hace unas semanas, publiqué un artículo sobre organizaciones privadas “sin ánimo de lucro” cuya actividad, finalidad, financiación y estructura organizativa no tienen, en términos de legitimidad e incluso legalidad, derecho de arrogarse la lucha contra la “desinformación”, horrible neologismo para describir la censura. Estamos ante una red tentacular agrupada en el llamado “Fact-Checking” que es financiada directa o indirectamente por gobiernos, en concreto la UE, EEUU, Canadá, Australia, etc. y por los conglomerados de tecnología y redes sociales que conocemos, a los que sirven en la labor de censurar toda publicación que no sea respetuosa con el mainstream ideológico también llamado políticamente correcto. Esta vigilancia pone en el borde de la navaja a particulares, medios de comunicación y empresas hasta el punto de que, para ponerse a salvo de las reacciones de cancelación del sacerdocio woke, muchas marcas se han organizado en plataformas preventiva como el Global Alliance for Responsible Media.

No descubro nada nuevo para quienes participamos en alguna red social buscando la verdad, pues tenemos que hacer equilibrios semánticos y autocensura para soslayar la censura que nos vigila como Gran Hermano. De hecho, padecemos el prejuicio de unas empresas sostenidas con el dinero de los contribuyentes para establecer que es cierto y que no, que borran todo aquello que no se ajuste a su “verdad” oficial sobre salud, sexualidad, alimentación, razas, cambio climático, etc. Su verificación de datos son sentencias utilizadas por los VLOP y VLOS que sirven para identificar y suprimir “desinformación”. Meta, por ejemplo, informa que utilizó más de 190.000 artículos distintos de verificación de datos para etiquetar y reducir la amplificación de más de 40 millones de contenidos en Facebook en la primera mitad de 2023.

De hecho, se trata del COMPLEJO INDUSTRIAL DE LA CENSURA que combina métodos establecidos de manipulación psicológica, herramientas altamente sofisticadas de informática, incluida la inteligencia artificial, expertos en doctrinas wokes, feminismo, movimientos queer, neolengua, identitarismo y culto al agravio, personalidades, puntos de vista marginales, junto con funcionarios, contratistas y hasta robots rusos.

A las empresas del complejo industrial de la censura autodenominadas como verificadoras de datos, los estados les han concedido unas mantas de cobertura legal tales como la Red Europea de Normas de Verificación de Datos (EFCN) signataria del Código Disinfo que dice deben cumplir el Código Europeo de Estándares para Organizaciones Independientes de Verificación de Datos, y están sujetos a un procedimiento de queja de EFCN. Es decir, un conglomerado burocrático al margen de los tribunales de justicia.

Famosa por sus desmanes es la Counter Disinformation Unit (CDU – Unidad de Lucha contra la Desinformación) establecida en marzo de 2020 para «Tomar medidas enérgicas contra la “información falsa sobre el coronavirus en línea”».

Pero quien seguramente más se parece al vigilante Ministerio de la Verdad orweliano es la norteamericana NewsGuard, una organización con fines de lucro que califica la credibilidad de las fuentes de noticias, ofreciendo servicios de suscripción que se pueden comprar e incluso aparece en las aulas donde se enseña alfabetización mediática. Entre los socios de NewsGuard se encuentran el Departamento de Estado de Estados Unidos, el Departamento de Defensa y la Organización Mundial de la Salud, cuya institución considera que respalda dogmáticamente como un hecho indiscutible. Quizás lo peor de todo es que NewsGuard se ha asociado con la Federación Estadounidense de Maestros para difundir el uso de NewsGuard en todas las escuelas. Se trata del sindicato de docentes encabezado por Randy Weingarten, quien defendió el cierre prolongado de escuelas debido al Covid y ahora afirma deshonestamente lo contrario. «Hemos podido llevar nuestra herramienta de calificación de confiabilidad de noticias a más de 800 bibliotecas públicas, donde 7 millones de usuarios de bibliotecas públicas usan NewsGuard cuando van a la biblioteca para obtener acceso de banda ancha», se jactó NewsGuard en su anuncio de la AFT. Y ya estamos siendo utilizados en docenas de escuelas y universidades públicas, así como en escuelas independientes».

Pero la arrogancia y agresividad de estas organizaciones que se atribuyen la posesión de la verdad ha llegado a tal punto de prepotencia, que el valiente periodista británico, Freddie Sayers ha publicado un exhaustivo informe en vídeo sobre el misterioso Global Disinformation Index (GDI – “Índice de Desinformación Global”) censor del discurso político en Europa y Estados Unidos.

Así, el blog de Freddie Sayers https://unherd.com/ recibe correos electrónicos de GDI de este estilo: “Nuestro equipo volvió a revisar el dominio, la calificación no cambiará ya que continúa teniendo narrativas anti-LGBTQI+… Los autores del sitio han sido criticados por ser anti-trans. Kathleen Stock es reconocida como una feminista “prominente y crítica con el género”. Una justificación transmitida después de una serie de solicitudes, para incluir a UnHerd en la llamada “lista de exclusión dinámica” de publicaciones que supuestamente promueven la “desinformación” y, por lo tanto, deberían ser boicoteadas por todos los anunciantes.

Se trata de mucho más que censura, estos de Global Disinformation Index y otros semejantes, hacen listas negras para arruinar y desprestigiar a quienes no obedezcan los mandamientos de la doctrina woke, discrepen de la ruta de las agendas climáticas, mantengan que existen diferencias biológicas entre los sexos o critiquen cualquier otro tabú de la izquierda reaccionaria o del capitalismo corporativista global quienes se han aliado en el objetivo de establecer un mundo feliz orweliano.

Enlace al vídeo en que Freddie Sayers denuncia (en inglés) a Global Disinformation Index.

EUGENISMO TRANSHUMANISMO Y TRANSGENERISMO BIOLÓGICO

Viejas doctrinas resucitadas convertidas en lucro infame

LOS ANTIGUOS ENSUEÑOS DEL GNOSTICISMO

UN MUNDO FELIZ

WOKEISMO O JUSTICIA SOCIAL CRÍTICA

EL PECADO ORIGINAL HETEROPATRIARCAL

DISFORIA DE GÉNERO

TRANSHUMANISMO Y TRANSEXUALISMO

¿CÓMO SE IMPLANTÓ EL WOKEISMO EN OCCIDENTE?

LA NEOLENGUA ORWELLIANA LGBTQIAPN+

EL DESEO COMO DERECHO

EL LUCRO INFAME DEL MUNDO FELIZ CÍBORG POSTGÉNERO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LOS ANTIGUOS ENSUEÑOS DEL GNOSTICISMO

Desde los umbrales de la historia, la humanidad ha pretendido sobrepasar su devenir, trascender lo natural inventando realidades, produciendo, al mismo tiempo que conceptos y artefactos, un mejor devenir, incluida la eternidad. No obstante, esa ambición no está exenta de precauciones realistas que suelen reflejarse en advertencias en forma de mitos. El de Prometeo expone las consecuencias de retar la sabiduría de los dioses inmortales. El de Adán y Eva cuenta las graves secuelas de ingerir los frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal prohibido por Yahvé quien, furioso por la desobediencia, expulsó a Adán y Eva del paraíso condenándoles a la muerte, el dolor, la vergüenza y el trabajo: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás»» (Génesis 3:19) y «parirás a tus hijos con dolor» (Génesis 3:16). Pero la conciencia de la finitud de la condición humana supone una fuerza generadora capaz de propulsar un anhelante deseo de inteligencia infinita, de belleza y superación de las limitaciones biológicas, el ensueño de liberar al fin la chispa divina atrapada en el cuerpo mortal y devenir dioses parejos a los mitológicos griegos.

La RAE define la eugenesia como el “estudio y aplicación de las leyes biológicas de la herencia orientados al perfeccionamiento de la especie humana”. En realidad, la palabra emanada del griego significa buen origen y fue adoptada por el pensador británico Francis Galton en su obra publicada en 1883 con el título: “Investigaciones sobre las facultades humanas y su desarrollo» (Inquiries into Human Faculty and its Development), apoyándose en la teoría darwiniana de la selección natural. Se trata de una tesis cientificista que pretende la mejora del linaje humano. Sin embargo, la primera noticia que tenemos de práctica eugenésica se remonta al siglo V a. C. con la agogé espartana que pretendió conseguir toda una estirpe de seres humanos física e intelectualmente mejores. Más tarde, Platón en “La República” alentó la instauración de matrimonios pactados entre hombres y mujeres con las mejores capacidades físico-intelectuales, con el fin de engendrar a los mejores ciudadanos posibles para su república ideal.

El gnóstico especulativo Carlos Marx, como gran teólogo de la religión secular (Voegelin), cuyo dogma fundamental es que la existencia social determina la conciencia (él lo sabía mejor que nadie pues despilfarró su herencia y la copiosa de su mujer y no trabajó a pesar de que sus hijos pasaron hambre), desliza afirmaciones que implican una transformación de la naturaleza humana, estableciendo al hombre como constructor de sí mismo: «El hombre que sólo ha encontrado su propio reflejo en la fantástica realidad del cielo, donde buscaba un superhombre, ya no estará dispuesto a encontrar sólo la apariencia de sí mismo. Allí donde busca y deberá encontrar su verdadera realidad pues la esencia humana carece de verdadera realidad».

Basándose en la eugenesia de Galton, surgió a principios del siglo XX el «darwinismo social» para mejorar la «higiene racial». El darwinismo social fue aplicado en numerosos países. En 1907 se aprobó en Indiana (EEUU) la primera ley destinada a “prevenir la procreación de criminales confirmados, idiotas, imbéciles y violadores”. La esterilización obligatoria de las personas consideradas ineptas se extendió por países como Japón, Australia, Canadá y los países escandinavos regidos por partidos socialistas. La legislación eugenésica de esterilización involuntaria y coercitiva fue abolida en el Estado de California en 1979. En Suecia, sigilosamente, fue abolida la esterilización forzada de idiotas, indígenas, gitanos y personas vulnerables en 1996. Bajo la inspiración del médico y biólogo, Alfred Ploetz, Hitler culminó la política de higiene racial con las Leyes de Núremberg de 1935.

En la por entonces flamante Unión Soviética, León Trotski en “Literatura y revolución” (1924) escribió: ”La especie humana, el perezoso Homo Sapiens, ingresará otra vez en la etapa de la reconstrucción radical y se convertirá en sus propias manos en el objeto de los más complejos métodos de la selección artificial en oposición a la selección natural darwiniana y del entrenamiento psicofísico. El hombre logrará su meta… para crear un tipo sociobiológico superior, un superhombre si se quiere”. Al mismo tiempo, el primer ensayo de bolchevismo eugenésico desarrollado por Iliá Ivanovich Ivanov consistente en híbridos entre humanos y simios fue un rotundo fracaso que Stalin disimuló con la entelequia del “hombre nuevo soviético” cuya primera figura ejemplar fue el minero Alekséi Stajánov; trabajador hiperproductivo pleno de virtudes socialistas; belleza, fuerza física y moral, un héroe del trabajo socialista tan escaso como los auténticos socialistas. Ernesto Che Guevara, tras su monumental fracaso como ministro de industrias durante los primeros cuatro años de dictadura castrista, consideró que sin gentes como Stajánov no era posible una sociedad socialista y mucho menos comunista, por lo que era imprescindible generar el hombre nuevo socialista desde los inicios de la revolución.

Acabada la Segunda Guerra Mundial y tras la constatación de las terribles consecuencias de la eugenesia nazi y el holocausto, junto con las purgas estalinistas y la institucionalización del Gulag, en 1947 Ludwig von Mises publica: “Caos planificado: Epílogo a Socialismo” en donde señala a la eugenesia o darwinismo social como leitmotiv de los totalitarismos disfrazados de igualitarismo; «El plan nazi era más completo y por lo tanto más pernicioso que el de los marxistas. Su objetivo era abolir el laisser-faire no sólo en la producción de bienes materiales, sino también en la producción de hombres. El Führer no sólo era el director general de todas las industrias; también era el director general de la granja de cría con la intención de formar hombres superiores y eliminar a los inferiores. Un grandioso esquema de eugenesia debía ser puesto en práctica de acuerdo a los principios “científicos”».

UN MUNDO FELIZ

En la magnífica novela distópica “Un mundo feliz” escrita en la década de 1930, Aldous Huxley describe las tecnologías que configuran un modelo social que controla a la mayoría de la población. Es el Estado omnipotente dirigido por la minoría Alpha descendiente de la vanguardia revolucionaria, quien dictamina la reproducción humana en “Centros de Incubación y Condicionamiento”, utilizando la técnica de clonación del método de Bokanowsky en función de su condición genética, previamente alterada, para dividir a la sociedad en castas, desde los Alpha hasta los Epsilon, de mayor a menor inteligencia. Por supuesto en la formación de los infantes se utiliza un método tecno-inductivo a través del sueño, mientras que a los ciudadanos se les imbuye en un sistema de placeres y trabajos predeterminados en función de su casta social. La estabilidad social absoluta se logra estableciendo el hedonismo a través del consumo de ansiolíticos versátiles «soma» que procuran felicidad y despreocupación, al tiempo que se promueve un liberalismo sexual donde «todos son de todos» y las relaciones son consumadas sin celos ni remordimientos; es decir, una suerte de poliamor donde uno puede gozar sin riesgo. Bajo este supuesto estado de libertad, entretenimiento, satisfacción y confort, las personas se convierten en instrumentos al servicio del engranaje técnico-social. «La rueda debe girar continuamente, pero no al azar. Debe haber hombres que la vigilen, hombres tan seguros como las mismas ruedas en sus ejes, hombres cuerdos, obedientes, estables en su felicidad» de un mundo frío y vacío.

La descripción que hace Huxley de la ilusoria democracia estatalista hoy nos resuena muy familiar: «Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros de la que los presos ni siquiera sonarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre».

En 1984, la catedrática de la Universidad de California que se define como feminista-socialista-transhumanista o cibor-feminista, en su “Manifiesto para cyborgs” describe la biopolítica de su admirado Michel Foucault como: “una fláccida premonición de la política cyborg”. Así, la filósofa estableció la imperiosa necesidad de abolir tres fronteras:
1ª: Entre lo humano y lo animal.
2ª Entre organismos y máquinas.
3ª Entre lo físico y lo inmaterial.

Sobre estas premisas, Haraway abrió otra vasija de Pandora a través de un extenso catálogo que pretende «destruir la coartada burguesa, biempensante, banal, que encubre formas de dominación y ocultamiento de lo otro, de lo negado, reprimido, atormentado y sometido a dominación llamada humanismo». De este modo, Haraway establece que el humanismo adolece de dualismos que deben superarse porque entronizan un miembro del binomio mientras degradan y explotan al otro: «Los más importantes de estos turbadores dualismos son: yo/otro, mente/cuerpo, cultura/naturaleza, hombre/mujer, civilizado/primitivo, realidad/apariencia, todo/parte, agente/recurso, constructor/construido, activo/pasivo, bien/mal, verdad/ilusión, total/parcial. Dios/hombre».

En lugar de propiedades esenciales, para Haraway su cyborg convierte los conceptos “eugenesia” y “perfección” en “control de la población” y “optimización”. Si bien los términos «óptimo» y «control de la población» carecen de los matices ideológicos totalizadores de una «raza superior» o de «débiles mentales«, tales categorías obligan a elegir qué tipo de personas debería haber, fragmentadas o no, y por lo tanto qué tipo de personas deberían existir.

WOKEISMO O JUSTICIA SOCIAL CRÍTICA

A finales de la década de 1980, un grupo de académicas norteamericanas, entre ellas la filósofa posestructuralista, Judith Butler, la antropóloga cultural Gayle Rubin, el ingeniero o ingeniera, Sandy Stone y la historiadora devenida luego profesora transgénero de hombre a mujer, Susan Stryker, establecieron las reglas de la “teoría queer” y los “estudios transgénero”. Estas académicas decretaron que el género era una “construcción social” utilizada para oprimir a las minorías raciales y sexuales, y denunciaron las categorías tradicionales de hombre y mujer como un falso binario concebido para apoyar el sistema de “heteronormatividad”: es decir, los hombres blancos con su estructura de poder masculina y heterosexual. Este sistema, argumentaron, debía ser destruido sin piedad. Y la mejor manera de lograrlo es promover el transgénero. Si los hombres pueden convertirse en mujeres y las mujeres en hombres, aventuraban, la estructura natural biológica podría ser derribada.

Con estos mimbres se configuró el Wokeismo o Justicia Social Crítica como enfermedad senil del marxismo. Una doctrina que renuncia abiertamente a los principios de la ilustración como el universalismo y la objetividad, para zambullirse en un fundamentalismo identitario que se ha coronado en poder fáctico intimidatorio en los países anglosajones, para luego instalarse en las instituciones políticas y culturales de las izquierdas de occidente y asumida por las grandes empresas multinacionales como estrategia comercial. En el caso de España, en el momento que redacto este suelto, sus prosélitos están gobernando la nación y legislando según el catecismo woke consistente en la “racialización” de la política y la sociedad (cultura) en los siguientes términos: tu identidad racial, sexual o de género definirá el 100% de tu existencia. Por consiguiente, eres víctima o victimario. Como con el marxismo-leninismo, no hay posibilidad de diálogo pues la dialéctica sigue siendo la oposición explotador-explotado o dominante-dominado.

EL PECADO ORIGINAL HETEROPATRIARCAL

Uno de los aspectos más controvertidos del cristianismo es el pecado original al tratarse de un pecado «contraído» por herencia y, por tanto, no «cometido«. Sin embargo, se trata de un claro aviso contra la tentación de pretender devenir dioses como les prometió el demonio si desobedecían a Dios. Por el contrario, el pecado original que la doctrina woke aliada al transhumanismo, deriva del nihilismo antropológico con su derivada histórico-presentista. El hombre blanco violento y opresor que estableció la esclavitud y el racismo como instrumentos de dominación, es decir, el hombre blanco occidental heteropatriarcal es culpable desde que nace porque hereda el pecado original llamado heteropatriarcado. Poco importa que otras culturas y razas también fueran racistas y esclavistas, por cuanto son presentadas como víctimas. Condenados los varones blancos occidentales cuan manzana plagada de pecados estructurales, sociales y económicos que ha ‘envenenado’ a las minorías, a las mujeres y a la comunidad LGBTQIAPN+, su única posibilidad de perdón y rehabilitación es asumir sin rechistar la doctrina.

DISFORIA DE GÉNERO

En 2008, Susan Stryker radicalizó su tesis ideológica transgénero describiéndola como “sermón secular” que aboga sin contemplaciones abrazar un poder disruptivo y refigurativo de género queer o transgénero como recurso espiritual para la transformación social y ambiental. En el ensayo más conocido de Stryker, “Mis palabras a Victor Frankenstein sobre la aldea de Chamounix: Performing Transgender Rage”, sostiene que el “cuerpo transexual” es una “construcción tecnológica” que representa una guerra contra la sociedad occidental. «Soy transexual y, por tanto, soy un monstruo», escribe Stryker. Y este monstruo, continúa, «está destinado a canalizar su rabia y venganza contra el orden heterosexual naturalizado; contra los valores familiares tradicionales; y contra la opresión hegemónica de la propia naturaleza». Sobre esta tesis se desarrolla el concepto disforia de género que se caracteriza por una incongruencia entre el género experimentado o expresado por un individuo y el género biológico cuando nació.

Recordemos que la eugenesia industrializada de la Alemania nazi, fue dirigida por los médicos alópatas Victor Brack y Joseph Mengele. Ambos realizaron varias cirugías experimentales de «reasignación de género«.

TRANSHUMANISMO Y TRANSEXUALISMO

En el primer punto de la conocida como Declaración Transhumanista, en la última versión promulgada en diciembre de 2017, se manifiesta la convicción sobre la viabilidad de “rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento y nuestro confinamiento al planeta Tierra”.

Aunque existen varias tendencias y derivaciones, el fundamento filosófico y antropológico más característico del transhumanismo es el reduccionismo materialista: el hecho de concebir al ser humano como un conjunto de genes, neuronas, células, que funcionan como una máquina que, en el fondo, es “chatarra biológica” que ha de ser mejorada. Así, la evolución natural ha llevado a que el producto sea defectuoso, por lo que hemos de tomar nosotros las riendas del desarrollo futuro, aplicando la ciencia y la técnica a esa máquina imperfecta para elevarla hasta la perfección. Se mezclan aquí materialismo, reduccionismo y mecanicismo, al concebirse únicamente al ser humano en su dimensión material. Por supuesto, se excluye la espiritual y trascendente. Por el momento, se aprecian tres tipos de transhumanismo:

I. Transhumanismo cultural inspirado en la crítica postmoderna […] contra el humanismo y el proyecto de la modernidad.
II. Transhumanismo biológico reivindicador del ideal ilustrado de la perfectibilidad potencialmente infinita del ser humano […] a través del “biomejoramiento” humano que persiguen las tecnociencias (fundamentalmente la biología y la medicina genética).
III. Transhumanismo cibernético, que sería en realidad un auténtico posthumanismo, en la medida en que pretende crear una nueva especie a partir de la hibridación hombre/máquina y que recurre preferentemente a la robótica y la IA pero sin descartar la biología.

El famoso Yuval Noah Harari, autor de superventas cientificistas como “Sapiens” y “Homo Deus”, plantea un futuro en el que la selección natural sea sustituida por una selección artificial y demográfica, donde la voluntad del hombre sea el único criterio rector para gobernar el rumbo de la vida (posthumana), vida que probablemente será transespecie, exoplanetaria y posgénero. En un hipotético futuro cíborg (Cybernetic + Organism), quien no suscriba y no siga los postulados transhumanistas, corre el riesgo de integrar una subespecie.

¿Una subespecie donde persista el dimorfismo sexual o será al contrario?

¿Cuándo y cómo transhumanismo y transexualismo convergen en una trampa macabra donde caen y se mezclan igualitaristas de toda laya posmarxista y liberales wokes?

¿CÓMO SE IMPLANTÓ EL WOKEISMO EN OCCIDENTE?

Para responder a esta pregunta es imprescindible consultar al teórico marxista-leninista italiano del siglo XX Antonio Gramsci, quien desarrolló el concepto de hegemonía cultural a partir de la teoría de Marx que determina que la ideología dominante de la sociedad refleja las creencias e intereses de la clase dominante. Gramsci argumentó que el consentimiento al gobierno del grupo dominante se logra mediante la difusión de ideologías (creencias, supuestos y valores) a través de instituciones sociales como escuelas, iglesias, tribunales y los medios de comunicación, entre otras. Estas instituciones hacen el trabajo de socializar a las personas en las normas, valores y creencias del grupo social dominante. Como tal, el grupo que controla estas instituciones controla al resto de la sociedad.

De los analistas que conozco, quien considero que ha estudiado con notable rigor la implantación del wokeismo en EEUU (y luego en todo occidente) a través de la estrategia gramsciana es el escritor, cineasta y activista cultural y político, Christopher F. Rufo autor de “America’s Cultural Revolution: How the Radical Left Conquered Everything” (La revolución cultural estadounidense: cómo la izquierda radical lo conquistó todo -2023).

En este ensayo, Rufo describe la larga marcha de la izquierda estadunidense desde la publicación en 1964 de “El hombre unidimensional” del marxista de la Escuela de Frankfurt Herbert Marcuse, hasta la dominación absoluta de las instituciones durante la presidencia de Barack Obama. Se trata de un riguroso relato histórico de cómo los radicales marxistas revolucionarios, a menudo violentos, trasladaron su ideal utópico del proletariado a las minorías raciales primero y más tarde a las sexuales. Rufo hace hincapié en el papel de figuras y organizaciones históricas clave con raíces en el tumulto de los años sesenta desde; Herbert Marcuse y la Weather Underground, Angela Davis y las Panteras Negras, y Paolo Freire y su acólito Henry Giroux, hasta los actuales movimientos Antifa y Black Lives Matter. Y esta, en apariencia, sorprendente victoria del izquierdismo radical reaccionario en la nación capitalista por antonomasia, ha sido posible gracias a que la dispersa doctrina woke o justicia social crítica, ha logrado explotar los viejos demonios de la sociedad norteamericana sacralizando a los grupos sociales históricamente marginados y utilizando etiquetas aparentemente inocuas como «diversidad» o «inclusividad», mientras que los conservadores y liberales estaban en la inopia celebrando su victoria frente a la URSS.

De este modo, la justicia social crítica aliada con el transhumanismo utilizó el entrismo de sus militantes en las universidades como trampolines para controlar escuelas, cultura, arte, medios de comunicación, tribunales de justicia, burocracia estatal, élite política y, al fin, corporaciones capitalistas. La legislación norteamericana sobre acoso consagró la idea de que la libertad de expresión debe suprimirse para eliminar los «entornos hostiles» definidos subjetivamente para los grupos protegidos. El Título IX prohíbe la discriminación por razón de sexo en cualquier programa educativo que reciba ayudas federales. Esto condujo en última instancia a la derogación de los derechos de los hombres al debido proceso en el campus y a la microgestión de las relaciones entre los sexos. Todas estas medidas fueron seguidas por los gobiernos “progresistas” occidentales incluido los del PSOE de Zapatero y Sánchez.

Las leyes posteriores impusieron a las implacables guardianas de la fe woke con elevados sueldo de ejecutivas en todas las instituciones y empresas públicas y privadas bajo el rotulo DEI (diversidad, equidad e inclusión) donde huelgan los millones de graduados en estas doctrinas. Además, las burocracias estatales se llenaron de ministerios de igualdad, departamentos de vigilancia para el cumplimiento de los Programas wokes en los contratos de trabajo, comisiones para la igualdad de oportunidades en el empleo, etc. etc. Una burocracia para vigilar el estricto cumplimento de la doctrina woke. Para asegurar dádivas para los militantes wokes, en la mayoría de los países occidentales, incluida la España sanchista, han aprobado leyes que imponen la llamada discriminación positiva, a menudo denominada acción afirmativa o trato preferencial, destinadas, según sus preámbulos justificativos, a remediar las injusticias históricas y las desigualdades sistémicas brindando trato preferencial u oportunidades a personas o grupos que históricamente han estado en desventaja o subrepresentados. Es decir, si tu tatarbauelo fue esclavo o eres una mujer muy atormentada, tendrás prioridad para ocupar un puesto de trabajo frente a otra persona que sea hombre blanco y tenga los mismos o superiores méritos que tú. Solo un sectario imbuido de doctrina woke no percibe que la discriminación positiva no es otra cosa que discriminación pura y dura al priorizar características físicas o ancestrales sobre el mérito y las calificaciones, lo que al perjudicar a terceros inocentes, destruye el principio de justicia e igualdad de oportunidades.

Naturalmente las enormes burocracias DEI viven muy requetebién gracias a los impuestos del explotado contribuyente occidental. Asimismo, en las instituciones públicas y en las empresas privadas de los países que han impuesto la discriminación positiva por ley, mantienen en puestos de dirección a personas de muy dudosa capacidad, por lo que el eslogan get woke and go broke se comprende perfectamente cuando se estudia la trayectoria de Walt Disney Co.

LA NEOLENGUA ORWELLIANA LGBTQIAPN+

Toda esta enorme superestructura eclesial ha elaborado su metalenguaje, una jerga calcada a la neolengua orwelliana al que llaman lenguaje inclusivo. Es fácilmente detectable que la neolengua de la teoría radical de género fue diseñada siguiendo los criterios descritos por “Los principios de la neolengua” en la novela “1984”, de George Orwell. Para empezar, consideran malditas y eliminan: “hombre”, “mujer”, “mamá”, “papá«, etc.

Aunque profusamente difundidos en leyes y textos oficiales del gobierno social-comunista de Pedro Sánchez, señalo unos cuantos neologismos wokes con abundante carga sexual, quirúrgica y médico-farmaco-química que, en su conjunto, resultan sicalípticos: Agénero, Bigénero, Biespíritu, Bifobia, Cirugía de abajo, Cisgénero, Clitoroplastia (creación de un clítoris), Discriminación múltiple e interseccional, Disforia de género, Escrotoplastia (creación de un escroto y a menudo acompañada de implantes testiculares), Faloplastia (creación de un falo masculino), Familias diversas, Familia LGTBI, Género fluido, Genderqueer, Heteronormatividad, Histerectomía, Homofobia, Infancias trans, Interseccionalidad, Intersexual Labioplastia, LGTBIfobia, Metoidioplastia (creación de un falo masculino mediante tejido del clítoris aumentado con testosterona), No binario, Pangénero, Pansexual, Personas menstruantes, Ooforectomía (extirpación de ovarios), Orquiectomía (extirpación de los testículos), Penectomía (extirpación del pene), Queer, Sexilio, Terfa (feministas que, según otras, son transfóbicas), Transfobia, Transgénero, Tucking (ocultar el pene y los testículos con cinta adhesiva) Vaginectomía (extirpación de la vagina), Vaginoplastia (creación de una neovagina), Vulvoplastia (creación de una vulva)…

EL DESEO COMO DERECHO

La explosión del catálogo de derechos humanos ha llegado al esperpento. Un típico ejemplo del disparate es el derecho a tener novi@ que lleva aparejado la obligación de alguien de ejercer tal papel al respecto de quien no lo haya conseguido por sus medios y, sin embargo, lo desee. Que la izquierda reaccionaria haya inflado de derechos haya donde gobierna, solo responde al paternalismo que esconde su irrefrenable deseo autocrático de controlar a los paisanos mediante supuestas prebendas que son todo menos gratis.

Al consagrar el deseo como derecho (llamándolo empoderamiento y palabros parecidos), no se especifica quien paga, sino que se proclama que es el propio sujeto (o entidades superiores a las que pueda estar adscrito: mutualidades, aseguradoras, compañías experimentales, clínicas, laboratorios farmacéuticos o el Estado) quien decide comprar, implantarse, modificarse o sustituirse cualquier rasgo inherente a su cuerpo o mente para formar parte de su entidad biopsíquica genuina. Así se ha implantado el consentimiento a la esterilización, a la eutanasia, al suicidio asistido para cualquier persona, de cualquier edad y por cualquier motivo y, por supuesto, siguiendo las mismas pautas de propaganda, marketing y publicidad basada en la psicología de Edward L. Bernays para normalizar la esterilización eugenésica, los activistas promotores del transexualismo utilizan su neolengua para confundir y enmarcan el cambio de sexo como un derecho humano, «personas menstruantes», «no binarios», «infancias trans», familias «diversas», utilizadas en charlas afectivosexuales, etc. etc. La plaga de “derechos” wokes incluyen el aborto sin injerencias ni restricciones, la eutanasia sin consentimiento explícito y el cambio de sexo desde la tierna infancia sin que los progenitores tengan nada que objetar.

Nada habla de los derechos de los progenitores la “Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI” de España, donde, en el Artículo 19: Atención a la salud integral de las personas intersexuales, en el párrafo 2 dice: «Se prohíben todas aquellas prácticas de modificación genital en personas menores de doce años, salvo en los casos en que las indicaciones médicas exijan lo contrario en aras de proteger la salud de la persona. En el caso de personas menores entre doce y dieciséis años, solo se permitirán dichas prácticas a solicitud de la persona menor siempre que, por su edad y madurez, pueda consentir de manera informada a la realización de dichas prácticas». Es decir, los menores de 16 años en España no pueden votar, no pueden conducir un automóvil, no pueden jugar a la lotería, no pueden comprar bebidas alcohólicas, pero si modificarse sus atributos congénitos a su gusto sin que los padres tengan nada que objetar. Incluso más jóvenes de 12 años pueden castrarse si un médico lo considera oportuno.

De esta manera el cíborg es la nueva criatura en un mundo postgénero. En particular, el cíborg acaba con la distinción natural entre masculino y femenino. El sexo deja de ser el tirano del cuerpo […] Debemos aceptar la unión cuerpo-máquina como una extensión del cuerpo, de nuestras vidas y de nuestra intimidad.

La filósofa Rodríguez Magda (2019) analiza que, a falta de certezas y garantías, el yo se erige en único juez y rector de su identidad, tomando su deseo y su sentimiento como único peso y medida de su subjetividad. Se trata de “solipsismo sexual” donde «cada cual descubre que yo soy yo, y que ser yo es mi única ley. En estos momentos, hay tantos géneros como personas, o muchas más, puesto que cada persona puede evolucionar en el entendimiento de su subjetividad. En el siguiente momento, las personas podemos unirnos por afinidades voluntarias que hacen de los géneros conjuntos voluntarios y difusos».

La ruta hacia el cíborg postgénero exige sexualizar a los niños destruyendo la inocencia infantil. Implantar la doctrina woke en las escuelas mientras que el Estado reemplaza a los padres. Asimismo, las escuelas deben promover bloqueadores de la pubertad, mastectomías dobles y cualquier experimento médico aunque sea irreversible. Por supuesto el derecho de sexualidad infantil exige que los docentes enseñen prácticas sexuales y hasta compartir su sexualidad con los niños si estos “consienten”.

Lois, Andrea, Daniela, Álvaro y Alejandro han conseguido cambiar su sexo legal en los últimos meses, es decir, el marcador que aparece en documentos como el DNI o el pasaporte. Son menores trans de menos de 12 años que, sin tener que aportar informes patologizantes, han podido modificar la mención registral del sexo sin que sus padres puedan decir ni pio.

EL LUCRO INFAME DEL MUNDO FELIZ CÍBORG POSTGÉNERO

En 1977 los por entonces famosos intelectuales franceses marxistas-postestructuralistas-deconstruccionistas-constructivistas-subjetivistas; Althusser, Barthes, Derrida, Rancière, Sartre, de Beauvoir, Lyotard, Deleuze, Guattari y Dolto firmaron una declaración sobre la sexualidad y el niño donde afirmaban que hay que escuchar al niño y nada más. Posteriormente, Butler y los movimientos LGBTQIAPN+ se sumaron a esa posición y afirmaron que la protección sexual del infante es opresión heteropatriarcal y que solo se debe permitir el libre consentimiento del impúber a tener relaciones sexuales entre ellos o con mayores de edad.

Resulta que los supuestos derechos sexuales del niño y los derechos a cambiar y transfigurar su sexo biológico, han sido perpetrados por adultos que conforman la plutocracia global, esa minoría Alpha que explota lucrativos negocios. Y lo hacen, como hemos visto, legalmente y apoyados por el aparato del Estado y decenas de instituciones públicas y privadas.

El espurio relato que asegura que se puede nacer en un cuerpo equivocado, conlleva a proceder al bloqueo del sano desarrollo natural de los niños, hasta el punto de mutilar órganos sanos, sobre la promesa o expectativa completamente falsa de que con ello se cambia el sexo, causando daños irreversibles y dependencias de por vida de los inmolados niños a los fármacos.

En realidad, estamos ya ante un potente y bien organizado plan de implantar un biopoder mundial sustentado en la doctrina Woke o Justicia Social Crítica. Ya no se trata de lograr mejoras en el origen, funcionamiento y evolución de los seres vivos; ahora se busca su manufactura, su fabricación. Las vías de dicha transformación son químicas (farmacopea), genéticas (bioingeniería eugenésica), quirúrgicas (protésicas, modificativas), cibernéticas (chips reguladores de la fisiología o/y de las hormonas) y nanotecnológicas. Quienes optan o les empujan hacia convertirse en personas transgénero, pueden seguir los mencionados tratamientos, junto con terapias conductuales, terapias hormonales con bloqueadores de la pubertad, hormonas cruzadas y todo tipo de cirugías llamadas de afirmación de género.

Los ilegítimos nuevos derechos sexuales de los infantes y adolescentes son un enorme negocio diseñado para convertirlos es sumisos siervos del Mundo Feliz, donde el SOMA hoy se llama FENTANILO, una droga sintética barata que conduce a la imbecilidad y a la muerte. Y es que les sobra carnaza.

Para la conversión del infante en siervo cíborg postgénero, la plutocracia Alpha pone a su disposición toda la maquinaria clínica, farmacéutica, psicológica, pedagógica, mediática y cultural. Destacan, por su agresividad los siguientes métodos:

Cirugía de la afirmación de Género consistente en intervenciones quirúrgicas “GAS” de mama y tórax, intervenciones faciales y cosméticas y cirugía reconstructiva genital.

Histerectomía consistente en la eliminación de los genitales internos como el útero y los ovarios.

Vaginoplastia robótica con flap peritoneal.

Orquiectomía implica la extracción de los testículos.

Faloplastia es la creación quirúrgica de un falso pene.

En 1818, Mary Shelley escribió la famosa novela Frankenstein; o El Prometeo moderno. La premisa del libro es que la ciencia moderna, despojada de las limitaciones de la ética y la naturaleza, acabará creando monstruos. Los médicos “transafirmantes” son la versión posmoderna del protagonista del libro, el Doctor Frankenstein.

Según datos de la investigación de The Trevor Project, que encuestó a casi 34.000 jóvenes LGBTQ de 13 a 24 años en Estados Unidos en el otoño de 2021, hasta el 80 por ciento de las personas trans sufren psicopatologías graves y una cuarta parte de los jóvenes trans negros intentan suicidarse cada año. La “atención de afirmación del género” en gran medida no logra resolver estos problemas, sin embargo, los médicos utilizan estos fracasos para justificar intervenciones aún más extremas hasta la última: la reconstrucción genital.

En España, el primer estudio a nivel estatal de la realidad trans en 2022 arroja cifras que las feministas clásicas consideran «preocupantes». Un mínimo de 12.205 personas «sanas», entre 2018 y 2021, más mujeres que hombres, con edad de entre 16 y 25 años, habrían iniciado tratamientos con hormonas cruzadas; un mínimo de 1.000 mujeres, entre 2016 y 2021, habrían sido intervenidas quirúrgicamente para la doble amputación de mamas y extracción de sus genitales; y un mínimo de 1.000 menores, entre 2019 y 2021, habrían iniciado tratamientos para detener artificialmente su desarrollo puberal con fármacos no recomendados por la Agencia Española de Medicamentos, «de forma experimental, con efectos dañinos e irreversibles para su salud».

LUCES DE BLASFEMIA

Un repaso políticamente incorrecto sobre el impacto económico, ambiental y demográfico de la moda de los perrhijos y gathijos

Según la asociación “HealthforAnimals”, en 1922 vivían en el mundo más de mil millones de mascotas. Al punto que concretan que entre EEUU, Brasil, la UE y China hay más de 500 millones de perros y gatos que viven en domicilios familiares.

En este contexto España sobrepasa con mucho la media mundial de los países desarrollados en lo que concierne al número de mascotas en función de los habitantes humanos. Así lo establecen las cifras más reconocidas, quizá las más fiables son las proporcionadas por la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía que, a principios de 2023 revelaba que el número de perros registrados ha aumentado un 38% en los últimos tres años, con 9,3 millones de canes en el país. Así, los hogares españoles suman 15 millones de mascotas frente a 6,6 millones de niños menores de 15 años. Nada más y nada menos que 202 perros y 124 gatos por cada mil habitantes.

Tanto en España como en el resto de la UE y EEUU, son los llamados millennials; adultos entre 20 y 30 años, quienes más mascotas tienen en sus casas, por dejar para más adelante la procreación o descartarla definitivamente. Y si bien las mascotas no exigen el mismo cuidado que los hijos humanos, comen, defecan, precisan de atenciones sanitarias preventivas como vacunas, atención veterinaria, seguro de responsabilidad civil (obligatorio en España desde el 29 de septiembre de 2023 con la entrada en vigor de la nueva Ley de Bienestar Animal). etc. En paralelo al descenso de la natalidad, aumentan las personas que tratan a sus perros o gatos como hijos. Se trata de la consecuencia de la humanización de los animales que para los domésticos se ha establecido con los sustativos “perrhijos” y “gathijos”. “Mi hija tiene patas”, es la frase que circuló hace dos años en los medios anglosajones de una radiante dueña de una bóxer llamada Ziva, al tiempo que explicaba que ella y su marido decidieron “no tener hijos humanos” por causas “económicas y medioambientales” y optaron por adoptar un perro.

Y aunque escuchemos casi a diario las carantoñas de los amos a sus mascotas, resultan llamativas, por su escasez, crónicas como la del año pasado en la revista The New Yorker firmada por David Sedaris, testimoniando la escena en un hotel de cinco estrellas, en Washington, D.C: «En el desayuno, observo cómo, en la mesa de atrás, una mujer pide un plato extra. Lo llena de huevos fritos y bacon y lo deja en el suelo, para que su perro, un pequeño terrier, coma. Al acabar, cuenta Sedaris, el perrito deambula por el comedor. Su correa extensible bloquea el paso de los comensales, pero a nadie parece molestarle. De hecho, el perrito recibe todo tipo de elogios. Una mujer le anuncia a la dueña del terrier que ella también tiene “dos bebés peluditos” esperándola en casa. “Debe de ser muy duro estar separada de ellos”, observa la dueña del terrier. “Lo es, sí”, le responde, “pero pronto verán a su Mamá”, responde la otra». En España esta escena no sería sorprendente.

Debo advertir de antemano que con este suelto no pretendo responder a la típica pregunta ¿Cuánto cuesta mantener una mascota en España y qué cuidados necesita? Porque aunque de alguna manera lo haga, su propósito es recopilar y mostrar la importancia cultural y el impacto ambiental que supone esta situación que, por motivos no pocas veces ideológicos o sentimentales (políticamente incorrecto y poco fructífero electoralmente), no se valoran con la importancia que, desde mi punto de vista tiene. Para ello me apoyo en estudios tan rigurosos y reconocidos como los de Greg S Okin cuyo resumen cito a continuación:

«En los EEUU con 340 millones de habitantes conviven 78 millones de perros y 58 millones de gatos (una proporción inferior a la de España). Estas mascotas consumen el 19% ± 2% de la cantidad de energía alimentaria que consumen los humanos (203 ± 15 PJ año-1 frente a 1051 ± 9 PJ año-1) y el 33% ± 9% de la energía animal (energía derivada (67 ± 17 PJ año-1 vs. 206 ± 2 PJ año-1). Asimismo, producen alrededor del 30% ± 13%, en masa, de la cantidad de heces que los estadounidenses (5,1 ± Tg año-1 frente a 17,2 Tg año-1) y, a través de su dieta, constituyen alrededor del 25-30% del impacto ambiental de los animales. Además, las mascotas consumen alrededor de un octavo del consumo total de los estadounidenses en términos de uso de tierra, agua, combustibles fósiles, fosfatos, biocidas, etc. El consumo de productos animales para perros y gatos es responsable de la liberación de hasta 64 ± 16 millones de toneladas equivalentes de CO2, metano y óxido nitroso».

Por otro lado, en 2023 la reconocida Earth.Org establecía que un gato de tamaño medio puede producir 310 kilogramos (CO2e) al año. Un perro de tamaño medio genera 770 kg de CO2e, y un perro aún más grande puede emitir más de 2.500 kilogramos de CO2e, lo que supone el doble de las emisiones derivadas de un coche familiar medio al año.

Los cálculos derivados de las ecuaciones de Okin establecen que la producción de alimentos para estos animales naturalmente carnívoros representa el 30% del impacto ambiental de la ganadería en el mundo. Así un perro medio consume 211 kg por año (76,5 Kg de materia seca) y un gato 98 kg por año (23 kg de materia seca) una misma energía dietética que supone la equivalente a 70 millones de estadounidenses. A estas cifras, hay que añadir la correspondiente eliminación de residuos que representan unas 64 millones de toneladas de los “peligrosos” gases de efecto invernadero óxido nitroso y metano3, es decir la emisión de unos 15 millones de automóviles.

Pero si el consumo de carne, otras proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales de las mascotas es considerable, las latas y envoltorios de papel y plástico apenas reciclable, suponen la producción de miles de millones de contenedores cada año. Por miles de millones también se contabilizan las bolsas de plástico para recoger los millones de toneladas de excrementos de perro, más los gastos y perjuicios que ocasionan la falta de civismo de demasiados amos que dejan los excrementos caninos en calles y parques, junto con las dificultades reales que suponen la eliminación de los centenares de toneladas de excrementos de gato. En realidad, sabemos de sobra que buena parte de las bolsas que contienen excrementos de mascotas son abandonadas en espacios abiertos. Por otra parte, la mayor parte de la arena aglomerante para gatos está hecha de arcilla bentonita, un mineral no reciclable extraído mediante minería a cielo abierto, que elimina árboles y tierra para llegar a la arcilla.

Llegados hasta aquí, parece justo preguntarse sobre el coste real de las mascotas en España. No obstante, parece imprescindible remarcar que se pueden comprar o adoptar, opciones que parecen sencillas pero que no lo son en absoluto porque, al contrario que con los hijos humanos biológicos, podemos escoger “ajustándolo a nuestras necesidades, a nuestro estilo de vida”, la raza, el color, el carácter, el soñado cariñoso, obediente y bello perrhijito y gathijito a, si, si, nuestra imagen y semejanza.

Cierto es que las mascotas no tienen seguridad social ni seguro de enfermedad. En 2022 la Real Sociedad Canina de España (RSCE) estimó en alrededor de 105 euros al mes el mantenimiento de un perro. Consultado a un amigo que tiene un can bullmastiff, me comenta que esa cifra no cubre ni la mitad de sus gastos. No es solo la alimentación, pues los perros grandes consumen una media diaria de medio kilo de pienso, además se tiene que sumar atención sanitaria; gastos únicos como el microchip o la castración, periódicos como la desparasitación del animal, que debe realizarse una vez al año, la higiene, el seguro obligatorio de responsabilidad civil y la residencia de vacaciones. Entonces, para los perros estamos hablando de cifras considerables muy superiores a las que calcula la RSCE, mientras que para los gatos parece ajustado 1000 euros/año.

Pero no hemos acabado, en realidad, los piensos y la sanidad es solo una parte del costo del mantenimiento de los perrhijos y gathijos. Su humanización conlleva la proliferación de marcas como “pet friendly”, complementos exclusivos y lujosos de Louis Vuitton, Moncler, etc. con chalecos con capucha reversible y chaquetas de plumón. También hay diseños epatantes de camas y muebles para mascotas y no pocos hoteles reservan espacios de relax animal (a veces, hasta con masaje), con comida saludable y piscina. Hay agencias de viajes con planes para ellos, como Mascotour o The Pet Travel Club. Se fabrican sudaderas, abrigos, impermeables y hasta jerséis con toque hípster. Decenas de marcas especializadas comercializan accesorios de todo tipo, camisas estampadas, suéters de lana o algodón orgánico y chalecos, cazadoras veganas, chándales y gafas de sol, listas de Spotify, entrenamientos personalizados de yoga y relax junto con innumerables juguetes que se reparten también en Navidad y Reyes para que los papas los repartan entre sus amados perrhijos y gathijos. Proliferan los influencers y famosillos repetitivos, esos Meghan Markle, Paris Hilton y Andrés Velencoso promocionándose con sus arrgladitas mascotas.

Llegados aquí, parece evidente que la excusa medioambientalista o económica para preferir perrhijos y gathijos a los niños solo es sostenible desde la moda o el animalismo. En cualquiera de los dos casos, estamos ante un problema social y económico sustancial que fragiliza la sociedad, desde la nación hasta la cultura. Porque en esencia abrazarse a un perro o a un gato como si fuera un hijo, sabiendo que no lo es, suele ser consecuencia de aislamiento personal e inseguridad en un mundo que propugna la felicidad absoluta desmintiendo con ello la realidad. Los perros y gatos no son niños con pelo sino ¡ANIMALES! con sus instintos y necesidades y sus pautas naturales de comportamiento.

LAS GRANDES ESTAFAS DEL SIGLO XXI: CLIMATISMO, WOQUEISMO Y FELICIDAD

Serie XII del negocio del cambio climático antropogénico.

Con el término del año y la llegada del siguiente, los medios sistémicos nos bombardean con anécdotas y algunas estadísticas del año concluido, destacando, como de costumbre, algún record de calor en alguna provincia o en algún país, al tiempo que aseguran que la pertinaz sequía en la Península Ibérica, es una novedad consecuencia del cambio climático antropogénico.

Y mientras las élites de la plutocracia gobernante nos hace pagar escandalosas cifras por cada kilovatio que consumimos, nos acusan de asesinar el planeta por el achicharramiento que provoca nuestro consumo insaciable, también nos conminan a alquilar que no poseer automóviles eléctricos carísimos, mientras ocultan o disimulan todo suceso que contradiga su discurso.

Pues resulta que desde que ha comenzado 2024, las temperaturas en el norte de Europa son las mínimas desde el siglo XIX. En Kvikkjokk, un municipio del norte de Suecia, la temperatura bajó a -43,6ºC durante la noche del 2 al 3 de enero, la temperatura más baja registrada en este lugar desde que comenzaron las mediciones en 1888.

Este récord sucede tras varias olas de frío que han azotado el norte de Europa desde principios de diciembre. Según el instituto de meteorología sueco, las altas presiones con temperaturas extremadamente frías permanecen sobre el noreste de Suecia y el norte de Finlandia y Rusia. También Noruega se encuentra paralizada por el frío y la nieve. Así, en Oslo, las temperaturas de la última semana han descendido hasta -27°C, mientras que intensas nevadas han provocado el caos en el sur del país, donde cerraron escuelas y se cancelaron muchos vuelos.

El caso de Oslo es paradigmático porque el caos del transporte de este invierno concierne a los flamantes automóviles eléctricos y, sobre todo, a los autobuses eléctricos del transporte público. Resulta que el invierno paraliza la nueva flota de autobuses eléctricos estrenados el pasado abril, nada menos que 183 autobuses articulados de Solaris (Grupo CAF), equipados con una batería High Energy con una capacidad total de 700 kWh, que concede una supuesta autonomía de más de 250 kilómetros que ni en verano lograron, pero que las autoridades municipales elogiaron presentándolos como el futuro de la movilidad sostenible. No se podía saber que el rendimiento de sus baterías descenderían estrepitosamente a medida que baja de 0ºC la temperatura. Así, a -6ºC apenas tienen un 25% de rendimiento. Toda la noche cargando las baterías para que apenas duren 30 minutos a marcha lenta.

Por supuesto las autoridades municipales de Oslo están quitando hierro al asunto y dicen que solo hay que calentar algo (¿Con gasóleo?) a los autobuses para mejorar su rendimiento.

La empresa de transporte EMT Madrid ha realizado un pedido a Solaris de 50 autobuses eléctricos el pasado mes de diciembre. Otras ciudades españoles tienen estos “sostenibles” vehículos fabricados en Polonia.

LA DOCTRINA WOKE

Explicaciones demandadas por los lectores de los artículos: Del marxismo al capitalismo woke y ¿EL CAPITALISMO WOKE SE DEBILITA?

Ante la persistencia de mis comentarios sobre esta ideología doctrinaria, no pocos se preguntarán si no padezco obsesión sobre un asunto secundario con lo que está cayendo en Ucrania y Gaza o incluso en España. A esta interpelación respondo que me parece todo lo contrario. De hecho, considero que no pocas de las vicisitudes, dudas tácticas y estratégicas, la pusilanimidad y el relativismo de los líderes y políticos occidentales, la falta de liderazgo y reflexión geoestratégica ante estos conflictos y sus derivadas, la aceptación por buena parte de la crema intelectual occidental de que Putin es un antiwoke, cuando solo es un duplo del expansionismo soviético, o la constatación de que no solo las universidades norteamericanas o británicas de élite están dominadas por la doctrina woke, sino que también otras instituciones fundamentales como los ejércitos, sobre todo el estadounidense que ha pasado de la humillación machista del soldado como método disciplinario y de obediencia absoluta al mando denunciado por Kubrick en “La Chaqueta Metálica” (1987 – Full Metal Jacket), al abrazo pleno de los imperativos sociales de la izquierda estadounidense woke.

El panorama ha quedado aún más claro si cabe la pasada semana, cuando el Partido Republicano estadounidense, alarmado por las manifestaciones antijudías en las universidades del país, presididas por eslóganes como: “from the river to the sea, Palestine will be jews free” (desde río hasta el mar, Palestina libre de judíos será) llamó a las presidentas de las universidades más prestigiosas para saber cómo defendían los principios constitucionales y las reglas antidiscriminatorias en sus dominios. Las respuestas inconexas y relativistas de las tres presidentas han escandalizado a buena parte de la opinión pública occidental. Vergonzosa, por infame, fue la respuesta de la presidenta de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, a la pregunta que la legisladora republicana, Elise Stefanik le hizo: «¿Llamar al genocidio de judíos viola las reglas de Harvard sobre intimidación y acoso?». La respuesta de Gay fue: Puede serlo, dependiendo del contexto. La evidencia de la podredumbre ética, de la quiebra de los valores constitucionales y de los derechos humanos por parte de la nomenclatura universitaria norteamericana, solo se explica por el dominio de la doctrina totalitaria woke en sus aulas.

A pesar de existir no pocos compendios que estudian lo que se conoce como woke o wokismo, ante el laberíntico espectáculo establecido por la agitación y la propaganda en medios y redes sociales por agentes y tontos útiles, no son pocos los que preguntan: ¿En qué consiste la doctrina woke? La respuesta resumida que considero cabal es la que establece que sus fundamentos y práctica se fundan en la invención y multiplicación de divisiones sociales derivadas de la raza, la cultura, la religión, el sexo (género), etcétera, para transfigurar la lucha de clases marxista, basada en la lucha contra la explotación de la clase obrera, en un trampantojo capaz de manipular sentimientos que permitan a la élite que la abandera, establecer (en no pocos casos a través de leyes discriminatorias disimuladas mediante la “hipermoralización progresista”) conductas sociales que les granjeen un disfrute del poder político y económico pleno.

Por ende, los gobiernos, partidos políticos, organizaciones civiles, ONGs, y empresas multinacionales occidentales adheridas a la doctrina woke, de la misma manera en los dominios donde reinaban y reinan los mitos marxistas desde principios del siglo XX, sus dogmas: «colectivo, voluntad y poder», resumidos como “corrección política”, han impuesto una burocracia artificiosa en las instituciones, universidades y empresas, justificada con la consigna: «diversidad, equidad e inclusión». Se trata de la primacía del grupo sobre la persona, del énfasis en la voluntad a expensas de la razón o naturaleza, de la anulación del mérito personal y la igualdad de oportunidades. De este modo, quien crítica la llamada “discriminación positiva de la mujer” es un machista. Quien considera que los “colectivos” que abanderan las siglas LGTBIQ+ no tienen por qué tener privilegios o ayudas procedentes del erario es tildado de homófobo. Aquel que se atreva a defender la libertad empresarial plena es demonizado como explotador. Quien pida una inmigración ordenada es automáticamente tildado de xenófobo fascista.

La herramienta preferida por el wokismo es la manipulación claramente orwelliana (explicitada como “neolengua” en la novela “1984”) del lenguaje, con el obvio fin de imponer una realidad paradigmática consecuente con la doctrina. Desde la matraca del lenguaje inclusivo, bautizar como “muerte digna” a la eutanasia; despojar de significado, hasta el punto de demonizarlas, palabras como “matrimonio” y “familia”, son solo unos pocos ejemplos de los que constituye, en palabras de Rodrigo Ballester un «caballo de Troya del adoctrinamiento, haciendo de “pieza maestra” para imponer un marco de pensamiento de lo que debe ser correcto, expresable e incluso legal o ilegal». De esta manera, todo aquel que discrepe del pensamiento único impuesto por el lenguaje oficial correcto, se enfrenta a descalificaciones y campañas de desprestigio que suelen terminar en asesinato civil del disidente, es decir, en la destrucción de la reputación de toda persona que no comparta los postulados políticamente correctos. Toda opinión alejada de la retórica dominante queda desautorizada automáticamente como una expresión fascista. De ese modo, el wokismo anula el debate y se asegura la imposición de su agenda ideológica, alimentándose de un clima de miedo y censura.

La evidente consecuencia de este guion es la proliferación del odio, el racismo y las discriminaciones de todo tipo que los oficiantes wokes dividen entre positivas (las que ellos dictan) y negativas, aboliendo con ello el principio esencial de la declaración universal de los derechos humanos que establece que toda discriminación es negativa de suyo.

Las personas “canceladas” envilecidas y desterradas, las estatuas derribadas, la historia manipulada para ajustarla al dogma, los libros proscritos, las iglesias vandalizadas, los espectáculos censurados y anulados, las conferencias derogadas, los escritores, maestros y catedráticos amordazados, los “colectivos” demonizados en función del color blanquecino de su piel, su etnia, el sexo que asuman, la religión que procesen, las preferencias sexuales, etcétera, etcétera, son pistas de lo que nos espera si la doctrina woke se implanta decisivamente en occidente. 

GEOINGENIERÍA

La controvertida técnica que pretende controlar el clima

CONTEXTO: En el momento de escribir este suelto se está cerrando la vigésimo octava Cumbre del Clima de Dubái (COP28), con una división radical entre países que conforman dos bloques antagónicos. Por un lado el anfitrión y los países del Golfo Pérsico, Rusia, países africanos, China, India y Brasil rechazan sin contemplaciones la propuesta encabezada por la UE y EEUU, consistente en el “abandono ordenado y justo de los combustibles fósiles”. Aunque al cerrar la cumbre seguramente se acordara un texto de compromiso, este enfrentamiento, junto con los retrasos acumulados, ponen en solfa los objetivos de reducción de emisiones acordados en Paris en el año 2015, para alcanzar 0 emisiones netas en el año 2050 y así frenar el calentamiento del planeta.

Ante la situación y conociendo sus obras y discursos, es fácil augurar que este revés a las agendas climáticas plenas de catastrofismo enarboladas por ministros y burócratas de la Beyond Oil and Gas Alliance (Alianza más allá del petróleo y el gas), donde destaca por su beligerancia verbal la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España, Teresa Ribera, será camuflado con nuevas dosis de agitación y propaganda catastrofista para aumentar o inventar impuestos para salvar el planeta. No obstante, el cebado con enormes cantidades de dinero procedente de los impuestos directos e indirectos que subvencionan energías renovables, tecnologías de captura y almacenamiento de carbono y procesos energéticos “verdes y sostenibles” publicitados por el conocido escaparate «greenwashing«, ha despertado iniciativas que alteran y compiten con los sistemas oficiales beneficiarios del gran negocio llamado cambio climático. En este contexto, ha surgido un intruso llamado geoingeniería.

La geoingeniería o ingeniería del clima está desarrollándose sobre técnicas y alguna que otra tecnología, con el fin de, según sus promotores, contribuir con eficacia y rapidez en atajar el calentamiento del clima terráqueo debido a la actividad humana, acorde con lo establecido por los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (por sus siglas en inglés, IPCC). Se trataría, entonces, de lograr anticipadamente y por una vía alternativa, los objetivos plasmados en el Acuerdo de París y posteriores respecto a la disminución de las emisiones de CO2, para lograr que antes de 2030/2052 la temperatura media (global) de la tierra, no aumente de 1,5/2ºC con respecto a los niveles preindustriales.

Recordemos que el protocolo oficial adoptado por los acuerdos de París (COP21 firmado el 12 de diciembre de 2015 y que entró en vigor el 4 de noviembre de 2016 y posteriores) establece que para lograr el objetivo de evitar el aumento de la temperatura media global por debajo de 2ºC respecto a los niveles preindustriales, es imprescindible reducir sustancialmente las emisiones de los gases de efecto invernadero que encabeza el CO2. Sin embargo, las mediciones oficiales posteriores al 2016 confirman que no se están reduciendo la cantidad de CO2 imprescindible establecida para moderar o detener dicho calentamiento. Sobre estas tesituras, los impulsores de la geoingeniería aseguran que sus técnicas son indispensables para lograr los mencionados objetivos, al poder lograr reducciones inmediatas de la temperatura en amplias zonas. Con ello no niegan la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero, sino que debido a la urgencia del momento, para evitar la catástrofe anunciada desde 1988 por el IPCC y sus adláteres, la geoingeniería es la panacea.

Groso modo, la geoingeniería consiste en la aspersión de aerosoles en la estratosfera (SAI, por sus siglas en inglés) consistentes en diminutas partículas reflectantes como dióxidos de azufre, sal finamente pulverizada o carbonato de calcio. De esta manera, “nublan” el cielo artificialmente y reducen la temperatura de la superficie de la Tierra. Los experimentos recientes con estas técnicas, han logrado desplegar nubes reflectantes a más de 20 kilómetros de la superficie de la Tierra utilizando globos estratosféricos. Estas nubes reflectantes permanecen en la estratosfera aproximadamente un año reflejando (rechazando) buena parte de los rayos del sol al igual que las nubes naturales que se encuentran debajo. Según los geoingenieros, un solo gramo de esas nubes compensa el efecto de calentamiento de una tonelada de CO₂ durante un año.

Aunque resulte reiterativo y políticamente incorrecto, insisto en que el calentamiento global es un gran negocio mundial que abarca casi todo. Desde el lucrativo mercado de emisiones de CO2, los llamados bonos medioambientalmente “sostenibles”; green bonds, cat-bonds, multicat-bonds, weather derivatives que, por supuesto, abrazan con ardor las haciendas públicas de todo el mundo como el Sovereign Green Bond Issuance Program de España. En lo concreto, las subvencionadas energías renovables (solar, eólica, marina), el sector del automóvil, iluminación, seguros meteorológicos para agricultores, tecnologías agrícolas y ganaderas, fertilizantes, alimentos vegetales “sostenibles e inmaculados” y, por supuesto; la geoingeniería. En otra trinchera no menos lucrativa se encuentran los combatientes “naturalistas” como el World Rainforest Movement, Amigos de la Tierra, etc. Sustanciales son los afanes geoestratégicos que envuelven a empresas públicas y privadas como la Regulación Taxonómica de la Unión Europea. De hecho, los programas de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estimó en 2016 el costo global de la adaptación a estos impactos climáticos serían entre 140 mil y 300 mil millones de dólares por año para 2030 y entre 280 y 500 mil millones de dólares por año para 2050. Se quedaron cortos, muy cortos.

LA BASE DE LA GEOINGENIERÍA: En 1991, tras 500 años de inactividad, el volcán Pinatubo situado en la isla de Luzón en las Filipinas, en solo 15 horas arrojó a la estratosfera más de 15 millones de toneladas de dióxido de azufre, gas que se instaló como una nube que ocultó el Sol en buena parte del hemisferio sur provocando que las temperaturas globales de la Tierra descendieran aquel año 0,5ºC.

Con mucha menos precisión, por cuanto sucedió a comienzos del siglo XIX, los promotores de la geoingeniería rememoran lo que se ha llamado “el año sin verano”, suceso ocurrido en el sur de Indonesia cuando en 1815 el volcán Tambora produjo una enorme erupción lanzando gases y cenizas a la estratosfera que perduraron varios años, lo que, según los pocos datos que por entonces se podían obtener, hoy se calcula que llegó a disminuir la temperatura media global más de 2,5ºC.

También la eliminación de carbono mediante la captura directa de aire suele considerarse una forma segura y elegante de geoingeniería, pero la tecnología es incipiente, intrínsecamente lenta y prohibitivamente cara. Por esas razones, incluso sus partidarios argumentan que es mejor considerarlo como una forma potencial de compensar las emisiones de las pocas industrias que son difíciles de descarbonizar, como la aviación. La inyección de aerosoles de azufre, por otro lado, sería relativamente fácil y barata de implementar inmediatamente a escala planetaria, con un costo de “sólo” dos mil millones de dólares al año.

Como ya he mencionado, los defensores de la investigación en geoingeniería no la presentan como sustitutoria de la transición para abandonar los combustibles fósiles. Su principal argumento es que debido a que el dióxido de carbono persiste en la atmósfera durante miles de años, más los evidentes problemas que causan su abandono rápido, la geoingeniería es la alternativa que garantiza ganar el tiempo necesario para hacer esa transición sin traumas. También señalan que, eliminar las emisiones de carbono sólo evitaría que el mundo se calentara aún más; No volvería a enfriar el mundo, al menos no para nadie que esté vivo hoy. Incluso si el mundo lograra descarbonizarse para 2050, los fenómenos meteorológicos extremos y el aumento del nivel del mar representarían una amenaza mayor que la actual durante muchos siglos por venir.

Los recortes de emisiones son necesarios”, escribió David Keith, profesor de física aplicada y políticas públicas en Harvard, en The Times en 2021. «Pero pretender que el cambio climático se puede resolver únicamente con recortes de emisiones es una fantasía peligrosa. Si se quieren reducir los riesgos de las emisiones que ya están en la atmósfera (ya sea para prevenir incendios forestales en Argelia, olas de calor en Columbia Británica o inundaciones en Alemania), hay que recurrir a la eliminación de carbono, la geoingeniería solar y la adaptación local».

CRITICAS A LA GEOINGENIERÍA
Llegados aquí, distinguir la crítica rigurosa basada en datos y la que esconde intereses de parte no es sencillo. Sobre todo cuando demasiados científicos hace tiempo que no se respetan a ellos mismos dedicándose a la propaganda. Por ello tomo nota escéptica sobre la carta abierta firmada por “expertos” y académicos del “clima y la gobernanza”, pidiendo a los gobiernos nacionales y a las Naciones Unidas que restrinjan el desarrollo de la geoingeniería, sosteniendo que representa un “riesgo inaceptable”, por tres razones:

Los efectos secundarios son demasiado peligrosos. Rociar azufre en la estratosfera podría reducir la temperatura de la Tierra, pero también podría blanquear el cielo, cambiar los patrones climáticos, aumentar la propagación de la malaria, agotar la capa de ozono y alterar la luz que las plantas necesitan para crecer. Algunas regiones podrían sufrir mientras otras se benefician, creando posibilidades de conflicto.

Imagínese si India comenzara a bombear azufre a la atmósfera sólo para ver una enorme sequía afectar a Pakistán”, escribió Bill McKibben en The New Yorker el año pasado. «Dos potencias nucleares, ya enfrentadas, y una está convencida de que la otra está dañando a su gente«.

Es una falsa esperanza. Los hostiles a la geoingeniería advierten que podría restar valor a los esfuerzos por abandonar los combustibles fósiles si se la percibiera erróneamente como una póliza de seguro contra el cambio climático. Por ejemplo, las personas podrían postergar la adopción de medidas para reducir su huella de carbono. Lo que es más preocupante, los lobbies con grandes intereses en la industria de los combustibles fósiles podrían ejercer presión para lanzar azufre al aire, para mantener el petróleo y el gas funcionando.

A pesar de las críticas, Make Sunsets, la flamante empresa de geoingeniería norteamericana, ya está vendiendo “créditos de refrigeración” como compensaciones al CO2.

«Pronto todos los que dependen del carbón, el petróleo y el gas se subirán al tren de la geoingeniería y dirán: ‘Podemos continuar durante 40 años con combustibles fósiles'», manifestó Frank Biermann, politólogo de la Universidad de Utrecht, al Guardian, añadiendo una frase que encierra el conflicto de intereses: “Este debate amenaza con descarrilar las políticas climáticas actuales. Es un riesgo enorme”.

Otras críticas a la geoingeniería se centran en la necesidad de inyectar aerosoles durante cientos de años, critica que sin quererlo, pone en solfa la solución de la reducción de CO2 para frenar el cambio climático antropogénico. No menos original es la acusación de que la geoingeniería es antidemocrática al mismo tiempo que sus sostenedores arriman el ascua a la sardina de la burocracia global para evitarlo: “los países lo suficientemente poderosos como para desarrollar y desplegar tecnologías de geoingeniería solar deben poner sus tecnologías bajo el control de instituciones multilaterales efectivas, con garantías de derechos de veto colectivo para las naciones más vulnerables”.

Concluyo tratando de evidenciar que en el embrollo crematístico que tanto dinero nos cuesta a los ciudadanos, es difícil, por no decir imposible, encontrar la virtud filantrópica, esa que auxilia por amor a la humanidad y la conciencia de su dignidad y de su derecho. Así, el físico David Keith que encabeza desde hace varios años la investigación de la Harvard John A. Paulson School of Engineering and Applied Sciences de geoingeniería solar, es famoso por tener grandes inversiones en estos procesos, su dedicación al cabildeo en gobiernos y gestionar, junto con Ken Caldeira, el Fondo para la Investigación Innovadora del Clima y la Energía (FICER, por sus siglas en inglés), un fondo multimillonario para la geoingeniería financiado por Bill Gates desde 2007. Keith también comisionó un estudio a una empresa aeroespacial estadunidense que argumenta la viabilidad del despliegue a gran escala de las tecnologías de geoingeniería solar. No por casualidad la empresa pionera en geoingeniería Make Sunsets marcha viento en popa a toda vela y ha obtenido permisos de ensayos a gran escala, algunos ya realizados, en baja California. Y ya lo dice el refrán, el que da primero da dos veces … y esta empresa tiene las patentes y los recursos para convertirse en multinacional monopolística.

ES LA PRODUCTIVIDAD, ESTÚPIDO

Desde hace unos días, los medios de comunicación nos avisan de que el Gobierno provisional presidido por Sánchez, ha reducido la previsión del crecimiento del PIB para 2024: del 2,4 % al 2 %. Al mismo tiempo, la letra pequeña remitida a Bruselas por el gobierno eleva la presión fiscal un 0,5% de PIB, es decir, algo más de 7.000 millones de euros. Asimismo, el documento gubernamental recoge una suma de partidas de gasto corriente por 9.000 millones de euros, achacados al desarrollo de los fondos Next Generation, lo que en principio va en contra del Reglamento del Plan de Recuperación y Resiliencia. Por otro lado, el Estado español deberá destinar más de 41.000 millones de euros para pagar los intereses de la deuda pública, siempre y cuando la galerna surgida por el anuncio del aumento de la deuda pública de Italia, no desemboque en un deterioro de la calidad de la deuda de España. En todo caso, esos 41.000 millones de euros por intereses de la deuda para 2024, suponen más que todo lo recaudado por el impuesto de Sociedades o el equivalente acumulado de seis meses de IVA.

El panorama se oscurece aún más al comprobar que las exportaciones de bienes y servicios de España durante los primeros ocho meses del año han caído un 3,7% interanual en volumen –cantidad vendida–, según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo publicados esta semana. Para camuflar el mal dato, la nota del Ministerio hace hincapié en que la cifra total de ventas aumentó en un 1,8% porque «aunque hemos vendido menos, lo hemos vendido más caro». Y con un descaro infinito silencian que la inflación mundial durante este periodo se eleva al 8,7%. Tristemente, el gobierno Sánchez perpetra estas triquiñuelas porque sabe que los muchos medios que controla y no pocos de los que no, titularán, como luego han hecho, la noticia de esta manera: “Las exportaciones españolas de mercancías ascendieron un 1,8% interanual en el periodo enero-agosto y alcanzaron los 256.571 millones de euros”.

Y como la acción del gobierno Sánchez se sustenta en el despilfarro clientelar, el Plan Presupuestario de 2024 que el Gobierno acaba de remitir a Bruselas incluye una previsión de ingresos de 648.000 millones de euros, equivalente al 42% del PIB de España. Naturalmente, será más del 42% del PIB porque el gobierno ha inflado a propósito la cifra de crecimiento para el próximo año, al tiempo que prevé aumentar brutalmente la recaudación en 159.000 millones de euros, un 32,5% más que este año. Si se divide esta factura entre todos los españoles tocamos a unos 13.800 euros cada uno. Sin embargo, el gasto público total previsto para 2024 por el gobierno provisional de Sánchez, ha sido estimado en 694.000 millones, por lo que cuadrarlo con el déficit estimado del 3,6% resultará un ejercicio de ingeniería financiera.

Uno de los mejores analistas independientes de la economía española, el Observatorio Económico de la de la Universidad Francisco de Vitoria, en su reciente informe trimestral considera que «la economía española necesita una serie de reformas estructurales para elevar su crecimiento potencial, aumentar su productividad y competitividad, acabar con el diferencial negativo en el mercado laboral y atraer inversiones». He aquí la bicha que ni gobierno ni sindicatos nombran; PRODUCTIVIDAD.

LA PRODUCTIVIDAD

La productividad es una medida económica que permite calcular cuántos bienes y servicios se han producido por cada factor utilizado, y en un tiempo determinado. Por factores se entienden los trabajadores, pero también el capital invertido durante un periodo o la innovación tecnológica.

Solo hay que verificar los índices de productividad por países para comprender que cuanto mayor es la productividad de un país, mayores son los sueldos y también los impuestos que se recaudan.

Calcular la productividad laboral de una empresa privada es relativamente sencillo: producción total dividida entre el número de horas trabajadas. A este resultado se integran los cómputos de eficiencia en el uso de los recursos, el tiempo promedio de entrega, la calidad de los productos o servicios, la amortización de inversiones, etc. Empero, la productividad de una nación se calcula sobre dos factores fundamentales; la relación entre su PIB y el total de horas trabajadas. Paralelamente, se calcula el rendimiento del capital físico tangible e intangible: equipos, maquinaria, patentes y activos en propiedad intelectual. Ambos cómputos se integran en un resultado final pues tanto el capital humano como el físico interaccionan y generan sinergias. No obstante, esta fórmula no contempla las variables de cada sector productivo, las más evidentes en España son las considerables diferencias entre el sector privado y el público que, a su vez, ambos sectores tienen enormes diferencias de productividad.

Un dato muestra la realidad con nitidez. En España los recursos administrados por las administraciones públicas del Estado que, además de la administración pública incluyen defensa, seguridad, seguridad social obligatoria, educación y sanidad pública y servicios sociales, han crecido desde el 20% del PIB de principios de los años 70, hasta superar el 50% actualmente. Sin embargo, apenas aporta un 20% del Valor Añadido Bruto (VAB) nacional, mientras ocupa a más de tres millones de asalariados (en torno al 20% del total según la Encuesta de Población Activa, EPA). Durante los últimos 25 años el crecimiento anual promedio de la productividad del sector público español fue del 0,5%, mientras que el sector privado experimentó un crecimiento promedio de productividad del 0,8%. Así, según datos de Eurostat, en 2022 España se situó 16,5 puntos por debajo de la media de la eurozona en productividad laboral por hora trabajada. En concreto 8,2 puntos menos que la media de los 27 países de la UE. Dentro de los 36 países de la OCDE, España está en la posición 18, un lugar decepcionante teniendo en cuenta que la inversión del capital físico es relativamente alta.

Frente al relato triunfalista del gobierno Sánchez asegurando que nuestra economía marcha como una moto, está el dato de tener una de las productividades más bajas de la zona euro. Se trata de un lastre mayúsculo porque España se encuentra muy alejada de las naciones punteras del mundo. De acuerdo con la Total Economy Database del Conference Board, la productividad hora (PIB por hora trabajada) en España creció en la década de los ochenta a una tasa anual del 3%, Sin embargo, en la década de los noventa esa tasa bajó al 1,2% y en lo que llevamos de siglo se ha situado en una media del 0,8%. Esta tendencia a la baja, como puede observarse en gráfico estadístico de arriba, desde 2018 en que se inicia el gobierno presidido por Pedro Sánchez Pérez-Castejón, la productividad de nuestra economía ya no crece poco sino que desciende.

PRODUCTIVIDAD Y CAPACIDAD ADQUISITIVA

La mayoría de los estudios sobre la raquítica productividad de la economía española apuntan a una formación mediocre y obsoleta que no responde a las necesidades de la economía, a la escasa cultura empresarial derivada de un desprestigio social inducido por las ideologías igualitaristas de los partidos políticos de izquierdas, a la mala asignación de recursos derivada de la rigidez legislativa del mercado laboral que impide la transferencia de conocimientos y capacidades de una empresa, al tiempo que se señala a una supuesta escasa inversión tecnológica y al minifundismo empresarial. Siendo evidentes estas imputaciones, estimo que faltan unas cuantas tan importantes o más que las descritas; burocracia, inseguridad jurídica, legislación laboral lesiva y decenas de leyes y reglamentos obstaculizadores.

Si hay un ejemplo palmario de un sector de la economía española, no hace mucho tiempo boyante y productivo, que está siendo machacado por leyes y reglamentos, este es el agropecuario. Aunque la persecución leguleya cumplirá pronto el decenio, durante el último quinquenio se ha producido una autentica persecución. Leyes y reglamentos estultos generados por burgueses urbanitas con mentes obnubiladas por ideologías abstrusas, están generando la destrucción rápida de la agricultura, la ganadería y la pesca en España. Empezando por el enorme artefacto burocrático empeñado en políticas anti–productivistas llamado nuevo PAC -Política Agrícola Común (PAC)- seguido por las barbaridades perpetradas por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Plan repleto de la tabarra progre tal que «uso sostenible de los suelos agrícolas, fomento de la digitalización y de la economía circular, modernización de los regadíos -que camufla el derribo de embalses y azudes centenarios para que los pececillos sean felices con permiso de los castores- … para reducir el uso de los recursos naturales, objetivos trasversales -que ni quienes los redactaron entienden- etc. etc.».

El menú antiproductivo se completa con la Ley de sanidad vegetal basada en mitos, la Ley de montes para que ardan en verano con esplendor, etc, etc. El culmen del despropósito es la ley de bienestar animal impulsada por la ministra de Podemos, Ione Belarra, aprobada el pasado febrero. Una Ley que humaniza a los animales y animaliza a los humanos, además de incrementar la burocracia y los costes de explotación. La resultante de tanto disparate ya la sufrimos todos los ciudadanos españoles menos aquellos a los que les pagamos la merienda: reducción drástica de las inversiones y la productividad e incremento bestial de los precios de los alimentos, al tiempo que se incrementan las importaciones. De seguir por la senda perpetrada por estos gobernantes, en unos meses España importará lechugas de los Países Bajos, pollos congelados de Brasil, jamones de China y aceite de oliva de Marruecos.

Los datos son contundentes. La renta española en términos de capacidad adquisitiva ha caído en comparación con los demás países europeos. En los últimos 11 años, España ha pasado de la posición decimotercera a la decimoctava, superada por países que venían de muy atrás por haber sufrido regímenes comunistas como la República Checa, Estonia o Lituania. Esta reducción de nuestra capacidad adquisitiva es la consecuencia lógica del descenso de la productividad que genera bajos salarios, mientras que el acaparo de recursos por el aumento elefantiásico de la burocracia estatal y el consiguiente endeudamiento creciente del Estado producido por el despilfarro generado por el clientelismo, ya sea en forma de amiguismo o de corrupción, del que se aprovechan sectores subvencionados políticos, culturales y del tercer sector junto con el conocido como capitalismo clientelar.

El capitalismo clientelar en España es mayoritario en los sectores más regulados, en concreto el energético, las telecomunicaciones, el farmacéutico y el financiero. Con todo, como he determinado antes, la productividad del sector privado es muy superior al público. Bien es cierto que dentro del sector público hay diferencias notables entre el sanitario y el de seguridad que tienen una productividad relativamente alta y el mucho más grande plagado de funcionarios y consejeros como el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico o la Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha.

Respecto al poder adquisitivo de los salarios en España, es imprescindible señalar que la explotación denunciada por Marx respecto al robo que sufre el empleado al no recibir lo que genera, esa plusvalía que acaba en las manos del patrón, en España es parcialmente falaz puesto que la diferencia entre productividad y salarios es mayormente absorbida por las cargas fiscales al trabajo. Así, las cotizaciones a la Seguridad Social y el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) alcanzaron este año el 39,5% del salario del trabajador medio español, 0,2 puntos más que el año pasado. La suma de estos dos conceptos (lo que se conoce como la cuña fiscal) supera en 4,9 puntos la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que se sitúa en el 34,6%. De esta forma, el sueldo neto que finalmente recibe el empleado queda en el 60,5% del coste laboral que tiene el empleador. Entonces ¿Quién explota al trabajador español?